Vértigo
Escribir un poema es pedirle el teléfono a una desconocida (E.G.)
Este verso vertiginoso merece ser celebrado como un gol en Maracaná: saltando con los puños cerrados, gritando y abrazándose a desconocidos en la grada.
Pero no estamos en el estadio, estamos solos frente a un libro en un estado de duermevela mientras la primavera sucede más allá de la ventana.
No pienso yo como aquel que dijo que abril es el mes más cruel; pero ya sé que hay ausencias que dejan la tierra baldía mientras, paradójicamente, todo brota ahí afuera.
Y eso también es el vértigo.
Y, de alguna manera, me gusta.
Creo.
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