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Vanesa Lozano: “Las sectas usan momentos de incertidumbre como el actual para ganar adeptos”

Vanesa Lozano | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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Hace casi tres años que la vida de Patricia Aguilar y su familia dio un vuelco de 180º. La joven de Elche se marchó hacia Perú días después de haber cumplido los 18 años. Sus padres siempre supieron que este viaje no había sido voluntario, que había algo detrás. Tuvieron que viajar hasta el país sudamericano para volver a España con su hija y su nieta, de apenas unos meses. Patricia había sido captada por Félix Steven Manrique, un gurú sexual que empleó todo tipo de técnicas posibles para anular a la joven y convencerla de que había sido elegido por Dios para repoblar el mundo ante un inminente apocalipsis.

Hoy, la experiencia de la joven puede leerse en el libro Hágase tu voluntad, de la periodista Vanesa Lozano (Pozoblanco, 1989), quien ha puesto voz a una historia real que nos acerca al mundo de las sectas, a sus modus operandi y a la falta de una legislación en España que ayude a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y a las familias que se enfrentan a la desaparición de un ser querido tras ser captado por una secta. A la familia de Patricia sólo les quedó el empeño de la Policía peruana que, con escasos recursos, no dejó de buscar a la joven hasta encontrarla.

En primera persona, Patricia relata los abusos, malos tratos y vejaciones que sufrió durante el año y medio que duró su cautiverio. Un relato cruento que se intercala con la desesperación y el coraje de toda una familia, en especial, de su padre, Alberto Aguilar, y de su prima, Noeli Bru, quien inició una investigación paralela ante la falta de avances en España. Gracias a esto llegaron a tiempo para su rescate y evitaron que otra menor siguiera sus pasos. Félix Steven Manrique cumple 20 años de prisión por el delito de trata de personas. En España, el caso de Patricia Aguilar fue archivado.

PREGUNTA (P). ¿Dónde te encontrabas cuando ocurrió el caso de Patricia Aguilar?

RESPUESTA (R). Cuando desapareció Patricia, en enero de 2017, yo estaba en Interviú. La familia llegó pocas semanas después de denunciar su situación. Los padres se sentían muy impotentes porque les habían dicho en la Policía que su hija era mayor de edad, que aparentemente era una desaparición voluntaria. Así es como están consideradas las desapariciones de personas cuando son captadas por una secta. Que Patricia fuera mayor de edad fue un hándicap muy grande ya que no podía ser tratada como una desaparición de alto riesgo. Con esa impotencia de que no se va a hacer nada porque la Policía no tiene capacidad para investigar más allá, los padres pensaron que había que hacer algo más. Iniciaron una investigación por su cuenta, con mucho retraso y sin poder evitar que se cometieran hechos más atroces contra Patricia, que dio como resultado que se pudiera rescatar a su hija, a otras dos mujeres y a los niños.

Las sectas no buscan personas débiles, sino a gente brillante

P. Acudieron a medios locales pero no recibieron demasiada atención.

R. No sólo recurrieron a medios locales. A Interviú nos llegó el caso cuando ya habían acudido a algún medio nacional pero al tratarse de un tema de sectas… Primero, no estaba muy claro que la desaparición tuviera que ver con una secta. Si la Policía no lo tenía claro, más difícil iba a ser convencer a un medio de comunicación que detrás de la desaparición había una secta. Sin embargo, la familia lo tuvo claro desde el primer momento porque Patricia dejó evidencias físicas en su habitación. Y, segundo, hay un problema de sensibilidad en la sociedad con respecto a este tipo de temas. Tendemos a pensar que sólo cae un loco, que algún tipo de problema tendría… La revictimización de la víctima y de la familia, por ende. De alguna manera, como en la sociedad no interesa o se ve como ajeno este problema, tampoco a las audiencias ni a los lectores les va a interesar este tipo de problema. Con lo cual, lo que le habían dicho, con otras palabras, es que el tema de las sectas no da audiencia. Queda un largo camino por recorrer. Es verdad que el caso de Patricia ha servido para cambiar un poco la mentalidad, aunque no los protocolos ni la ley, pero sí que ha cambiado mucho la capacidad de entendimiento de una parte de la sociedad y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que es lo más importante. Ellos, que son el primer filtro y donde tendría que haber recaído la investigación en el caso de Patricia, que hagan esa evolución para tratar de prevenir y de solucionar un problema más extendido en la sociedad.

