Tierra trágame viva
Tengo una clara tendencia a meterme en fregaos de la forma más inesperada y ansiar el desaparecer ipso facto. Los que ya tenemos asumidos el ser unos bocachanclas, conocemos perfectamente esta terrible sensación en la que de pronto dices o haces (puede que sólo lo pienses pero estamos tan enajenados que casi asumimos que los que nos rodean son capaces de leernos la mente, ahí es nada) algo que va a derivar en tu humillación pública y ardor mejillilmejillil.
Cómo solventar estas situaciones ya depende del gracejo y compostura de cada persona, que haberlos haylos capaces de salir de cualquier situación con una buena carcajada y aquí guerra y después paz, pero si a tu cagada y/o ridiculez suprema le sumas una rojez inaudita en tus pómulos y una mirada de “esto... ¡noooo!” estás perdido. No queda más que suplicar un Tierra trágame (y escúpeme bien lejos de aquí, a modo de detalle).
Momentos incómodos como el clásico infantil abrir la puerta del dormitorio de tus padres en un momento íntimo (ahora “familiar” y siempre presente en tus retinas), que justo mire la pantalla de tu ordenador el jefe cuando estás viendo una imagen de un equidna bebé (y nunca es SÓLO una) en lugar de ese power point que te había pedido hace un mes (referendúm por la prohibición del uso de este programa YA), o ver una foto y decir “dios que niño más feo” y sí, la protagonista de esa instantánea de hace veinte años es esa chicA a la que parecías estar cayendo guay.
Plas - plas -plas.
Deseos de tragadas de Tierra como cuando te la juegas a una cita a ciegas. El chascazo que esto podía suponer hace años al descubrir que te habían organizado una quedada con un ser del inframundo, se solventa hoy en día gracias a las redes sociales. Genial. Ahora además de contarte tu vida y milagros en largas conversaciones vía móvil (qué bien estar disponibles y leídos las 24 horas ¿qué no? estupendísimo), puedes ver gran cantidad de fotos de esa persona previamente y ver cómo es...
Pero ay madre, el universo foto. Vale que todos podemos cambiar un poco de una imagen a otra (más aún si compartimos aquellas de hace como quince años excusándonos con que hemos “cambiado un poco”, la hostia tú) pero es que ¡hay personas que no se parecen a si mismas! Vamos a ver, ¿qué has hecho con tu frente atletí en el resto de imágenes? ¿insertar a otra persona en ese GRAN espacio?
Entre los más viva y bravo están esos momentazos en los que decides criticar sin ningún tipo de base, solo desde el más puro comentar porque sí, a un actor, director, cantante, humorista... delante de alguien a quien te acaban de presentar y resulta que es su padre, tío, madre e incluso ¡él mismo! (si es que la gente cambia mucho de imagen a realidad... jurl).
Y qué decir de hablar malamente de alguien y que te escuche cuando, por ejemplo, te vas de la lengua en la cola de un baño y ¡uy! casualmente sale de dentro con cara de circunstancias. No tiene por qué ser directamente la persona protagonista quien te pille haciéndole un traje nuevo, con que sea su mejor amiga, pareja, abogado o madre, ve pidiendo sitio un poco más abajo del manto terrestre.
Ni qué decir del peligroso terreno de la embriaguez. Ahí puede ser una tras otra. A lo loco. Sin embargo, en estas cagadas lo tengo claro. La Ley del Borracho es clara: no se cuentan los hechos sonrojantes acontecidos durante una laguna. Si no recordamos qué hicimos bla será porque nuestras sabias mentes lo han borrado... Más que la Tierra, aquí suele ser más el deseo de ahogarnos en ese espacio temporal extraviado.
Los encuentros inesperados con exsexs también suelen derivar en un deseo extremo de invisibilidad: encontrártelo con su actual pareja (aquella chica que le caía tan guay, ya, no era ni es por su volumen senil, fijo), encontrártelo de cachondeo con tus amigos (aquellos que lo calificaban de EXTREMO capullo frente a ti apenas treinta y dos horas antes), encontrártelo mientras está ganando la primitiva o justo después de que te haya caído accidentalmente un saco de abono encima y del revoloteo de las aves migratorias se te peguen mogollón de plumas por la cara (que sí, que veo MUCHO la tele).
Cuando te cruzas con un conocido a quien pasas de saludar pero, maldición: esa persona ya te ha visto previamente y tu rostro es puro MALFINGIR cuando se acerca a saludarte y se te nota en la mirada (que vives por Fuenlabrada) y en tu tez tomatil que te habías hecho el longuis. Los infiernos deberían tragarnos también cuando tras darle una mala excusa a alguien (pongamos, la misma persona que en el anterior ejemplo y así ya nos hacemos una idea de lo brutalmente bien que nos cae) para no tomar “un algo” y tu bocaza suelta en su cara el planazo que realmente hiciste en ese momento. Con suerte te ha escuchado lo mismo que tu a él y chispúm.
El momento shoppingshopping puede llevarnos a un mal rato cuando en esas pequeñas saunas públicas llamadas probadores se traba una cremallera en pleno mollete lorzil (encima duele) y ni que decir ya si directamente te cargas la prenda. Yu-jus. Bueno, lo mejor en estos casos es pensar dos cosas:
1. Qué mal hecho está el patrón porque “mi talla es”
2. Bah, tampoco van a despedir a ninguna de estos pobres empleados por este incidente irreparable (¿no verdad? Si así fuese, por dios Señor Inditex deje de hacer la ropa con Ballerinas y de poner cremalleras de la ropita del Baby Fever)
Más veraniego está el salir desnudo (con los ojos inyectados en sangre del salitre y todos los mocarros de tu infancia escapando por tus narinas) de un revolcón en una ola y no percatarte hasta un rato después. Un “océano por qué no me has tragado como hiciste con mi traje de baño y dignidad” en toda regla.
Creo que una de mis preferidas es tener durante horas un algo asomando por la nariz, pegado en un diente o en una comisura de la boca mientras te relaciones con cientos de desconocidos en una cena de antiguos alumnos del colegio, en una entrevista de trabajo o el día que te presentan a toda la familia de ese alguien. Gracias espejos de baños por mostrarnos una realidad innecesaria, total, podría ser tu rasgo de identidad o llevarlo a posta. Qué sabe nadie.
Algunas de estas vergüenzas transitorias que duran un rato.
Pero se pasan, y te ríes.
https://www.youtube.com/watch?v=bOZsckDTjhg
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