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No hay debate

Alba Ramos

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Conozco mucha gente a la que le flipa discutir. Se lo gozan vaya. Pero estas conversaciones no tienen por qué desarrollarse en torno a temas transcendentales, no. Algo tan simple como si 'Sólo en Casa 1' era mejor que la 2 puede llevarles a largos debates (como si no todo el mundo supiese que son igual de buenas, solo que las trampas de la segunda son más hardcore, evolución) que terminan EN NADA.

Hay muchos tipos de discusiones. Están las laborales que suelen acabar en un sencillo lo hago, una crítica colectiva hacia el jefe (siempre espalderas, no vayamos a decir nada a la cara) o un hasta luego (plas plas plas); las políticas, difíciles de llevar con gente cuyo cerumen es tan elevado que no es capaz de entender (aún más grave, de escuchar) nada que no esté dentro de su “ideario”; las de pareja, que se caracterizan por incomodar a todo el que está alrededor sin que tenga nada que ver con la mandanga (ya sea en versión te piden opinión - ¿A qué sí?- o porque habites pared con pared), las de competiciones deportivas, que molan porque están cargadas de insultos gratuitos que desde la lejanía hacen risas (de bastante metros de separación hablo); las de vecinos dónde de paso ves las caras de otros individuos que padecen igual que tú el acoso buzonil de las inmobiliarias, restaurantes chinos (¡para qué tanto tríptico si sois los mismos! ¿Os sobraban logos? ¿Cuántas líneas de teléfono tenéis si es la misma dirección?) y, últimamente y no sé si preocupante, clínicas dentales; y, dentro del ámbito personal, un sin fin más.

El HORROR vamos.

Para más inri en la tele cada vez hay más tertulias o debatestertulias debates. Pero no se equivoquen, no es que estemos cambiando hacia una sociedad en la que se hablan las cosas para llegar a acuerdos o conclusiones que puedan suponer un bien para el pueblo como que las empresas de pavo dejen de enrollar las lonchas a lo loco y haya un nuevo sistema en el que ¡hey! puedas extraer una sin romper otra tres en mil pedazos. No.

Fíjense. El truco está en que además de ser un formato de lo más barato siempre contertulian los mismos seres y estares. Entre esto y repetir en loop capítulos de series, ¡vaya! ¡Tienes una cadena de televisión!

Especialmente delezno los debates moderados (ju-as) por entes de cuyo nombre me fliparía no acordarme en los que invitan a varias personas que OPINAN IGUAL para, básicamente, poner a parir bajo una misma línea de argumentos indiscutibles (porque insisto, no hay nadie que les discuta en esas mesas de colores estridentes) lo que sea que les parezca ña. Así, ¿qué sentido tiene un debate sobre la reforma de la Ley del Aborto con un cura, una profesora de catequesis y un señor del Opus Dei? Como no sea para que al escucharles se la replanteen sus propias madres...

Quizás por esto (y muchas cosas más, ven a mi casa por Navidad), odio discutir. Varias cosas que me han llevado a este desprecio están directamente relacionadas con características de los debatidoresdebatidores (siiiii, no puedo dejar de crear) de hoy en día:

  • Subir los tonos de voz para hacerse escuchar. En serio coño, dejad de hablar tan alto. Si la credibilidad se midiese en decibelios, personajazos como Lydia Lozano tendrían la verdad en su mano (cucha qué rima más tonta)
  • Normalmente los únicos que quieren debatir de ese tema son ellos mismos. Lo tienen entrenado, se han “documentado” y van a por todas. En serio, no podemos invertir más tiempo del estrictamente necesario (si es que lo hay) en analizar si el material de la redecilla de los Minibabybel es o no el mismo que el de los calabacines de malla (¡Uh! perdonad, que esto ya puede hacer que se trate elementos diferentes... ¡Tarados!)
  • Que apenas nadie trata de convencerte mediante argumentos sino por imposiciones (como pasó en los 90 con los sombreros rarunos con un floripondio que lucía Blossom o las gemelas Taia y Tamera, las sister sister vaya, y que sin que viniese a cuento de nada de pronto aquel accesorio gnomil era la crema, maldita sea). ¿Lo tuyo es correcto y lo mío no? Fenómenal. Entonces, ¿por qué nunca acaba EN ESE MOMENTO la discusión? Francamente, me declaro FAN de la expresión usada por la recién desaparecida María Antonia Iglesias a modo de cierre de bronca en un debate en 'La Noria': “Me la bufa lo que digas”. Esto solucionaría muchas tontás.

Pero, por suerte, y como dice mi amiga Yara, hay cosas que NO son debatibles.

Como por ejemplo que la goma de borrar boli no borraba la tinta del bolígrafo sino que rajaba el papel vivo. Exterminio total de tu palabro y, con un mínimo esfuerzo, de varios folios más allá. No hay debate.

Que los ceniceros fabricados para apagar los cigarrillos con agua deben llevar agua. ¿Hola? Es uno de los fails más grandes cuando dejas una colilla y ¡maldición! generas una hoguera con esas servilletas que no secan NADA (éstas y otras Disfuncionalidades aquí) pero arden que no veas. No hay debate.

Que la cerveza caliente es un asco. No hay debate.

Que un me la bufa es el mejor cierre de discusión de todos los tiempos. No hay debate.

Que el corrector del móvil busca el mal siempre y selecciona de su amplio abanico de conocimiento las palabras más inapropiadas (estaba malita, no maldita). No hay debate.

Que las mierdas que aguantamos las mujeres por las calles, especialmente en verano pero viene siendo durante todo el año, a las que algunos denominan “piropos” son una agresión. Todos miramos, sí, pero sólo unos pocos tienen la capacidad de denigrar a las personas y dar un asco infinito como seres vivos. No hay debate.

Que NADIE ha visto jamás un baño con tanta cal acumulada como los de los anuncios de productos antical. Por dios, ¡si parece que una familia numerosa ha estado años escupiendo los restos de la pasta de dientes sobre esos azulejos! No hay debate.

¿Y el momento abre fáciles? Ya, claro. Gracias por NADA. Que tenemos los huesos de los dedos deformados por esta práctica casi diaria en el rescate de alimentos. No hay debate.

Que ya sabemos que en verano hace calor y en invierno frío. No hay debate (ni noticias, deduzco).

Que el chándal de corchetes hizo mucho daño. No hay debate.

El sinsentido del papel de Ana Obregón en 'Ana y los siete'. No hay debate (y ojalá tampoco recuerdo).

Por favor, vean este spot que me tiene loqui desde hace una semana.

Porque NADA de lo que se narra encaja en su boca.

https://www.youtube.com/watch?v=VtSUgwspkSc

Y una vez más, no hay debate.

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