Mila Ramos: “Ser pobres no nos hace más xenófobos, nos hace tener más miedo”
Mila Ramos Jurado (Córdoba, 1961) trabajó como periodista en la guerra de Bosnia y regresó a su ciudad para fundar la ONGD Mujeres en Zona de Conflicto (MZC). Siempre vinculada al movimiento feminista, es diplomada en Género y Planificación Estratégica por la Universidad de Chile y ha sido distinguida con el Premio Meridiana 2000 en defensa de la igualdad.
Ese compromiso constante también impregna su obra literaria. Es autora de los poemarios Tautología (Diputación de Córdoba, 1985), 8000 razones para la memoria y La frontera número 11, ambos publicados por la Editorial Torremozas en 2004 y 2008, respectivamente.
Mila nos recibe en su despacho de la sede central de la ONG que preside, en la calle San Pablo. Un sala con dos mesas, ordenador y paredes repletas de fotos, carteles de diferentes campañas y estanterías donde se amontonan documentos, carpetas, informes y publicaciones. Hay una especie de orden cuidadosamente desordenado, quizás porque en el caos no hay error.
Asiste a la conversación Inma, la vicepresidenta de MZC, desde siempre unida a Mila en el proyecto. Son como Sancho y Quijote con rostros, perseverancia y firmeza de mujer. Mila nos dice que no es amiga de conceder entrevistas, pero que accede a la petición de CORDÓPOLIS porque “le gustamos”. Mira qué bien.
No le gustarán las entrevistas; sin embargo su discurso empieza a derramarse como un torrente caudaloso, firme y seguro. En la grabadora, junto a las palabras de Mila, se registran los disparos. Afortunadamente, son los del fotógrafo...
PREGUNTA. ¿Qué hacías en los Balcanes en 1994, a qué fuiste?
RESPUESTA. A lo que yo fui a los Balcanes, otro cosa es qué es lo que hacía, fue, básicamente a enterarme de qué pasaba en Europa. Fui con la certeza de saber que buena parte del futuro de Europa se estaba jugando ahí: un juego de guerra jugándose allí cincuenta años después de la última guerra. Era mi primera guerra, y no es lo que tú te imaginas. Es más terrible, sobre todo cuando ves la cara de la gente. Es decir, en la televisión se ven, casi siempre, las bombas... cosas muy espectaculares..., pero no la intrahistoria, eso de lo que hablaba Unamuno: lo que está debajo de lo presuntamente aparente. Una nunca está muy segura de lo que ve, al principio; pero yo vi la mejor cara de la guerra.
P. Paradójico...
R. Sí. Pero dentro de ese gran desastre que es la guerra, dentro del mayor atentado contra la humanidad que es la guerra, en medio de todo eso puede haber gente que lo que quiere es construir la paz en medio del desastre, que intenta mantener cánones de “normalidad” que son imposibles, que lo que intenta es apoyar al otro, aunque el otro es su enemigo... esa cara amable, esa bondad entre comillas es lo que yo me encontré en la guerra. Yo quise buscar ese lado, ese otro lado.
P. Pero eso ya no te convierte en neutral, ya no te hace impasible
R. Claro, ese buscar el otro lado hace que no te quedes impasible. Eso hace que a veces la letra impresa se quede corta -porque, en realidad, yo iba como una periodista, como una corresponsal de guerra freelance; en principio, mi idea era escribir artículos sobre la gente, sobre los militares que estaban allí, sobre las minas antipersonas- y luego te acabas involucrando y lo que acabas planteándote es que la letra impresa no basta y que tienes que pasar a la acción. Y yo tengo devoción por la letra impresa. Yo creo que la palabra puede cambiar el mundo; pero hay un momento en que la palabra no es suficiente: hay que pasar a la acción.
P. ¿Así nace Mujeres en Zona de Conflicto?
R. Efectivamente: ese pasar a la acción es cuando, al regreso de uno de mis viajes, hablando con compañeros y amigos -la mayoría de Córdoba-, explicándoles la situación por la que estaban pasando, especialmente las mujeres, y digo las mujeres porque cuando yo estaba, por ejemplo, en Mostar, la mayoría de la población eran las mujeres, los niños y niñas, porque los hombres estaban en el frente, estaban atravesando una situación especialmente complicada.
