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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Profilaxis

Imagen que acompaña al post.

Juan José Fernández Palomo

1 de junio de 2024 20:19 h

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Todas estas palabras de origen griego que tienen que ver con la Medicina, la farmacopea o esas cosas parecen tener aroma a formol. Lo que alguien podría llamar también “olor a limpio”. Es un concepto muy relativo y, por lo tanto, muy subjetivo. Formol es también una palabra muy forense, advierto.

 Profilaxis es limpieza y, sobre todo, prevención. En la Medicina, la profilaxis es la acción preventiva de la aparición de las enfermedades infectocontagiosas y en el caso de que suceda su manifestación, la profilaxis busca contrarrestar su propagación en la población.

Es por eso que su poder metafórico da tanto juego.

Ahora estamos en plena campaña electoral de unas elecciones europeas. Una circunscripción única y, aparentemente, muy ajena. Sin tal vez quererlo, los representantes políticos que se enfrascan en estas cosas están apelando a la prevención (ya saben aquello mal leído de que “un fantasma recorre Europa”…). O tal vez eso de que más vale prevenir que curar.

Creo que todos están en fase profiláctica, previendo posibles contagios, como en un presunto efecto mariposa difícil de explicar: ¿Acaso la tala de árboles en mi barrio depende de un lobby supranacional? ¿Me dicen, de verdad, en Bruselas, a qué hora y cuándo debo ordeñar a mi vaca en Valsequillo? ¿Debo seguir maridando atún y chocolate en Barbate, valga el ripio?

La urna de metacrilato del cole de tu barrio instalada para votar en las elecciones europeas es tan profiláctica, tan preventiva, como esa de las afueras de Rímini o la del centro de Aix en Provençe o aquella del instituto de Oberndorf a donde emigraron tus padres en 1963. Y volvieron.

Por cierto, el inventor del metacrilato está en el infierno. Allí recibe, sentado en un taburete transparente al borde de una mesa, también transparente, intentando disculparse eternamente por su arrogancia, digamos, doméstica.

Una madrugada, hace unos años, una amiga y yo volvíamos a casa con los ojos vidriosos y cogidos de la mano. Pasamos por una farmacia de guardia 24 horas y entramos. Me dirigí al mancebo, un joven recién titulado, supongo, y le pedí “profilácticos”.

Desapareció un momento del mostrador y de la rebotica trajo dos frascos de colutorio para las encías y los dientes, uno verde y otro rojo.

“Con esto, la profilaxis está asegurada”, dijo.

Yo, un poco superado por el acontecimiento, me giré hacia mi amiga y ella me sonrió y dijo en un susurro: “Compralos, nos servirán”.

El de la farmacia sabía algo de griego. Está claro.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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