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De patios entre Santa Marina y San Agustín (V): Parras, 8

Casa-patio de Parras, 8, en la ruta Santa Marina-San Agustín | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Como sucede en las calles Martín de Roa y San Basilio, especialmente intenso es a otro lado de la ciudad el Mayo Festivo -guía-. Alejado del Alcázar Viejo se encuentra el barrio de San Agustín, a pocos metros de cuyo templo está Parras. En esta vía son tres las viviendas que por estas fechas abren sus puertas a los visitantes con motivo del Festival de Patios. Dentro de éste se halla el número 8, una casa con más de cuatro siglos de historia. Parte de un edificio al que dieran forma en su totalidad otros muchos, el inmueble es propiedad hoy por hoy de María Milagros Aznar. Ella es hija del anterior dueño y mantiene su tradición en el cuidado de las plantas para el goce de cordobeses y turistas.

La casa tiene su origen en torno a la centuria del XV, como ocurre con el número 6 de la misma calle. Ambas, en Parras, como otras viviendas compusieron lo que en el siglo XVI fue un cuartel. El uso del inmueble varió con el paso del tiempo y también acogió un convento y un hospital. Fue una desamortización lo que dividió el edificio primero en diversos hogares vecinales. Hasta que el padre de María Milagros Aznar se hizo con este número 8, que participa en el Festival dentro de la modalidad de Arquitectura Moderna. Encuadrado en la ruta Santa Marina-San Agustín, el patio aparece en el plano del certamen desde 2005 aproximadamente. Anteriormente ya lo hizo en la década de los noventa del XX. El deseo de su actual propietaria y cuidadora es que permanezca abierto durante muchos años, ya que es un homenaje a su progenitor. Pero el futuro de la celebración del Mayo Festivo no lo tiene claro: “Hay mucho por trabajar, mucho, las instituciones tienen que colaborar bastante más”, apunta.

PREGUNTA. ¿Qué significa el patio para usted?

RESPUESTA. Para mí es algo muy importante, puesto que yo siempre tengo en mi memoria a mi padre. Por él, siempre es algo muy especial. Los sentimientos no se pueden expresar. Entonces, para mí, mi patio es único.

P. ¿Por qué decide participar en el Festival?

R. Precisamente por mi padre, porque era como un homenaje a él. Él siempre ha querido tener su casa con flores, porque era un amante de las flores. Entonces, por el sentimiento que tenía hacia él, que yo pienso que hay algo más después de la muerte, en vida he hecho todo lo que he podido y después, mantener su casa como la tenía.

P. ¿Qué opinión le merece el Festival de Patios hoy por hoy?

R. Hay mucho por trabajar, mucho. Pero no sólo por nuestra parte, que a nosotros el trabajo nos sobra ya. Los cuidadores estamos al 100%. Las instituciones tienen que colaborar bastante más.

P. ¿Qué considera necesario mejorar?

R. Tiene que mejorar bastante. Por parte del Ayuntamiento, de Hostecor… Que haya colaboraciones con los cuidadores, porque ya no es sólo el trabajo, que nos pesa cada día más y esto se va a ir al traste, sino que necesitamos también ayudas. Las cosas no se ponen solas, necesitan mucho mantenimiento: abono, fumigación, pintura… Hace falta un mantenimiento total en el patio y eso requiere un desembolso económico para el propietario, que algunos nos vemos bastante apretados para llegar a final de mes.

P. ¿Qué futuro cree que aguarda al Festival de Patios?

R. Muy negro. Yo soy una persona joven y la mayoría son mayores, si a mí ya me está costando, me puedo imaginar a los mayores. ¿Sucesores? Ni mijita. Los jóvenes no quieren ni oír hablar de esto porque es una esclavitud.

P. ¿Cuál es su recomendación para disfrutar de los patios?

R. A los visitantes simplemente les diría que respeten los espacios, que respeten las plantas y que valoren nuestro trabajo. Si valoran nuestro trabajo, entran con respeto y no tocan, y miran las plantas como si fueran de ellos, está bien. Es lo único que pido, respeto.

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