A fines del 94 Hablando con esos amigos nos planteábamos qué hacer para hacer visible lo que estaba pasando allí. Todavía seguía con ese “chip” informativo: ¿cómo podemos dar esto a conocer?
Yo creo que la palabra puede cambiar el mundo; pero hay un momento en que la palabra no es suficiente: hay que pasar a la acción
P. Entonces, ¿esa inquietud, ese cambio de chip es el embrión de la ONGD Mujeres en Zona de Conflicto?
R. Bueno, la primera intención no fue hacer una organización no gubernamental; la primera fue, y así se llamó, hacer un congreso internacional llamado Mujeres en zona de conflicto.
P. ¿Aquí, en Córdoba?
R. Sí. Estaba el proyecto, conseguimos financiación. Por cierto, que en aquel primer momento una de las personas que nos apoyó fue Luis Planas [exconsejero de la Junta y candidato en las primarias del PSOE andaluz] y confió en el proyecto; al que me encontré después como embajador en Marruecos, un buen tío...
P. Entiendo que esa idea del congreso va mutando...
R. Mientras montábamos el congreso, cada vez teníamos más información: trabajamos con mujeres que habían estado en la resistencia, mujeres francesas, alemanas, mujeres israelíes y palestinas también. Y, de repente, a medida que recavábamos más información, íbamos entendiendo que no, que había que hacer algo más, que ese pasar a la acción tenía que ir más allá de un mero congreso y quedarnos solo en el plano de lo teórico. Y así nace en diciembre del 94 MZC.
P. ¿Y cuál es la primera acción de Mujeres en Zona de Conflicto?
R. Un convoy de ayuda humanitaria. No se podía hacer otra cosa en ese momento, lo hicimos, además, a través de otra ONG y fue un ejercicio de voluntad de mucha gente, la mayoría de Córdoba.
P. Ahora, 19 años después ¿cómo se ha ido dimensionando la organización desde aquella acción de, iba a decir “mera”, ayuda humanitaria?
R. Sí, sí. Mera ayuda humanitaria, porque en aquel momento era el deseo de decir qué es lo que podemos hacer ¿sabes?, esa vocación que tiene la ciudadanía activa de decir: mira, de qué manera podemos contribuir a que esa gente que tú nos cuentas que están fatal puedan estar un poco mejor. Era una voluntad puramente de pueblo a pueblo, de casa a casa.
A partir de ese momento, la organización empieza a estructurarse, y lo primero que hicimos fue una identificación: tuvimos muy claro que lo que había que trabajar era la violencia de género.
P. La clave. Esa es la clave en vuestra trayectoria ¿por qué?
R. Lo tuvimos claro. La mayoría de las mujeres con las que traté en mi etapa de corresponsal de guerra eran mujeres que habían sufrido violencia, que habían sido violadas, que habían estado en campos de concentración y que sus vidas, desde el estallido de la guerra no había sido nada fácil. Había cierto trabajo hecho y lo convertimos en el programa Reinserción socio-laboral Mujeres de Bosnia para intentar rehabilitar o recomponer el equilibrio emocional de aquellas mujeres que habían sufrido graves traumas durante el conflicto.
P. ... y que tendrían que enfrentarse a un futuro, no solo curarse las heridas
R. Claro, no sólo había que trabajar con las mujeres a nivel socio-laboral, sino apuntar de qué manera esas mujeres pueden participar en la construcción de la paz. Todas esas organizaciones, todas esas que se llamaron “cadenas de mujer a mujer”, todas las que estaban trabando cómo pueden participar en esa construcción de la paz. Tuvimos muy claro desde el principio que la paz, la paz positiva, pasa por una estrategia de la cual tienen que ser partícipes las mujeres... las mujeres y los hombres, la sociedad en su conjunto. Y más en una sociedad como la sociedad bosnia, con una guerra muy particular, no dejaba de ser una guerra civil, pero una guerra a tres bandas, a veces difícil de entender. Así nace Mujeres en Zona de Conflicto.