Desde que nosotros supimos del caso de Patricia hasta que lo publicamos pasó un tiempo hasta que los padres consideraron que era el momento más oportuno para poner el caso en el foco. Cuando se puede entorpecer una investigación, un conato de investigación o cuando todavía parece que se puede hacer algo, sería incorrecto por parte un medio de comunicación poner el foco sobre determinadas cosas. Nosotros esperamos hasta ver si la Policía podía hacer algo y hasta que la familia inició ese viaje psicológico, abrir su casa y desnudar su intimidad absolutamente. No es lo mismo desnudarte ante los investigadores del caso de tu hija que ante un medio de comunicación ya que toda tu vida va a acabar expuesta a mucha gente.

P. ¿En qué momento de toda la desaparición te planteas plasmar la historia en un libro?

R. A lo largo de ese año y medio que estuvo Patricia en Perú adquirí una relación de confianza con la familia que se prolongó en el tiempo. Nos implicamos mucho como medio de comunicación en esa investigación en paralelo que hizo la familia. Así, fue mucho más fácil conocer a Patricia cuando fue rescatada, respetando los tiempos de recuperación que tiene y que tuvo. Lo más importante es que fuera ella la que marcara esos tiempos de cómo quería contar las cosas y cuándo. Fue la propia familia la que tomó la iniciativa de querer reflejar en un libro lo que ocurrió ya que, por el momento, no se han cambiado las leyes. Es un granito de arena que la familia quería aportar. No tenemos otro testimonio en España de una persona que haya vuelto tras ser captada por una secta. No hay otra chica como Patricia, que consiguió regresar de donde todo el mundo dice que nadie vuelve, que es el infierno de una secta. Además, su caso está documentado de principio a fin porque ella guardó todas esas conversaciones de año y medio de captación con el gurú. Relata con todo lujo de detalle ese calvario y abusos que sufrió en Perú. El objetivo es dar a conocer cómo captan a las personas y poder prevenirlo o darnos cuenta de que está pasando. Es inimaginable que esto puede ocurrir tras la desaparición de un ser querido. Es mucho más frecuente de lo que nos pensamos. Los expertos calculan que hay entre 250 y 300 grupos sectarios en España pero con 400.000 adeptos. Es verdad que no todos los grupos sectarios cometen delitos ni todos emplean la persuasión coercitiva, pero los modus operandi, cuando menos, conviene revisarlos.

Hay un problema de sensibilidad en la sociedad con respecto a las sectas

P. ¿El de Felix Steven Manrique fue siempre el mismo con todas sus víctimas?

R. Este tipo es un manipulador y un maltratador de manual. Llevaba toda su vida captando a chicas jóvenes, algunas menores de edad. Lo hacía tanto en grupos religiosos como de Internet. Estaba suscrito a 134 grupos en redes sociales que, aunque aparentemente eran inocuos, estaba ahí. Había foros de música electrónica, apasionados de la arqueología o de la psicología, ropita de bebé y mamás, parejas que son siempre fieles... Quien se mete en estos grupos no va a pensar que alguien lo va a captar o manipular. Eran foros que siempre tienen detrás a alguien muy apasionado en algo en concreto o en un problema. Felix Steven Manrique llevaba haciéndolo desde muy joven, sobre todo cuando las mujeres eran más jóvenes. Él mismo decía que, con en esa edad, las chicas eran más moldeables e influenciables.

