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Ecologista los días impares

Vista general de la plataforma sur de El Cabril.

Aristóteles Moreno

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Andalucía no quiere ser el vertedero de nadie

Juan Manuel Moreno Bonilla Presidente de la Junta de Andalucía

Si usted cierra los ojos y escucha aisladamente esta frase, no tardará más de cinco segundos en atribuírsela a un ecologista antinuclear de los de pelo largo y chaqueta de pana. El entrecomillado que tienen arriba se refiere a la anunciada ampliación del almacenamiento radiactivo de El Cabril, que, como usted bien sabe, adorna la sierra de Hornachuelos desde principios de los años sesenta.

La frase, sin embargo, pertenece al señor presidente de la Junta de Andalucía, cuyo partido, por cierto, es un conocido aliado del lobby nuclear. Sin ir más lejos, hace un par de semanas apoyó una moción de VOX para alargar sine die la vida de las centrales y declarar limpia la energía atómica.

La pregunta, por lo tanto, cae por su propio peso. Si la nuclear es una energía limpia y saludable como el agua de venero, ¿cómo diablos va a convertir en un vertedero Andalucía? El señor Moreno Bonilla, según vamos viendo, se pone la chaqueta de pana ecologista los días impares y los pares se calza la corbata nuclear del lobby energético correspondiente.

Hay días en que el Moreno Bonilla activista saca la pancarta antinuclear ante los mismos morros del lobbista atómico que lleva dentro. La semana pasada, por ejemplo, nos dio un recital en el Parlamento andaluz sobre el peligro que representan los residuos radiactivos para el medio natural, la fauna, la flora, el hábitat y el interés comunitario.

El señor Bonilla cogió velocidad de crucero en su denuncia ambientalista hasta el punto de que hubo un momento en que temíamos que se encadenara en el cementerio nuclear de El Cabril para exigir su inmediato desmantelamiento. Todo ese “pasivo radiológico se va a quedar en nuestra tierra”, dijo con solemne tono ecoandalucista. Lo que no sabemos es qué diablos habrá contestado el Bonilla encorbatado del lobby atómico ante semejante andanada ecoloantinuclearsoberanista.

En 1987, el Parlamento andaluz se pronunció en contra de la ampliación de El Cabril y rechazó la llegada de residuos radiactivos procedentes de las centrales nucleares. Andalucía, vino a decir, ya ha pagado suficiente peaje con el cementerio de Hornachuelos. La moción, no lo olvidemos, fue aprobada por unanimidad. Ha llovido desde entonces. Lluvia radiactiva, para ser más concretos.

En todos estos años, los grupos parlamentarios se han ido colocando la chaqueta de pana y la corbata radiactiva según gobernaran en Madrid o en el Palacio de San Telmo. Ahí tienen el ejemplo impecable del señor Bonilla. Pero no es el único. Ecologistas de temporada hay la tira en nuestro querido vertedero andaluz.

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