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¿Queda alguien al volante?

Daniel García-Ibarrola, en la presentación de Fitur

Aristóteles Moreno

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La gestión del concejal denota fragilidad e inseguridad

Rafael Clavero Coordinador general de Turismo

A estas horas de la mañana la pregunta que gravita sobre Córdoba es cuántos altos cargos de la administración quedan en sus puestos de trabajo. Si recontamos el catálogo de ceses y dimisiones de gerentes, directores y coordinadores generales se nos cae el Exin Castillos a cachos. El último abandono se produjo hace apenas cuatro días. El coordinador general de Turismo dijo adiós cuando aún no hace ni diez meses que fue nombrado para su cargo. Aunque no lo crean, hay matrimonios que duran más.

El señor Clavero se fue disparando con balín contra el concejal que lo puso en su sitio. En una carta digna de la mejor literatura caballeresca, acusó al señor García-Ibarrola de “fragilidad” e “inseguridad” en el desempeño de sus responsabilidades. Hemos leído adjetivos de todos los colores en las misivas de despedida de nuestros ejecutivos públicos. Pero pocas como esta han desprendido un aroma a Camela que tira para atrás.

La administración pública es, a veces, un lugar inhóspito sometido a tensiones insoportables. Se transita del amor al despecho burocrático con una velocidad que acojona. Eliges al mejor directivo, el más solvente, adornado por cualidades insuperables, puntual, diligente y capaz, y en unas cuantas semanas se convierte en un tipo incompetente del que es preciso divorciarse cuanto antes.

El señor Clavero se fue hace cuatro días, ocho antes que el gerente del IMAE, que fue destituido un mes antes que el de Mercacórdoba, el cual abandonó su cargo cuatro semanas después que el gerente de la Orquesta, que, a su vez, se fue nueve días más tarde que el responsable de Sadeco y dos meses después que el jefe del Imdeec, signifique lo que signifique este inquietante acrónimo. Todo ello sin contar con el despido fulminante del director de la Orquesta, la directora del Museo Arqueológico y el responsable del distrito centro de salud.

Como ven, desde otoño no hay quincena sin que el castillo de la administración pública pierda a una pieza angular de su engranaje. A este ritmo, pronto parecerá una cooperativa autogestionaria sin un puto jefe al volante. Y, oiga, quizás hasta salgamos ganando.

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