P. Él sabía perfectamente lo que hacía. No ha sido calificado como alguien enfermo.

R. Él lo sabía y así ha quedado acreditado en los informes de los forenses que lo han evaluado. Aseguran que no tiene ningún tipo de problema, que era perfectamente consciente de sus actos y que lo llevaba siendo durante toda su vida. Él vendía esa especie de redención a cada víctima, siempre diferente en función de la vulnerabilidad de la chica o de su forma de ser. Si alguien nos viene y nos dice que el mundo se acaba mañana, que yo he sido el elegido por Dios para repoblar el mundo contigo y con otras mujeres, seguramente le diríamos que está chalado. Pero el problema es que nadie viene así, ni a Patricia. Primero se presentan como una especie de amigo que ofrece respuestas del tipo que sea en algo que tú necesitas, se ganan tu confianza y haces que bajes la guardia. En el caso de Patricia se presentó como una pareja, que se sentía muy atraído por ella y le decía que era maravillosa, todo en un momento en el que ella tenía la autoestima por los suelos y se sentía muy débil porque acababa de fallecer un tío suyo con 29 años y para ella era como su hermano mayor. Félix Steven Manríque utilizaba técnicas muy sutiles.

P. Todo un proceso de captación que comenzó cuando ella era menor. Tenía 16 años.

R. Gracias a las conversaciones que se pudieron recuperar tras el rescate de Patricia, se calcula que durante un año y medio estuvo captándola a través de Internet, ganándose su confianza, haciéndose su pareja, convenciéndola de que había que hacer ciertas cosas por motivos espirituales, hasta que Patricia cumple la mayoría de edad y se marcha. Él sabía que en cuanto cumpliera 18 años iba a tener menos problemas legales para que ella se marchara a Perú. Y luego estuvo un año y medio de cautiverio en Perú hasta que fue rescatada en la selva en una situación lamentable: había dado a luz a su bebé sin ayuda sanitaria de ningún tipo y completamente abandonada a su suerte.

El caso de Patricia ha servido para cambiar un poco la mentalidad, aunque no los protocolos ni la ley

P. En el libro Hágase tu voluntad se deja ver que en España de poco sirvió que Patricia era menor cuando fue captada dado que cuando se marchó sí tenía 18 años.

R. La familia se volcó mucho en acreditar que había sido captada cuando aún era menor porque siempre que iban a una comisaría de Policía o cuando iban a hablar con el fiscal o con el juez les decían: “Es que Patricia se ha marchado siendo mayor de edad”. Los primeros meses se volcaron en demostrar esto con conversaciones y con otras adeptas que la familia encontró en otros países, con expertos en la materia y con las pruebas que Patricia había dejado en su habitación. Se volcaron e intentaron demostrar eso. Cuando lo consiguieron acreditar y vieron por el camino que en ese momento había otra chica de 15 años en el País Vasco que estaba siendo captada y que estaba a punto seguir los pasos de Patricia y marcharse a Perú, vino el siguiente problema: que todo lo que estaba ocurriendo era jurisdicción de otro país. En el caso de que los delitos se estuvieran cometiendo, no estaban siendo en España. Por eso, a la familia de Patricia no le quedó otro remedio que marcharse a Perú a intentar sensibilizar a la Policía y a la Fiscalía de allí para que se hiciera algo. Allí, con mucho tiempo y trabajo, se consiguió.

