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La Merced y Concepción Arenal, esperanza en la prisión

Rafael Ávalos

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La hermandad del Zumbacón mantiene un significativo vínculo con la cárcel de Córdoba que es motivo de su advocación | La cofradía rindió este viernes homenaje a la gallega, comprometida con los derechos de los reclusos en el siglo XIX

La estampa ya no tiene lugar como sí sucediera, de manera tradicional, años atrás. La distancia espacial impide que así sea. Pues en el lugar en el que antes se levantaba un edificio de gran extensión hoy sólo queda un inmenso solar. Y en él, el recuerdo de un paisaje urbano diferente y cuasi olvidado en la actualidad. Pero sobre todo perdura en la memoria, a través de fotografías de color añejo, cada instante que en aquel gran inmueble la libertad, al menos de corazón y alma, era recobrada. Probablemente los más jóvenes ni siquiera sepan de la existencia de la cárcel de Fátima, ubicada en el barrio del mismo nombre. Hoy desaparecida tras el traslado del Centro Penitenciario de Córdoba a Alcolea y el derribo que este hecho tuvo como consecuencia, ayer fue el escenario de visitas de intensa carga emocional. Por supuesto, también devocional. Quienes entre esos muros debían continuar sus días, encontraban la serenidad que, de forma completamente distinta, entregara Concepción Arenal.

Es la escritora y abogada gallega (Ferrol, 1820) sin lugar a dudas una de las figuras femeninas de mayor relevancia en la historia de España. Aunque casi dos siglos después de su nacimiento, bien pareciera haber caído en el olvido. Una circunstancia injusta para una mujer adelantada a su tiempo y comprometida con la sociedad; una mujer que a través de su pensamiento y de sus actos fue, en modo alguno, precursora de la reforma penitenciaria que se diera a mediados del siglo XIX. El de Concepción Arenal es el nombre de quien, desde las dificultades de la época para su género, trató de dignificar la vida de los reclusos en prisión y promover su reinserción. Fue ella la primera mujer en ostentar el título de visitadora de cárceles, como recuerda el film dirigido por Laura Mañá y protagonizado por Blanca Portillo (‘Concepción Arenal, la visitadora de cárceles’, 2012). Fue ella la voz de los derechos, entre 1863 y 1865, de aquellos que por entonces no los tenían. “Lo peor que puede suceder es que en las prisiones no entre nadie”, dejó escrito en su ensayo ‘El visitador del preso’ (1894).

La cárcel de Fátima fue una de ésas en las que “lo peor”, como afirmara Concepción Arenal, no ocurrió a lo largo de muchos años. El traslado del Centro Penitenciario de Córdoba a Alcolea hizo que aquella tradición iniciada a finales de la década de los setenta de la pasada centuria no pueda tener hoy en día su continuidad. En los ochenta -como muestran las fotografías- y los noventa del siglo XX, los presos hallaban la libertad, emocional y espiritual, gracias a la hermandad de la Merced, que precisamente este viernes rindió homenaje a la figura de la gallega -con la proyección de la mencionada película- con motivo del 195 aniversario de su nacimiento y dentro del programa de actos cultuales y culturales de su septiembre festivo: el mes mercedario. En aquellos tiempos, los internos de la desaparecida prisión tenían la oportunidad de disfrutar de la presencia de los titulares de la corporación del Zumbacón. No fueron pocas las ocasiones en las que las imágenes de Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas y Nuestra Madre y Señora Santa María de la Merced recorrieron los patios del centro en lo que para los reclusos era una jornada de intensa emoción.

Los titulares de la Merced acudían en Vía Crucis y rosarios de aurora. La hermandad describe esa relación en su web de la siguiente manera: “[…] y la celebración del patronazgo de la institución y de los propios internos, han marcado siempre el alma de unos y otros, habiéndose vivido momentos de intensidad tal que hermanos y presos se han fundido en abrazos y sollozos ante la mirada de nuestros titulares, habiendo portado juntos las parihuelas que los transportaban o en la salida procesional que algunos reclusos llegaron a realizar con la cofradía en los ochenta y noventa de la pasada centuria”. Si bien aquellas estampas no tienen lugar hoy día, la corporación mantiene, por supuesto, su atención a los presos. No en vano, es una de sus señas de identidad, que lo son también del carácter -a través de su cuarto voto- de la Orden de la Merced. La importante relación entre la cofradía y la cárcel se hunde en las raíces de la primera.

“La denominación de las advocaciones de ambas imágenes caería por su peso teniendo en cuenta el entorno geográfico e institucional y una gran parte de los fundadores de la recién nacida cofradía”, explica la corporación del Zumbacón en el apartado histórico de su web. Esto es en una doble vertiente: la cercanía de la Prisión Provincial, entonces ubicada en Fátima y por tanto en el radio de acción de San Antonio de Padua, y la procedencia catalana de parte de los fundadores, muchos de ellos trabajadores de la extinta empresa de manufacturas de algodón y aceite de Cepansa. Dichas circunstancias “otorgan sin duda alguna el nombre a Ntra. Sra. de la Merced y así hacen un guiño a la historia como herederos y garantes del espíritu rescatador mercedario”. Un espíritu que continúa vivo -la hermandad sigue su proceso para la obtención del privilegio de liberar un preso cada Cuaresma- y que, en modo alguno, establece también una relación con Concepción Arenal. La Merced así lo hizo este viernes con la proyección que relata el trabajo de la visitadora de cárceles.

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