P. Insisto, siempre con la perspectiva de género como eje fundamental...
R. Cuando empezamos, la perspectiva de genero era una rareza. Empieza a hacerse más visible a partir de la cuarta conferencia de Pekín, de septiembre del 95. Fue duro al principio explicar por qué era importante la perspectiva de género. Para nosotros era importante porque tuvimos la suerte de vivir esa desigualdad estructural en un país en conflicto y post-conflicto como Bosnia. A la luz de esa desigualdad, nos dimos cuenta que para que el trabajo fuera efectivo había que hacerlo con las mujeres, porque trabajar con las mujeres era trabajar con toda la sociedad. Y que era necesario que las mujeres tuvieran capacidad de decisión, que estuvieran en los órganos de gobierno, que su voz se pudiera oír. Y tener en cuenta. Veinte años después seguimos en las mismas.
P. Como también seguimos en las mismas asistiendo a casos de violencia de género. Es la lacra que no cesa ¿qué pasa?
R. Yo me sigo preguntando por qué. Cómo tienes que considerar al otro para que lo violentes de esa manera. Creo que es porque consideras que esa persona es mucho menos que tú, es casi nada o es nada.
La violencia de género la trabajamos de manera transversal en todos los proyectos. En todas las acciones que emprendemos, en cualquiera de los países en los que estamos trabajando y en cualquiera de los pueblos del estado español. Por ejemplo en su forma de explotación sexual y de explotación laboral. Estamos haciendo desde septiembre un trabajo de investigación financiado por la Junta de Andalucía sobre la trata de personas tanto con fines de explotación sexual como laboral.
Tuvimos muy claro desde el principio que la paz, la paz positiva, pasa por una estrategia de la cual tienen que ser partícipes las mujeres
Seguimos combatiendo la violencia de género. Es muy difícil; en Mali te cuesta trabajo entenderlo. Que en los planes de desarrollo a nivel estatal haya desaparecido el género es terrible. Es una de las grandes perversiones de esta última época donde el género está desapareciendo como prioridad. Cuando ten encuentras casos como los matrimonios colectivos en Malí, con el norte del país tomado por grupos islamistas radicales expoliando pueblos, realizando violaciones en masa que es lo que llaman casarse con varias mujeres, niñas 12 años...Nuestras compañeras y compañeros allí fueron testigos porque mantuvimos la ayuda hasta octubre de 2012, pudimos dar cuenta de los crímenes contra las mujeres, esclavitud sexual... lo de siempre y es terrible seguir diciendo “lo de siempre”. Por ejemplo, cada 18 minutos una mujer es violada en la República Democrática del Congo; eso lo dice Naciones Unidas, no lo digo yo, y tenemos que asistir impasibles a que retiren la prioridad de género a nivel de las cooperación española ¿pero de qué vamos?...
P. En fin; decíamos que la organización va creciendo...
R. Desde el primer momento las personas que empezamos a trabajar en MZC tuvimos claro que el crecimiento tenía que ser muy lento, que los pasos tenían que ser muy bien dados, que había que tener firmeza a la hora de dar el siguiente paso, no andar sobre arenas movedizas, y siempre huimos de un crecimiento desmesurado.
P. ¿Comienzan a ampliarse los horizontes de actuación?
R. Las cosas vinieron poco a poco: en el año 97 empezamos a hacer una identificación en Palestina, luego en Marruecos, nuestros siguientes países de trabajo y ahí nos seguimos manteniendo. Luego vino Colombia en el año 2000 o 2001, en 2007, Malí. Antes fue Mauritania, también Perú, donde hicimos un trabajo de apoyo a mujeres que estaban trabajando en temas de prostitución... Ha sido un crecimiento lento, pero firme. Y un crecimiento desde la militancia, eso creo que debe destacarse porque no era fácil trabajar a finales de los noventa, había que tener un alto compromiso y mantener unos mínimos de efectividad, de eficiencia, de eficacia, de pertinencia, de calidad de las acciones.
Cada 18 minutos una mujer es violada en la República Democrática del Congo; eso lo dice Naciones Unidas, no lo digo yo. Mientras, retiran la prioridad de género a nivel de las cooperación española ¿pero de qué vamos?
P. Y se amplían, se diversifican las acciones ¿Cuáles son las líneas de trabajo que mantiene ahora MZC?
R. Tenemos tres áreas de trabajo: cooperación internacional, educación para el desarrollo y acción social, que fue el último área que se abrió. La educación para el desarrollo empezamos a trabajarla en el 97. Para nosotros fue una apuesta no solo por visibilizar el trabajo que se estaba haciendo en el sur, sino por concienciar a la población andaluza y española sobre la problemática del sur, no solo decir qué esta pasando, sino, sobre todo, decir qué podemos hacer para modificar la desigualdad, teniendo en cuenta que gran parte de esa desigualdad es estructural. Teníamos que tener claro sobre qué puntos podíamos incidir desde la educación para el desarrollo y, valga la redundancia, dónde podíamos incidir desde la incidencia política; porque la educación para el desarrollo es una forma de incidencia política.