Tampoco el ser menor de edad te libra de un caso así en España. Hay una desprotección absoluta. Los líderes sectarios saben hacerlo todo perfectamente: cómo tienen que tapar su actividad delictiva de modo que no se les detecte, que cuando ya se consiga detectar y convencer a la víctima, ocultar que hay una actividad delictiva; y una vez se acredita que hay un delito, a partir de ahí, juzgarle. El problema es que en España se abrió una investigación con mucho empeño por la familia y apenas se hizo nada. El Juzgado número uno de Elche abrió la investigación cuando Patricia estaba rescatada y el gurú había sido detenido. Esto es sólo un ejemplo que muestra la lentitud de la justicia. Luego, hay un problema del que nadie habla y que pasa con otras víctimas de trata y explotación sexual: recae en la víctima todo el peso una y otra vez de acreditar los hechos, que me parece bien porque se tiene que acreditar que una persona es culpable, pero no es lógico que una chica esté durante un año y medio repitiendo en declaraciones de ocho o diez horas cada día, a la Policía y al juzgado. Repetir la cantidad de abusos sexuales, de violaciones, malos tratos y de golpes que ha recibido por parte de su gurú. Eso hace que las víctimas, si se animan a denunciar -que no son todas porque los padres de la chica del País Vasco decidieron que la apartaban de eso porque no la iban a hacer pasar por ese calvario judicial-, se acaben cansando. Cuando Patricia llegó a España declaró cuatro veces. Cuando Manrique fue condenado a 20 años de cárcel en Perú y entonces empezó una investigación en España, el fiscal se apartó y dijo que los delitos por lo que podía haber sido condenado en España ya han sido juzgados en Perú. Pidió el archivo. La jueza decía que la mayoría de los delitos por los que está siendo en España ya están subsumidos en el delito de trata de seres humanos por el que ha sido condenado en Perú. Te está diciendo al fin y al cabo que ve motivos para archivar la causa. A partir de ahí, ¿qué queda? ¿La acusación de una chica en recuperación psicológica, que tiene una bebé fruto de su relación con su captor y a la que le haces ir a declarar? Además, Manrique tiene un abogado en España que se encargó de apretar a Patricia en cada declaración, así que ella misma dijo que no iba a seguir con la acusación en España.

P. Otra cuestión del libro es cómo queda patente que este individuo era consciente de lo que estaba haciendo. Me refiero a los mensajes que le manda a los padres de Patricia asegurando que con las leyes actuales no podrían hacer nada. ¿Este es el desamparo al que se enfrentan las familias?

R. Imagina la impotencia que siente la familia. Por un lado, tiene que asimilar que su hija ha sido captada por una secta y, por otro lado, que el gurú empieza a obligar a Patricia a grabarse vídeos y subirlos a Youtube cuando ya empezó a verse acorralado. Tuvo que acudir, incluso, a los medios de comunicación peruanos para que la grabaran y transmitir la idea de que estaba bien y de que nadie la estaba coaccionando. Cuando la familia recibe unos audios que manda Patricia, asegura que quien hablaba no era ella sino el egregor, esa conciencia de grupo que le habían inculcado. El gurú se sentía a salvo de todo porque llevaba muchos años haciéndolo. Su error fue atreverse con una chica española porque hasta ese momento sólo había captado a chicas latinoamericanas. Todas tienen el mismo derecho a la libertad pero, desgraciadamente, allí es muy frecuente que desaparezcan mujeres peruanas.

El objetivo del libro es dar a conocer cómo captan a las personas y poder prevenirlo

P. ¿Buscar antes o después a una persona desaparecida depende también de la voluntad del policía con el que hables?

R. Depende y mucho. Tenemos una Policía maravillosa y creo que de las mejores de Europa. En términos generales, conozco y trabajamos asiduamente con Policía y Guardia Civil y tienen un elevado grado de implicación y preocupación por esclarecer casos de desaparición que a mí me abruman muchas veces. Luego, también hay excepciones, como en todas las profesiones. Los padres de Patricia encontraron alguna que, no voy a decir por maldad, pero quizás por esa falta de herramientas legales, poco o nada se puede hacer. Cuando Patricia desapareció, su padre llamó primero por teléfono para decir que su hija faltaba en casa. Ella es una niña responsable y a pesar de estar en una edad adolescente nunca había tenido ese amago de marcharse de casa o de desaparecer unas horas. No bebía alcohol y sólo salía en su barrio por la tarde.

P. Sus padres sabían que aquello no era normal.

R. Ellos tenían que insistirle para que saliera. Sobre todo, tras la muerte de su tío, tiraron mucho de ella para que saliera con sus amigos. Sabían desde el minuto uno que ahí ocurría algo. Cuando su padre llamó, la Policía le animó a que esperara 48 horas para denunciar. Ahora nos parece un disparate pero en su momento también lo era porque el Ministerio del Interior ya había modificado ese protocolo antiguo de 2009 para que en desapariciones de menores o de alto riesgo se pusiera de manera inmediata la denuncia. En el caso de Patricia se tardaron tres días.

