Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Solaparse
Cuando no se acaba una cosa ya está llegando la siguiente. Se solapan. Llevo tiempo observando este asunto. Se ve muy claro ahora en tiempos de Cuaresma, cuando empieza antes de que acabe el Carnaval. Se ve en mi barrio, cuando está empezando a brotar el azahar antes de que se caigan o alguien recoja las naranjas. Los brotes de la flor comparten hoy árbol con el fruto ya arrugado en el mismo árbol como si fueran estudiantes de Erasmus o becarios mal pagados en la habitación de unos jubilados de Noruega.
A mi tortuga anfibia, María Jesús, la sorprendió una borrasca y la sacó de su estanque para acabar bajo la maceta de la hierbabuena. Y, luego, volvió a su piscina donde se supone que aún debe hibernar. No puedo describirles aquí la cara de pasmo e incredulidad de mi tortuga. Ella está bien, no se preocupen. Mientras, la “jardinera” donde intenta vivir la albahaca ha sido solapada por cierta flora ignota que traen en sus patitas las palomas y otros pajaritos que intentan colonizar poco a poco mi terraza.
Aquí me acuerdo de Tippi Hedren y me acojono un poco. Lo reconozco. Sí, esa, la madre de Melanie Griffith, la pija que fue a Bahía Bodega, ya saben.
Creo que a la tortuga también se le solapan los tiempos y calendarios. Y eso que sabe, por especie, lo que significa el tiempo. Se le supone, al menos.
Solapar es también superponer, disimular, ocultar, también coincidir o converger. Hasta falsear o enmascarar. Si “solapar” fuera un futbolista, diríamos que es de esos “que le dan con las dos piernas”, un “box to box” de lujo, siempre en mi equipo.
Por cierto, el otro día estuve viendo el fútbol de mi club en un bar del barrio. Al acabar, ganamos poco pero ganamos, cuando pagaba mi consumición, el amable camarero me regaló un librito de esos de la inminente Semana Santa. La portada del folleto era la Virgen del Rosario llorando mucho, la pobre. La contra era una foto maravillosa del mítico Luis Aragonés, histórico jugador del Atlético de Madrid y, luego, seleccionador de España con una Eurocopa en la vitrina.
Fantástico el folleto.
Solapar se llama el verbo. Un santo le da sentido al otro, y el tiempo pasa.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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