Hablar de ordenanzas fiscales es perder el tiempo
“No podemos perder el tiempo sólo en hablar” afirmaba la mañana del 14 de septiembre la alcaldesa Ambrosio, y la verdad es que da cierta pena. Da pena pensar que en la coyuntura actual el hecho de hablar es perder el tiempo, máxime cuando se refería a discutir sobre las ordenanzas fiscales, de lo que va a regular los ingresos y por tanto parte de la capacidad de actuación de la institución más cercana a la ciudadanía, el ayuntamiento, en una asamblea abierta a todo aquel que deseara participar.
Hablar, repartir el saber y el poder, es perder el tiempo desde luego cuando no se cree en la participación -y lo justo en la democracia. Cuando no se cree que esta pueda enriquecer las propuestas, mejorar su calidad y su eficacia. Cuando no se cree que mil ojos ven más y mejor que dos. Y es que la participación nos gusta, nos llena la boca, pero no sirve. No sirve porque no hay tiempo, porque el tema es demasiado complejo o porque está secuestrada por las personas de siempre. Así podía leerse en un artículo de opinión la semana pasada que las ordenanzas es un tema “demasiado serio” para ser dejado a merced del humor como se hayan levantado un domingo unos pocos. Por eso, como es demasiado serio, que decidan otros.
No deja de sorprender como la participación levanta tanta desconfianza y suspicacia. Aclaro que las decisiones con respecto a las ordenanzas serán comunicadas por cuatro concejales de Ganemos Córdoba con tanta legitimidad democrática como el resto. Sólo que en el proceso de definición de las propuestas y posturas habrán participado cientos de personas. ¿Cuál es el problema entonces? Y el problema apunta más al miedo, al miedo a lo nuevo, al intento de hacer las cosas diferentes, a cambiar los ritmos y modos -y sobre todo la estructura de poder- de este régimen económico y político aún cuando, demostrado está, cada vez genera mayor exclusión y desigualdad, deteriora lo que queda de nuestra maltrecha democracia y nos conduce a un certero colapso ambiental y social.
Estimada Ambrosio, le comparto el saber del Colectivo de Educación para la Participación - CRAC, un regalo, un tesoro que nos ha dado nuestra tierra: la participación requiere esfuerzo, dedicación, tiempo, constancia, recursos, cambio en los valores y actitudes de las personas, aprendizajes y desaprendizajes. La participación requiere apropiarse de los conocimientos, valores, aptitudes y competencias necesarios para poder participar (para poder pensar, decir y hacer por una misma) y hacerlo con otras personas (saber escuchar, dialogar, negociar, cooperar, trabajar en equipo...). La participación requiere formarse en ella y también posibilitarla, hacerla posible en medios, tiempos y mecanismos.
La participación, la participación horizontal y desde abajo, es difícil, no nos enseñan a participar, no sabemos participar, Ganemos Córdoba tampoco sabe y yo tampoco sé. Pero lo estamos intentando. Y lo intentamos porque partimos de una profunda confianza en la inteligencia colectiva. De la certeza de que la única posibilidad que tenemos de superar los importantes retos sociales, ambientales, económicos y políticos que enfrentan hoy en día nuestra sociedad pasa por el empoderamiento ciudadano, por la corresponsabilidad y por la toma de decisiones en amplios foros democráticos. Y lo intentamos, de la mejor manera que hasta ahora sabemos, porque entendemos que es la única vía de tomar decisiones legítimas y de subvertir el presente (des)orden conservando lo mejor de nuestra tradición democrática y de la modernidad. Mientras tanto, disculpen las molestias. Gracias.
Rodrigo Blanca Miembro de Ganemos Córdoba
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