Una organización como la nuestra no sirve a ningún interés, mientras que un partido político se sirve a sí mismo
Luego abrimos el área de acción social, desde hace unos diez años. Primero estuvimos trabajando en prisiones, luego sobre trata de personas e inmigración, pero relacionado con asuntos de trata de personas con fines de explotación sexual. Este asunto fue curioso, porque la trata de personas empezamos a trabajarla en el año 98 en Bosnia y en el año 2004 en España. Empezamos a trabajarlo a nivel informativo: hicimos una guía de la trata, cuáles son los canales de la trata, cómo se podría prevenir la trata y, una vez más, toda esa base teórica se nos quedaba corta y al igual que estábamos realizando acción directa con las víctimas en los Balcanes también lo hicimos en España. Ahora lo hacemos a nivel de Andalucía y en Extremadura. Trabajamos con prostitución, porque una manera de identificar población que ha sido tratada, traficada, significa trabajar con población prostituida.
P. Antes hablabas de incidir en la sociedad para modificarla. También ésa es la intención de una formación, de un partido político “al uso” ¿Cuál es la diferencia entre ellos y una organización como la vuestra?
R. Mucha. Prácticamente no tenemos nada que ver. Primero, una organización como la nuestra no sirve a ningún interés, mientras que un partido político se sirve a sí mismo, se mueve por su propio interés, por alcanzar votos, por alcanzar cuotas de poder, votos que se convierten en poder. La sociedad civil organizada en ONGD como la nuestra no. Ahora bien, no somos la panacea. Somos un problema menos, por decirlo así. En las ONGD hay cosas que se hacen bien y cosas que se hacen mal, como en todos sitios. Pero la gran diferencia es que no servimos a ningún interés concreto, a ninguna causa política. El objetivo de nuestro trabajo es la preservación de los derechos humanos, combatir la pobreza, combatir la desigualdad; por encima de todo tener ese enfoque de derechos humanos y de género.
P. Pero, al igual que un partido político, sí mantenéis una ideología ¿no?
R. Sí. Claro que tenemos ideología. Y una estrategia política. Pero un partido político mantiene una estrategia política cuyo fin es la obtención del poder, en cualquiera de sus formas, aún en la más benigna de ellas. Sin embargo una asociación de la sociedad civil, una ONG como la nuestra, no tiene ningún afán de poder. La ambición que tiene una ONG es mejorar las condiciones sociales; en realidad somos bastantes simples. Pero, en ese sentido, creo en eso que se viene en llamar “revolución permanente”.
P. ¿No serás trotskysta?
R. No, nunca he sido trotska (ríe); si quieres te lo digo así, como más “moderno”: también los miembros de la Bauhaus creían en la revolución permanente. Entre otras cosas, decían que el arte no se puede entender de forma aislada, que todo depende de un todo. Esa “revolución permanente”, esa ideología más internacionalista, para nosotras y nosotros significa que no podemos entender un mundo donde haya sociedades que estén en una situación de vulneración muy muy por debajo de lo que están otras sociedades. Mientras haya un país, un pueblo, una sola mujer con sus derechos vulnerados vamos a seguir trabajando. Con lo cual va a ser difícil que nuestro trabajo se acabe.
P. Sin embargo, a lo largo de los años, habéis tenido relaciones con las administraciones del estado sustentadas por formaciones políticas ¿cómo ha sido, dónde han estado los valles y los picos de sierra en esa relación?
R. Obviamente, la peor situación que estamos pasando es la de los últimos años. Pero, por ejemplo, en estos años en el ayuntamiento de Córdoba hemos visto pasar a IU, hemos visto pasar al PP y tengo que decirte que, lamentablemente -bueno, no sé si lamentablemente- yo no he visto diferencia alguna a nivel de trato con nosotras. Ni de contenido. Verás: de la derecha te esperas que hagan ciertas cosas y no te sorprenden, de manera que todo lo que te den es bienvenido. Sin embargo lo que pasa con los partidos de la izquierda es decepcionante. La decepción puebla las decisiones. Eso nos ha pasado con la última fase de IU en el Ayuntamiento. Esperábamos que IU se hubiera marchado con las tareas mejor hechas y se fue con las tareas a medio hacer. Hablo de la cooperación internacional.
