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Esperanza y el clítoris

Alba Ramos

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Sabíamos que andaba cerca pero no nos esperábamos que la paseasen de tourné por cada una de nuestras mesas como si de niños enfermos hospitalizados se tratase a preguntarnos en qué andábamos. Porque ella lo tiene que saber todo, hay que ver.

Y así pasó que se acercó Esperanza Aguirre hacia nuestro sitio para saber en qué temas estábamos trabajando. Tras declararse fan de nuestra sección –otra cosa no, pero está tipa tiene un don de gentes ACOJONANTE, que da miedo vaya– llegaron las respuestas.

“Yo de un tema sobre la suerte y cómo funciona”, explicó uno, “y yo de un uno de recetas de fritos”, dijo el otro, a lo que ella exclamo “oh claro, de alimentación que eso interesa mucho a la gente”, “¿Y tu de qué escribes?”.

Aquí viene mi momento estelar. Gracias cerebro por no improvisar NADA y sincerarte con un: “del CLÍTORIS”.

Mi papel, similar al de la niña de nos pegan. Estupendo.

No, no se arregló la cosa cuando vino la contrapregunta: “¿pero de qué exactamente?”. Allá vamos Alba, cúbrete de gloria: “de cómo ejercitarlo y tal”.

Viva y bravo.

Situaciones en las que piensas Tierra trágame viva que ya recopilamos en ediciones anteriores de este disaster, pero que hoy vienen a mi mente más y más momentos en los que sencillamente, la has cagado y no hay marcha atrás.

Por continuar con el tema del día, el clitoriano, te va a ser complicado de arreglar si pronuncias el nombre de persona equivocado –exacto, en la cama– o comentas con alguien lo fatídica que estuvo una determinada faena y entre los interlocutores está su ex o alguien en proceso de empezar algo –¡eh!, pero seguro que ultrabonito, quizás lo haya solucionado...– con esa persona.

Puedes perder amistades si exclamas que determinado vestido que ves por las calles es La Hez y tu amiga se lo ha comprado, decir que un ser es un trol y sea la pareja de un colega, hacer una broma nazi –ya, juas!– delante de un colectivo inmigrante o si te inventas un plan que te ha impedido acudir a una supuesta cita y... ¡bocachanclismo! Comentas en la cara de la persona engañada lo bien o mal -si es lo segundo igual hasta das pena- que lo pasaste.

Clásicas giñadas 2.0 son mandar el mensaje de guasap a quien no era -superable si lo haces en el trabajo, vía chat, y le llega a algún jefazo- o enviar un vídeo de youtube como ymodoba a una peña alemana con la que estabas contratando un servicio externo de varios cientos de euros. Vale... Esto igual no es muy común. Creo que debería darle más vueltas al maldito “enviar”.

Aunque, las cosas como son, me he superado a mi misma.

Por cierto, de cerca tiene los ojos muy rojos. Deja ya el lápiz del Deliplus por el amor de dios. Si hay segundo round le hablo de el cierrabares de Vispring.

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