Volver a los 17

Tuve una novia a la que le gustaba mucho el Viernes de Dolores. Era preciosa –debe serlo aún-. Era la Consagración de la Primavera antes de escuchar a Stravinsky, que estaba loco.

A mí me gusta el Domingo de Ramos. A mi novia y a mí nos gustaba salir del Instituto Séneca más temprano el Viernes de Dolores y prolongarnos hasta el Domingo de Ramos. Al sol, a la luna creciente de madrugada. Estábamos en COU. Era marzo. COU era el Amor y la asignatura de Historia del Arte. Besar a una chica y mirar una diapositiva de La Anunciación de Fra Angelico. Qué más se puede pedir.

Creo que nunca he sido más feliz en mi vida.

Este Domingo de Ramos pienso en vacunas AstraZeneca y en los lobbies farmacéuticos que rodean a eso que hemos venido en llamar Unión Europea. Tiene algo de paradójico.

Quiero volver al instituto. A ese sitio en el que todos y todas teníamos 17 años y todos los demás envejecían.

Volver a los 17, esa canción de puta madre.