And the Oscar goes to...
El otro día, en esta gran producción audiovisual titulada “DUI frente a 155”, el Oscar al mejor diseño de producción se lo llevó el equipo de la Generalitat.
Esta categoría de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, también llamada “mejor dirección artística”, distingue a la mejor combinación de decorados, vestuario, cachivaches accesorios, trabajo de la foto fija y demás cosas que permitan realizar la acción, los movimientos de cámara y los diálogos de los actores de la manera más armoniosa y menos “cantosa” para el desarrollo de la trama de la peli en cuestión.
Han sido merecedores de esta distinción filmes como Ben-Hur, El extraño caso de Benjamin Button, Chicago, Mujercitas, Cleopatra, Zorba el griego, El paciente inglés, Doctor Zhivago, My Fair Lady, La Guerra de las Galaxias, Amadeus, El Último Emperador, El Gran Gatsby o La la land, entre otras muchas desde 1928.
Frente a la anodina puesta en escena de ese cementerio de elefantes llamado Senado, el todavía govern de la Generalitat optó por una eficaz escenografía en la escalinata noble del Parlament de Catalunya: colocó a unos 500 alcaldes-figurantes enarbolando los bastones de mando de sus ciudades y pueblos consiguiendo una emocionante y, a la par, armoniosa escena de reminiscencias decimonónicas que nos hacían recordar a famosas pinturas épicas de autores como Delacroix y otros.
Es por eso, que en esta edición, la Academia –que soy yo- decida distinguirlo con el Oscar al Mejor Diseño de Producción.
Ahora bien, que globalmente, la película en cuestión no tenga recorrido comercial, que se convierta en un clásico imperecedero o en un film absolutamente olvidable o, directamente, en una mierda sólo apta para frikis de la serie B, ya no depende de mí. Que soy la Academia, en este caso.
0