Los Patios de Córdoba, testigos de la Historia
La polémica visita de Alfonso XIII en la víspera del primer Concurso
Por si todavía hay quien tiene la idea equivocada, la fiesta no existe desde 1918. Ese año sólo hubo una apertura institucionalizada de las tradicionales casas. La iniciativa fue impulsada por el alcalde en ese instante, José Sanz Noguer. Sin embargo, lo que en la actualidad perdura, no sin dificultades a lo largo de las décadas, procede de una primera cita que tuvo lugar en 1921. Fue entonces cuando, a petición de la comisión organizadora de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, nació el Concurso de Patios de Córdoba. Aunque ocurrió en un formato muy distinto al conocido hoy por hoy. El certamen se presentó como Concurso de patios, escaparates y balcones y tan sólo se produjo como un complemento a la Feria, no como un evento autónomo.
En cualquier caso, el 24 de mayo de 1921 se abrieron por primera vez las casas-patio de la ciudad no sólo para acoger visitas sino para competir por un premio en metálico. Sucedió un día antes de que arrancara la Feria de Nuestra Señora de la Salud, que en esa época era entendida en absoluto las “Fiestas de Córdoba”. Lo curioso es que ya desde su primera edición, el Concurso se convirtió en testigo de la historia tanto de la capital como de España. Como ejemplo, el hecho de que en aquella ocasión la víspera estuviera marcada por una visita, a posteriori bastante polémica, del rey Alfonso XIII. El monarca pasó por estos lares toda la tarde y noche -no pernoctó- el 23 de mayo.
Llegó el rey poco antes de las cinco. Vino acompañado de, entre otros, el ministro de Fomento, que en esa fecha era Juan de la Cierva. Si alguien no le conoce, fue quien creó el autogiro, un vehículo aéreo precursor del helicóptero. De hecho, unos años después, en 1934, el ingeniero regresó a Córdoba con su invento. Pero ésta es otra historia. Alfonso XIII tuvo una agenda intensa durante las horas en que estuvo en la capital. Se acercó al chalet del tiro a pichón, una actividad relevante entonces dentro de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, y a la Electromecánica, donde le acogieron obreras de manera muy efusiva. Y después fue turno para pasar revista en el antiguo Cuartel de Artillería, conocido como de San Rafael.
Un discurso que levantó polvareda
Aquel recinto ocupaba el terreno en que hoy se ubican instalaciones de Sadeco y la Gerencia Municipal de Urbanismo, en la avenida Medina Azahara. La visita también sirvió para que De la Cierva mantuviera una reunión con los aceiteros cordobeses, de cuyas palabras conoció su realidad y sus inquietudes. No acudió el monarca, desde luego, a ningún patio. Sí contempló quizá alguno de los que guarda tras sus muros el Palacio de Viana. Pero sería por encima, ya que allí fue sólo para cambiar de traje de cara a la cena que en su honor se celebraba en el Círculo de la Amistad. Y en este encuentro fue donde se produjo el hecho que generaría tal polémica que el ministro de Fomento, casi de inmediato, tuvo que hacer declaraciones de matización.
Ofreció Alfonso XIII un discurso al que dio inicio con una alabanza a Córdoba. «Siento una satisfacción muy grande al visitar esta ciudad que hace honor a su lema de Muy Noble, Muy Leal y Muy Hospitalaria. Córdoba, desde tiempos remotos, ha sido una de las más importantes de España, tanto cuando no existía unión perfecta en el reino y estaba formada por pequeños estados, como cuando reunidos todos forman esta patria de nuestros amores», afirmó el rey de la capital -es sólo un extracto-. Después vino lo realmente interesante de las palabras del rey: se adentró en el parlamentarismo con firmes críticas y causó un enorme revuelo a nivel nacional.
«La política entorpece, indeliberadamente, pero con obstáculos insuperables, la acción de los gobernantes», fue una de las ideas que expuso. Sobre las once de la noche, el monarca abandonó Córdoba, que tendría que recuperar su normalidad aunque fuera a golpe de fiesta. Este viaje institucional le marcó en tiempos posteriores, hasta el punto de que el propio Alfonso XIII lo recordaba años después, en el exilio, en conversación con el periodista Julián Cortés: «La que se armó por mi discurso de de Córdoba, en el año veintiuno, porque censuré al Congreso de los Diputados. No podía hablar, aunque viese cómo crecía la anarquía y cómo los políticos estaban medio hipnotizados por el parlamentarismo».
¿Y el Concurso?
Tras el adiós del rey, la ciudad ultimaba los detalles de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, que se celebraba en el Paseo de la Victoria. Pero antes, el 24 de mayo, los miembros del jurado conformado para tal efecto supervisaron los patios cordobeses que, por vez primera, se mostraban en concurso. No tuvieron que dedicar demasiado tiempo en recorrerlos. Probablemente tampoco en dilucidar el reparto de premios. Sólo intervinieron tres viviendas: el 8 de la calle Empedrada, en Santa Marina; el 7 de Buen Pastor y el 11 de Almanzor, éstas en la Judería. Éste fue el orden en que quedaron los participantes, con premios de 100, 75 y 50 pesetas de la época para cada uno de ellos respectivamente.
Ni siquiera gozó la iniciativa de una importancia significativa en los periódicos: La Voz de Córdoba, en el que entonces trabajaba el insigne Manuel Chaves Nogales; El Defensor de Córdoba y Diario de Córdoba, que nada tiene que ver con la cabecera actual -Diario Córdoba-. Apenas el último dedicó unas líneas extras al fallo del jurado en las ediciones del 25 de mayo. Sobre la casa-patio vencedora (Empedrada, 8) contó que «aparece debajo de una parra una numerosa colección de macetas con las flores típicas de los antiguos patios y huertos cordobeses, sin que falten entre ellas los dompedros». También hubo más apuntes, todos en forma de descripción del recinto que pasaría la historia como el primero en ganar el Concurso.
Lo cierto es que el certamen no cumplió con las expectativas. Entre esta circunstancia y la falta de recursos económicos municipales, no volvió a celebrarse un año después. Hubo que aguardar unos cuantos, incluso si se es estricto, más de una década pues en los veinte los patios obtuvieron relevancia gracias a las Cruces de Mayo. Además, la situación del país tampoco es que ayudara mucho. En marzo había sido asesinado el presidente, Eduardo Dato, y entre julio y agosto se produjo el llamado desastre de Annual, una dolorosa derrota española en Marruecos. Quizá no lo sabía, pero Alfonso XIII estaba ante la caída del constitucionalismo. También ésta es otra historia, quizá la siguiente relacionada con el Concurso de Patios…
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