Mientras haya un país, un pueblo, una sola mujer con sus derechos vulnerados vamos a seguir trabajando
P. ¿Y a nivel del gobierno de la comunidad autónoma?
R. Siempre ha estado el PSOE hasta ahora que es IU la que se ocupa de cooperación internacional y están haciendo grandes esfuerzos para que las cosas no cambien. Dentro de este maremágnum general en el que hemos visto como la comunidad de Madrid ha cortado la financiación, también Valencia, a nivel del Estado ha habido un recorte del 80%... desde la Junta de Andalucía se han hecho esfuerzos para evitarlo, como Extremadura y alguna otra. Sin embargo, también aquí hemos sufrido recortes y, sobre todo, el tremendo problema de los impagos en el año 2012... hemos estado 11 meses sin cobrar. Una barbaridad.
P. Creía que había una colaboración más fluida...
R. Debería. La echamos de menos en estos últimos años. Dicen: las ONGD han participado en la elaboración del PACODE (Plan Andaluz de Cooperación al Desarrollo), bueno ¿qué es participar? ¿que tú me des un papel y yo diga “me parece bien” o que construyamos el papel a medias? Muchas veces la “participación” es que la administración hace un papel y nosotros digamos si nos gusta o no nos gusta, o hacemos alguna aportación. Que será su derecho hacerlo así, pero que no le llamen a eso “participar”.
P. ¿Y con el gobierno central, con su AECI (Agencia Española para la Cooperación Internacional), por ejemplo?
R. Yo, si te digo la verdad... salvo por los recortes que ya son siempre, no he visto cambio alguno, no he visto diferencia. Sólo recortar. La convocatoria de este año de la AECI no tiene sentido ninguno ¿sabes lo que han hecho? Han hecho como una tarta, la han cortado en trocitos, han dicho cuáles son los países en los que queremos intervenir y han destinado setecientos y pico mil euros para cada uno y con eso búscate la vida ¿dónde están los criterios de valoración? ¿dónde están los países preferentes, prioritarios? ¿cuáles son las necesidades? Eso no es la ayuda al desarrollo. La ayuda al desarrollo es otra cosa.
P. No suena coherente, la verdad.
R. Es que la ayuda al desarrollo no es eso de vamos a financiar tres, cuatro proyectos de cada uno, mientras que países que están en una situación realmente lamentable reciban una mínima ayuda. En nuestro caso, el caso de Malí, el tercer país más pobre del mundo, en una situación de post-conflicto, un conflicto, por cierto en el que no se nos permite trabajar en el norte del país hasta tal punto que hubo una suspensión de fondos, se cortó la ayuda y, claro, yo me pregunto por qué. A mí eso me da que pensar, porque una de las labores de las organizaciones no gubernamentales es asistir a las poblaciones en situaciones de alto riesgo y qué mayor riesgo que un conflicto armado. Lo hemos hecho en Palestina, en la República Democrática del Congo, en Darfur... ¿por que ahí no se puede? ¿por el tema de los secuestros, como dicen? Pues el país con más secuestros es Colombia y no nos dicen que no vayamos a Colombia.
Yo creo que la guerra es un gran negocio. Todo lo que se destruye, luego hay que reconstruirlo
P. ¿Y cuál sospechas que es la razón?
R. Pues lo de siempre. Las guerras africanas tienen que ver con las expoliación y el esquilmar los recursos que tienen las poblaciones. Desde mi punto de vista, y no es suposición, los recursos que tiene el norte de Malí, el Sahel, son muy importantes y Francia, que es como Estados Unidos en Europa, tiene muchos intereses allí. La gran metrópoli tiene muchos intereses en sus excolonias. El único país que se liberó a sí mismo, que hizo una verdadera guerra de la independencia fue Argelia. Al resto, la metrópoli, complacientemente, les dijo “venga, ir tirando para adelante como podáis”, pero Francia ha seguido estando y manejando la esfera de todos los países francófonos del Sahel, desde Burkina hasta Costa de Marfil, Malí, Níger...
