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Literatura castrense

Lago de Cerro Muriano donde murieron los dos militares

Aristóteles Moreno

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Me suda la polla. Todo el mundo adentro

Capitán responsable de la maniobra de Cerro Muriano

La lengua española es un universo inabarcable plagado de perlas literarias verdaderamente admirables. En su vasto territorio, lo mismo te tropiezas con los versos sublimes de Neruda que con la prosa chusquera de un capitán de Cerro Muriano. Como pueden apreciar en el entrecomillado, la literatura castrense es un subepígrafe de la lingüística genital, que, a su vez, emana de la semiótica masculina en un círculo vicioso cuyo origen es difícil descifrar.

Lo que sí sabemos es que la masculinidad mal digerida del capitán de marras lo condujo a componer una de las joyas de la literatura militar contemporánea con consecuencias funestas para la vida de dos soldados. Cuando a un mando del Ejército español le suda la polla por algo, lo conveniente es echar el cuerpo a tierra.

La historia de España está llena de arrebatos genitales, que empezaron con una varonil interjección de la literatura cuartelera y acabaron en el secuestro del Congreso de los Diputados pistola en mano. La cutre hazaña del colonialismo español, sin ir más lejos, no es sino una exhibición pornográfica de la virilidad patria, que algunos han convertido en mito nacional.

La mañana del 21 de diciembre pasado el agua del estanque de maniobras de Cerro Muriano estaba a punto de nieve. Los soldados que se adentraron para comprobar la viabilidad del ejercicio se quedaron sin respiración al tomar contacto con el gélido elemento y recomendaron al capitán la suspensión de la prueba. “Me suda la polla”, recitó el mando militar con ese tierno aforismo que hoy ya es historia de la prosa castrense.

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