Alegría y colorido camino del santuario de Linares

De nuevo se funden la raigambre popular y la religiosidad. Ocurre cada año desde hace más de 80 el primer domingo del mes por excelencia de la ciudad. Continúa el Mayo Festivo de Córdoba y lo hace esta vez con otra peregrinación, una de las más antiguas de Andalucía. En esta ocasión el camino conduce al santuario de Linares, cuya romería llena de color y alegría las calles de la capital antes de rendir culto a la imagen coronada de Nuestra Señora de la Purísima Concepción.

Sobre las nueve de la mañana arrancó el trayecto desde la avenida República Argentina, mismo escenario en que comenzaron la romería de Santo Domingo y la Batalla de las Flores en las dos semanas anteriores. Más de una decena de carrozas ofrecieron la tan tradicional estampa que casi parece antediluviano el origen. Centenares de personas dieron forma, sin que faltaran los cánticos, a una comitiva en que también hubo jinetes y amazonas y peregrinos a pie.

Hasta abandonar el núcleo urbano por la carretera N-432 rumbo a las estribaciones de Sierra Morena la romería transitó por el casco histórico de Córdoba. Cruzó la plaza de Las Tendillas para buscar San Pablo y de ahí atravesar la imaginaria ahora Puerta de Plasencia. Extramuros era hace siglos y ahora en la Ronda del Marrubial sólo parte del antiguo lienzo de la muralla atestiguó el paso de los romeros, que en el santuario habían de celebrar la misa en honor a la Virgen Conquistadora.

Tras el acto religioso la fiesta continuó en el entorno del templo con buen alimento y la música que siempre acompaña. Se cumplió un año más un peregrinar que hunde sus raíces en el siglo XIII. No en vano, la devoción hacia Nuestra Señora de la Purísima Concepción nació con la conquista cristiana de la ciudad en 1236. Fue entonces cuando Fernando III el Santo, rey de Castilla, entró en Córdoba con una talla bajo la advocación. Aunque la romería como se conoce hoy en día comenzó en 1941.