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Xisco: Brillar donde puede para llegar a donde quiere

Paco Merino

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¿Puede uno culpar a alguien de querer estar siempre en el lugar en el que mejor le fueron las cosas? Es lo que dicen últimamente que le sucede a Xisco Jiménez, delantero del Córdoba en la actualidad y antiguo ídolo en La Coruña, donde un gol suyo llevó al equipo a su último ascenso a Primera División. Unos años antes, Lendoiro realizó una de sus magistrales operaciones de despacho convirtiendo al jugador balear en uno de los más suculentos traspasos de la historia de la entidad gallega: lo envió al Newcastle inglés por 5'6 millones de euros en 2008.

En Riazor sienten algo por Xisco. Y Xisco, es evidente, siente algo por la entidad que le dio la oportunidad de ingresar en el fútbol profesional cuando le reclutó, siendo juvenil, del Atlético Baleares. Pagaron por él 600.000 euros. Una barbaridad entonces y aún más ahora, en tiempos de crisis, cuando los cachés han descendido de modo brutal y han dejado un escenario económico de low cost y buitres de despacho. Tanto ha cambiado el panorama que el Córdoba, un club modesto cuya mejor posición en las últimas cuatro décadas ha sido un sexto puesto en Segunda, puede permitirse el lujo de tener en sus filas a un ariete de primer nivel.

“Es el mejor de la categoría”, ha dicho en varias ocasiones el presidente, Carlos González, que apostó fuerte por el jugador como imagen de marca en una temporada de altas exigencias. Xisco es la estrella del Córdoba, una etiqueta que le viene impuesta por su remuneración -de largo, la más alta de la plantilla-, su historial y, sobre todo, la insistencia que puso el club blanquiverde para conseguir que regresara a El Arcángel después de finalizar su vínculo el 30 de junio del año pasado. Había disputado con los de El Arcángel la segunda vuelta del campeonato y, aunque en lo colectivo todo fue mal, tirando a fatal, a él le rodaron las cosas bastante bien en el aspecto individual. Metió ocho goles en 14 partidos disputados, una marca fenomenal que le sirvió para relanzar su imagen después de otro triste paso por el Newcastle y unos meses en los que su baja forma física sembró dudas sobre la capacidad del delantero para volver a ser aquel que en su día era comparado de manera insistente en algunos medios gallegos con Diego Tristán.

Xisco volvió a enseñar lo que era capaz de hacer en el campo. Y aunque en el Córdoba todo se torció de mala manera y los futbolistas quedaron en entredicho, él fue uno de los pocos que salvó su imagen delante de una afición que le vio como un proyecto de icono. “No se quedará, no hay dinero para pagar lo que vale...”, se oía comentar en foros y tertulias a propósito de Xisco. Era un magnífico delantero para Segunda División y, después de su balance, parecía tener su destino lejos de Córdoba. Se le daba por perdido, pero...

Al final lo convencieron. Tuvo propuestas del extranjero y alguna insinuación desde clubes españoles, pero ninguna le llegó a cautivar. Esperó el Córdoba como ese enamorado insistente que se propone conquistar a la chica a pico y pala, sin rendirse y arriesgándose a quedarse sin el objetivo. Xisco consideró que no era tan mala opción seguir vestido de blanco y verde en un club complicado, que declara desafíos de gran magnitud manejando medios humildes. En verano llegó a la concentración de Isla Canela y los aficionados se arremolinaban en torno a él como si se les hubiera aparecido un ángel. Xisco quedaba libre del Newcastle, en el que nunca llegó a cuajar (11 partidos y un gol), y estaba en el mercado. Se habló del Deportivo, recién descendido de una Primera División a la que había accedido precisamente con un gol de Xisco. Pero no hubo caso. Allí, en La Coruña, barajaban otros nombres. Igual que en otros sitios. En Córdoba sólo pensaban en él. Y eso le halagó. Convertirse en pilar de un proyecto era un buen reto. Y González se salió con la suya. “Ha apostado por nosotros”, dijo el empresario en la presentación del futbolista balear. Su rostro apareció en la cabecera de la web oficial, en la campaña de abonados, en las promociones de los partidos... Su fichaje llevaba implícito un mensaje de ambición. Seguramente ha sido el gesto más cercano a aquel proyecto de equipo top que anunció el presidente.

Ahora Xisco vive momentos extraños en el Córdoba. Ha jugado 15 partidos de Liga y ha anotado seis goles, el último de ellos el pasado sábado frente al Recreativo de Huelva. Toda la acción se desarrolló con una peculiar coreografía: recogió un centro de López Silva con el pecho, le tocó en el brazo, luego le cayó al pie y la metió dentro. Después corrió colocándose la mano en la oreja, en ese gesto de ambigua interpretación que tanto enoja a cierto sector del público, y terminó el bailecito señalándose con los pulgares su nombre y su número en la camiseta. Xisco, el 9. La gente mantiene con él una relación complicada. Se le exige muchísimo. Que fabrique montañas de goles cuando él nunca ha sido un anotador voraz. De hecho, su mejor promedio lo tiene en el Córdoba, donde lleva 14 goles en 29 partidos desde que llegó en enero del año pasado. En el Depor acumuló 15 en 67 apariciones, aunque 49 de ellas (y 12 dianas) fueron en Primera División. Y eso no se olvida. Ni lo hace Xisco ni lo hacen en La Coruña. Allí, en Riazor, tienen al equipo líder y durante las últimas semanas hubo rumores -con fundamento- sobre la posibilidad de que Xisco volviera.

“Es imposible que salga en enero”, se apresuró a decir Pedro Cordero, director deportivo de Córdoba, cuando en la presentación de Arturo Rodríguez -otro delantero- los medios le asaetearon con preguntas a propósito de ese interés desvelado en varios medios gallegos. Xisco tiene contrato en vigor hasta 2016. Pablo Villa, como es natural, cuenta con él. Estando en forma es un hombre capaz de marcar diferencias en la categoría. Incluso sin estarlo es un elemento desequilibrante. En ocasiones ha escuchado silbidos desde el graderío, que le reclama el máximo. Él hace lo que puede y a muchos no les parece suficiente. Su entrenador desveló que ha querido salir al campo sin estar recuperado de una lesión, demostrando “su compromiso con el grupo” y “su deseo de ayudar”. No esperen que Xisco salga a la escena para declarar que es cordobesista de toda la vida. Esto es un negocio y a Xisco le contrataron con una misión, que no es precisamente regalar el oído al personal con la venta de humo. Eso se queda para otros.

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