P. Tiempo que tardó Patricia en viajar a Perú.

R. Efectivamente.

P. ¿Qué pasó para que los padres decidieran abandonar Elche e irse a investigar?

R. Porque no se sintieron apoyados. Como desde el primer momento no se tomó como una desaparición de alto riesgo, nadie fue a casa de Patricia a mirar en su habitación, ni en su ordenador ni en su cuaderno de clase. En su cuarto había hasta información sobre rituales. Cuando ya agotaron vías aquí, además de que tenían muchas pruebas por la investigación que hacían en paralelo por las redes sociales y por la ubicación de las víctimas y tras hacer piña con otros familiares afectados por Manrique, se dieron cuenta que, o viajaban a Perú o en España poco o nada se podía hacer. Con el apoyo de esas familias peruanas, primero viajaron la madre y el padre. En este primer viaje acudieron a la Fiscalía de Trata de Seres Humanos donde les animaron a poner la denuncia y todo empezó a moverse mucho más rápido. Cuando los padres regresan a España, las familias peruanas les avisan que todo había quedado un poco en nada. Hay muchas mujeres desaparecidas en Perú y dicen que allí es algo que tienen normalizado. No es tan frecuente, sin embargo, que una chica joven española desaparezca en Perú. Es por eso por lo que se tomaron tantas molestias, tanto la Policía como la Fiscalía, para buscar a Patricia y al resto de víctimas. Ante esto, el padre de Patricia volvió a viajar a Perú diciendo que no regresaba a España hasta que no lo hiciera con Patricia. Pasó allí varios meses alojado en casa de la madre de una de las otras víctimas y poniendo su propio coche.

En España hay una desprotección absoluta en el tema de sectas

P. Ese es un detalle que apuntas en el libro y que, incluso, los agentes que encontraron a Patricia la estuvieron buscando en sus horas libres de trabajo.

R. Sí. Una Policía con muchas ganas pero con pocos recursos. El padre estuvo dispuesto desde el primer momento a poner lo que hiciera falta, que no a sobornar, porque se dijeron barbaridades de esos países. Hizo de chófer de los policías que rescataron a su hija. En el operativo policial, además, pagó un colchón para que los dos policías pudieran dormir en la habitación que estaba puerta con puerta con la del captor de su hija. Hizo muchas cosas, aparte de un montón de reuniones para intentar sensibilizar a las instituciones peruanas de que de verdad, detrás de ese grupo, se estaban cometiendo delitos muy graves. Ahí sí hubo investigación aunque se tardó demasiado porque, como dice el padre de Patricia en el libro, en las manos de alguien estuvo desde el principio evitar tanto dolor y tanto sufrimiento a su hija y a toda la familia. No se tenía que haber esperado tanto. Se cometieron los peores delitos contra las víctimas porque el gurú tuvo mucho tiempo para campar a sus anchas.

P. Si no hubiera sido rescatada, ¿habría salido por su propio pie?

R. Para nada. A las víctimas las tenía aisladas. En el último mes había dejado abandonada a Patricia junto con los cinco niños en una chacra en la selva de Perú donde no tenían nada para comer ni agua potable. La que tenían era de un riachuelo y la calentaban con la luz del sol. El poblado más cercano estaba a una hora a pie. Los policías los encontraron a todos llenos de piojos, desnutridos y descalzos. Decían que si hubieran tardado un mes en rescatarlos, Patricia, uno de los niños o la bebé habrían muerto.

P. A lo largo del libro, sobre todo por las declaraciones en primera persona de Patricia, vemos cómo una de las chicas tiene a veces momentos de duda porque el gurú le había prometido hace años que el mundo se iba a acabar y nada de eso estaba ocurriendo.

