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A. Fresno

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Si por algo han caracterizado los primeros días del Concurso de Patios de Córdoba es por el buen tiempo reinante, con temperaturas por encima de los 30 grados, algo que suele ser habitual en la ciudad por estas fechas. Un hecho fundamental que invita a que los cordobeses -y a los cientos de personas que en estos días nos visitan- a salir a las calles para disfrutar de cada uno de sus rincones. De las seis rutas de patios que se pueden disfrutar en estos días, hay dos que son las que mayor número de personas congregan: la del Alcázar Viejo y la de Santa Marina-San Agustín.

En esta ocasión, tras visitar los patios de la ruta de San Lorenzo, nos quedamos con ésta última, con la de Santa Marina-San Agustín, y empezamos por el patio de la calle Chaparro, 3, ubicado en la parte más alta de la calle Marroquíes. En este punto las colas ya empiezan a ser notables, debido en gran medida al efecto llamada que tiene el patio de la calle Marroquíes. Mientras esperamos nuestro turno para acceder al recinto, un grupo de señoras comenta el gran número de personas que hay en las calles a pesar de ser un día entre semana. “Me parece a mí que este año no vamos a ver el patio de más abajo. Hay mucha cola y nuestras piernas no están para esperar mucho”, comenta una de las que parece tener más edad.

Tras visitar el recinto de Chaparro 3, descendemos por la calle Marroquíes, en dirección al patio de la casa número 6. El ambiente es excepcional, con multitud de personas que deambulan calle arriba y calle abajo disfrutando de los distintos patios de la zona. Llegamos a nuestro objetivo y comprobamos, sin sorpresas, que la cola llega hasta la confluencia con la calle Mayor de Santa Marina. En la esquina, una pareja de la Policía Local vigila que todo se desarrolle con normalidad, advirtiendo a algunos de los integrantes de la cola que mantengan la distancia social. Seguridad, ante todo. La espera, en este caso, supera los 10-15 minutos, pero verdaderamente merecen la pena, ya que nos encontramos ante uno de los patios más hermosos de todo el concurso. Dentro del recinto las caras, como no puede ser de otro mundo, son de admiración.

Abandonamos el lugar y nos acercamos a la siempre imponente iglesia de Santa Marina, con la figura eterna e imperturbable de Manolete a nuestras espaldas. Próximo a ella está nuestro siguiente destino, el patio de la calle Tafures, 2. En este caso la cola es bastante más liviana y rápidamente accedemos al interior del recinto, un patio de arquitectura moderna que conserva el sabor de las edificaciones más antiguas. Algo más abajo, en la calle Zarzo, 15 -próximo al Cine de Verano Olimpia- encontramos otro patio. En ese momento nos cruzamos con uno de los personajes más pintorescos de la ciudad, Juan Pérez, el sastre de Marroquíes, quien nos saluda efusivamente mientras realiza uno de sus característicos paseos, ataviado -como siempre- con sus mejores galas. 

Salimos ahora de la calle Zarco y es un buen momento para tomar un pequeño respiro antes de afrontar la última parte de nuestro itinerario. Una opción es tomar algo en la terraza del bar Casa Gamboa o degustar algunas de las delicias culinarias de la conocida taberna El Rincón de las Beatillas, uno de los templos de la gastronomía cordobesa. Además, apenas a unos metros de este lugar, en la Calle Ocaña, 19, encontramos otro de los patios de la zona, ya en San Agustín. Tras esperar una pequeña cola, accedemos a su interior para deleitarnos con su belleza. Aunque se encuentra reformado, es muy destacable la galería de la planta superior, realizada toda ella en madera. Asimismo, en el interior del patio y junto a una fuente, observamos un frondoso naranjo, de donde además de la colorida fruta cuelgan varios libros. Un guiño a la lectura y a la cultura, inevitable al ser corazón de la editorial Utopía.  

Finalizamos nuestra ruta dirigiéndonos a la calle Parras, donde nos esperan los tres últimos patios de la zona. De nuevo, las colas vuelven a ser la nota predominante a la hora de acceder a estos recintos. El primero de ellos es el de la casa número 5, donde nos recibe con mucha amabilidad su propietaria. Un espacio lleno de vida y color, donde las gitanillas y las buganvillas, entre otras muchas variedades, lo llenan todo. En la misma calle, pero algo más abajo, nos encontramos con el patio de la casa número 6. En el interior, aprovechando el reducido aforo del recinto, la propietaria explica a todos los visitantes las peculiaridades de este patio. Por último, llegamos al patio de la casa número 8 de la calle Parras. Un lugar emblemático, pues tal y como reza en el pequeño mosaico que se puede contemplar en su fachada, en esta casa nació en 1921 el poeta cordobés Pablo García Baena. Un patio lleno de belleza e historia, que tal y como describió el propio poeta, concentra el alma de la ciudad. “Los patios son el alma de Córdoba”.

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