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La Buena Muerte

Juan José Fernández Palomo

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Mi madre murió de cáncer a mitad de los años 80, mientras sonaban en mi walkman Parálisis Permanente, Golpes Bajos o Gabinete Caligari.

El walkman que yo me ponía cuando descansaba de estar cuidando a mi madre.

Mi madre, tras ser tratada de un cáncer de huesos en el Hospital, sufrió una devastante metástasis que le afectó al resto de cosas de importancia que usted y yo –y ella- tenemos en el cuerpo, ahí por dentro de lo que parece una figura.

Mi madre, fue desahuciada del Hospital para volver a casa a morir –curiosa utilización de vuelta del verbo desahuciar-. Cinco meses estuve durmiendo en un colchón a los pies de su cama mientras mi padre, joven aún, viajaba por razones de trabajo y llamaba a casa buscando un parte, alguna noticia diferente.

Un médico, un hijo de puta, salía de turno en el Hospital y pasaba por casa para engañar a mi madre –a mí, no- y decirle que la supurante herida de su cadera iba cada vez mejor. Se llevaba 5.000 pesetas limpias de cada visita a mi casa, por mentir, dinero que yo sacaba de una cajita metálica de la cual mi padre me dejo la llavecita.

Ese médico me enseñó a inyectarle a mi madre ampollas subcutáneas cada madrugada, morfinoides que ayudaban a dormir más a mí que a ella. Olían a algo mentolado.

Escucho en el Parlamento, más de treinta y tantos años después, argumentos lamentables sobre la necesidad de una decente Ley sobre la Eutanasia. Hemos escuchado barbaridades sobre si esa ley oculta una estrategia para no pagar servicios sanitarios o ahorrar en las pensiones de nuestros mayores. Una vergüenza en toda regla.

Al padre de mi madre, mi abuelo, lo fusilaron en una curva a la salida del pueblo en el año 1948.

A mi madre, la hija de mi abuelo, le jodieron la vida. También tuvo una muerte muy jodida.

(Substituyan “joder” por “fastidiar”, si quieren. Se entiende igual).

Les juro que aún tengo ese puñetero olor mentolado de los inyectables subcutáneos metidos en mi pituitaria.

Ahora, intentad venderme una papeleta a beneficio de la Buena Muerte. Si tenéis huevos.

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