R. En una secta, el engañado es el último en enterarse de que lo ha sido y no lo hace de golpe y de repente, sino con pequeños momentos de duda. Van teniendo momentos de iluminación en esa anulación de la capacidad crítica. A Patricia la adoctrinaron y la instruyeron para que dejara de pensar y de cuestionarse las cosas. Ella creía ciegamente y sin ningún tipo de cuestionanamiento, pero conforme el gurú la fue llevando a momentos de explotación y de abusos brutales, va teniendo pequeños momento de iluminación y de decir que algo iba mal. Ella pensaba: “Él decía que el mundo iba a llegar a su final tal y como lo conocíamos pero ha pasado un año y eso no ha ocurrido y decía que era algo inminente. Estos malos tratos, por mucho que luego me pida perdón y luego me refuerce, son por algo. Algo pasa”. El problema es que para cuando esto ocurre, Patricia físicamente está en una incapacidad total para salir por su propio pie a pesar de que ella hubiera hecho esa evolución mental, algo que también es imposible porque hay que salir de la influencia de tu captor. Estaba en un país completamente diferente al suyo, le había quitado los documentos, estaba aislada y no tenía dinero.

Hay que alertar a los jóvenes sobre qué hay detrás de la pantalla

P. Un cambio en ella que sí se percibe en el libro es cuando nace su hija, ¿no? Empieza a ver la situación de otra manera

R. El ser madre le abrió los ojos. Ella fue capaz de hacer por su hija lo que por su propia vida no fue capaz de hacer. Eso es algo que me sorprendió mucho porque los expertos en sectas decían que ante este tipo de casos pueden ocurrir dos cosas: cuando hay un vínculo de unión de por vida con el gurú, esto se puede convertir en un impedimento para que el adepto salga del grupo o que ocurra todo lo contrario. Cuando a los padres de Patricia se les llama para decirles que han rescatado a Patricia pero que también son abuelos, me sorprendió que se lo tomaron con una naturalidad pasmosa. De alguna manera tenían tantas ganas de recuperar a su hija con vida que no pensaron que venía una hija del gurú. Pensaban que no habían salvado una vida, sino dos. Para mi fue una lección de vida tremenda y tenían razón. Su hija fue y es el agarre principal para que Patricia siga adelante en momentos muy duros porque le han quedado muchas secuelas.

P. ¿Cómo se encuentra?

R. Muy bien. A salvo y viviendo en libertad, pero no hay que negar tampoco que de esto no se sale de la noche a la mañana. Sigue en proceso psicológico cuando lo necesita y de manera más reducida que al principio, tras su rescate. Ha vuelto a estudiar sólo por darle un futuro a su hija.

P. Aquel argumento del apocalipsis y el fin del mundo, con la situación de pandemia que estamos viviendo, ¿ha levantado en Patricia algunas dudas sobre si lo que le decía el gurú podía ser cierto?

R. A ella ya no le queda duda de nada. Patricia ha conseguido despertar de todo pero es cierto que en estos momentos de confinamiento y de pandemia es utilizado por muchos gurús, por muchos Manrique, para captar adeptos. Esto ya lo han alertado los expertos de sectas ya que donde más están es en Internet y en las redes sociales. Es donde pasamos más tiempo y donde se suelen buscar explicaciones a determinadas situaciones. Además, hay líderes de grupos que están aprovechando, incluso, para reforzar su mensaje y recuperar adeptos o para retener a los que ya tienen dentro. Yo he constatado de personas que tenían una cierta estabilidad pero que, a última hora, no la han tenido. Con esa inseguridad y ese momento de vulnerabilidad pueden calar determinados mensajes. Un ejemplo de ello son las pseudoterapias.

No era frecuente que una chica joven española desapareciera en Perú

P. ¿Cómo ha afectado este caso a la iglesia Gnosis? En un primer momento se apuntó que Patricia había sido captada por esta institución aunque más tarde se descubrió que Manrique fue expulsado por las técnicas que usaba.

