Una bruta en el museo
- Buenos días,
Afrodita ¿cómo se reza a las diosas?
- A mí no se me reza, a mí se me adora, bueno, en realidad se me venera. Los romanos me llaman así, Venere.
- ¿Pero usted no era griega?
- Madre mía, qué despiste tienes. A mí me imaginaron los griegos y los romanos me catapultaron definitivamente la fama. No hay más que ver el mármol que trajeron para tallarme. A ver quién aguanta 2000 años con este cutis.
- Pues sí que es verdad, tiene usted toda la razón. Está estupenda ¿le importa si la tuteo?
- Mujer tú verás, pero que griega o romana soy una diosa.
- Es usted divina. El caso es que mirada por abajo parece usted una pureta que empieza a perder la cintura y el culo.
- Pero ¿tú me has visto bien las tetas? Nena, duras como una piedra
- También es verdad. A lo que iba…
- Eso ¿qué decías de venerar?
- Ando liada con la tesis doctoral. Se me ha ocurrido averiguar qué les pasaba a las #señorasdelxix por la cabeza cuando leían u oían que eran unas incapacitadas para el sexo
- ¿Incapaqué?
- Que decían los doctores que ellas no podían sentir ni deseo ni placer, pero a mí eso no me cuadra. Y cómo usted sabe tanto del asunto, pues he pensado que a lo mejor me podía echar una manita.
- ¿Estás de broma? ¿Me has visto bien? Una manita, dice.
- Uy, disculpe, no me había percatado del detalle. Bueno, entonces ¿qué? ¿me ayuda o no?
- Mira nena, 19 siglos es demasiado tiempo como para seguir dando crédito al argumentario de algunos contra nuestros cuerpos ¿tú me has visto bien este perfil? Podría ser sífilis, pero, no nena, esta cara la tengo gastada de las veces que me he tenido que echar las manos a la cabeza por escuchar disparates.
- Me lo pinta usted fatal
- Que si fuera fácil ser mujer, íbamos a estar las dos aquí solas. Tú hablándole a una piedra y yo con una lumbalgia milenaria. Ale, a seguir bien
- Gracias diosa
- Adiós divina
*Afrodita agachada, siglo II, Museo Arqueológico de Córdoba
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