P. Entonces crees que lo que no quieren son testigos de un expolio que va a seguir haciéndose...
R. Por supuesto. Yo creo que la guerra es un gran negocio. Todo lo que se destruye, luego hay que reconstruirlo. Tendrá que haber inversiones extranjeras, están allí las fuerzas de estabilización, etc. La economía tiene que moverse.
P. Aunque suene demagógico te pregunto ahora: ¿qué hacemos gastándonos el dinero de nuestros impuestos en sitios tan lejanos con la que está cayendo a nuestro lado, en el vecindario, en el barrio?
R. Pues yo creo que de eso ya se encargan los grandes estados de definir cuáles tienen que ser las políticas. Que entiendo ese comportamiento; pero estamos en una sociedad cada vez más individualizada, donde la república es la república de tu casa y cuando tú hablas de la Tercera República dicen “la tercera república de qué”. La Tercera república es la tercera habitación de tu casa. Hay un pensamiento absolutamente individualista, donde ese sentimiento de lo privado cada se vez se estrecha más. ¿Quién dice que nosotros somos mejores que los que están allí? Es eso del “puto negro, el puto sudaca, el rumano... que vienen aquí a quitarnos el trabajo”. Dentro de que puedo entender esos pensamientos, creo que vienen del desconocimiento. Parten del desconocimiento de los pueblos y de la demagogia de los políticos; porque los primeros que dicen “cómo vamos a daros ahora subvenciones si la gente aquí lo está pasando fatal” son ellos. Pues mire usted, es que las luchas son en paralelo. No podemos esperar a que mejore una situación para empezar la agenda siguiente, porque siempre va a pasar lo mismo, siempre va a haber problemas de cola, y siempre estarán a la cola. Que entiendo que se piense así, pues sí; que me parece que es un insulto a la inteligencia, pues también.
Caridad es cuando tú estás manteniendo al que pide. Así mantienes las estructuras de pobreza. Te sitúas en un plano superior: te doy y mantengo tu estatus de pobreza
P. ¿Ser más pobres nos hace ser más xenófobos?
R. No nos hace ser más xenófobos; ser más pobres nos hace... (reflexiona un instante) nos hace tener más miedo. Nos hace tener más inseguridad y el miedo te paraliza. El miedo no te deja pensar. Te hace un cobarde. Y, sobre todo, la pobreza, en los países del norte, para la clase media, es esa gran desconocida. Y el miedo es a lo desconocido; porque en las últimas décadas se ha impuesto el estado del bienestar y esa clase media ha accedido a su casa, a su coche, a sus niños en el cole, a las vacaciones, a sus pagas extras... y al endeudamiento también y al consumismo desmedido. Que yo no veo mal que la gente consuma, el dinero tiene que moverse; pero es que nos hemos creado una serie de necesidades que eran necesidades con mayúsculas. Cuando tú ves que eso a lo que estabas acostumbrado peligra y no sabes cuál va a ser el futuro y te preguntas qué va a ser de mí, que va ser de mis hijos... entonces, el miedo a lo desconocido es el más terrible y entonces empiezas a hipotecarte, lo hipotecas todo, con ese miedo hipotecas hasta tu alma, si es posible.
P. Para terminar, ahora que parece que caridad y solidaridad parecen confundirse o alguien quiere que se confundan ¿nos ayudas a distinguirlas?
R. Solidaridad es cuando lo que estás dando tiene que ver con los derechos humanos; es decir tiene que ver con un derecho. Caridad es cuando tú estás manteniendo al que pide. Así mantienes las estructuras de pobreza. Te sitúas en un plano superior: te doy y mantengo tu estatus de pobreza... la solidaridad tiene que ver con cambiar las estructuras. El que da mantiene al que pide, por eso estoy en contra de dar por dar. La solidaridad entraña una cuestión puramente estratégica que es contribuir contigo a mejorar la situación por la que estás pasando y eso que te está mejorando también me mejora a a mí.
P. Supongo que no abandonas tu faceta literaria...
R. No. Estoy escribiendo un libro y no sé cuando lo publicaré. Cuando estoy escribiendo nunca pienso en publicar y tampoco me preocupa. Escribir sí que me preocupa, porque es una forma de supervivencia.
El miedo a lo desconocido es el más terrible y entonces empiezas a hipotecarte, lo hipotecas todo, con ese miedo hipotecas hasta tu alma, si es posible
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