R. Cuando los padres de Patricia empiezan a buscar en su habitación, encuentran escritos que respondían a la doctrina gnóstica. Es cierto que finalmente esta entidad no tuvo nada que ver con su desaparición, pero también es verdad que Félix Steven Manrique sí perteneció a esta iglesia, como así lo reconoció la propia institución. Pero, como bien denuncia la familia de Patricia, aunque la Gnosis no tuvo nada que ver en el caso, bien podría haber advertido en su día si se dieron cuenta de lo peligroso que era este tipo. Lo podían haber denunciado y eso no ocurrió.

P. Sabemos que Patricia estuvo con otras dos chicas durante la captación, ¿pero hubo más mujeres que fueron captadas y que pudieron salir?

R. Una de las mujeres que estuvo con Patricia vive a día de hoy con su familia, ha recuperado su vida normal, se ha repuesto y ha abierto los ojos, pero hay otra que no. Esta sigue captada psicológicamente y en la sentencia de Perú está reconocida como víctima de trata, pero ella no se siente así y sigue defendiendo el legado y la doctrina de Manrique. Es más, esta mujer se ha puesto en contacto con Patricia a través de una cuenta por una red social y le ha enviado mensajes de parte del gurú, invitándola a que volviera al grupo y haciéndole sentir culpable y en deuda. Utiliza presiones muy sutiles como, por ejemplo, que tiene una hija con el gurú. Recuerdo que durante todos los meses que se estuvo buscando a Patricia, la Policía decía que a veces se llegaba tarde. No porque la vida de la víctima corriera peligro, sino porque muchas veces es tarde para recuperarla y desligarla.

P. ¿Esta mujer ha tenido las herramientas para recuperarse?

R. Sí, sí. Además, la familia ha intentado darle una estabilidad, pero ella no quiere. Tiene una hija con Manrique, cuya custodia se le fue retirada cuando la rescataron para que ella pudiera recuperarse, pero ya la tiene con ella. El problema también es que cómo siendo Patricia víctima de trata, estando su captor condenado a 20 años de prisión, no hay ningún instrumento para impedir que alguien se ponga en contacto con ella y vuelva a intentar manipularla y atemorizarla.

P. ¿Cómo se legisla contra el abuso de la debilidad en España? Luxemburgo y Francia sí tienen tipificado estos delitos en su Código Penal.

R. Por el momento no hay nada al respecto. Está la asociación Redune que lucha a nivel por la prevención sectaria y aglutina a muchas familias y algunos exadeptos que consiguieron salir, pero nada en el Código Penal.

Vanesa Lozano | MADERO CUBEROLos investigadores nunca acudieron a la casa de Patricia a mirar en su habitación

P. ¿Hay en España algún observatorio de sectas?

R. Datos oficiales no hay ninguno y todos salen de las investigaciones que hacen los expertos. Luis Santamaría es uno de ellos y tiene una biblioteca propia sobre este tema, pero ni el Ministerio del Interior ni ningún organismo público tiene datos oficiales. Además, la Policía y la Guardia Civil tienen muy poquitas herramientas legales porque las formas de proceder de las sectas no están catalogadas como delitos, por lo que en los registros policiales tampoco hay estadísticas.

P. ¿Qué armas preventivas tienen los padres y los menores para hacer frente a esta situación?

R. Conocer cómo pasan estos casos es primordial. El caso de Patricia nos da muchas herramientas y es uno de los motivos por los que quiso que este libro se publicara. A su regreso, Patricia pudo recuperar más de 11.000 folios de conversaciones con el gurú. Aunque cada caso es particular, siempre hay patrones comunes a la hora de adoctrinar y manipular. Creo que este libro es una herramienta poderosísima para ello. Las nuevas tecnologías nos dan una oportunidad y tienen muchas ventajas, pero también hay que alertar a los jóvenes sobre qué hay detrás de la pantalla, que quizás, algo que pudiera ser inocuo, puede no serlo. Que, quizás, lo que nos están contando no es del todo cierto cuando se trata, además, de un desconocido.

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