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La última llamada de Narváez

Narváez, en la celebración de su primer gol con el Córdoba | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Todo tiene su fin. Así es, como cantara el grupo Módulos, con letra de Juan Antonio García Reyzábal y Pepe Robles, y después hiciera Medina Azahara. Cada historia tiene siempre un inicio y un desenlace, que a veces, por muy dulce que resulte, cuesta asumir. El Córdoba y su afición empiezan a vivir la conclusión de una etapa breve pero intensa que es preludio del comienzo de otra. Una sencilla carta sirve para adivinar que en este punto se encuentra la entidad. Es la misiva que Juanjo Narváez dedicó tanto al club como a sus compañeros, así como a los seguidores, el pasado domingo. Un día después de celebrar la permanencia del conjunto blanquiverde en Segunda A, el colombiano se despidió con palabras de afecto y gratitud. Decía adiós a El Arcángel antes de regresar a Sevilla. El Betis le espera tras su período de cesión. Ésta fue su última llamada.

“Ya con más tranquilidad, después de lo de ayer (por el sábado), quiero agradecer a todo el Córdoba CF por apostar por mí y darme la oportunidad de sumar minutos y seguir madurando y aprendiendo cada día”, dio entrada el futbolista a un texto que hizo público en redes sociales. Llegó la carta cibernética después de que el Córdoba goleara al Sporting (3-0) en un partido memorable y sellara, por tanto, su salvación en la división de plata. “Gracias a toda la afición por haberme demostrado todo su cariño tanto fuera como dentro del campo. Está claro que sin ustedes esto no hubiese sido posible”, añadió Narváez en relación a la hinchada blanquiverde.

El colombiano no se olvidó, ni mucho menos, de quienes han sido sus compañeros de aventura desde enero. “Por último, agradecer a mis compañeros por haberme hecho mejorar y ser mejor persona y jugador cada día. Me llevo en mi corazón una familia que, a pesar de estar muertos, sacó la fuerza y el orgullo para poder salir de ahí abajo y conseguir el objetivo”, expresó en lo que se refiere al vestuario. “Me voy feliz por haber podido conseguir el objetivo y por llevarme todo el cariño de la gente. Un abrazo y viva el Córdoba. Gracias”, concluyó el atacante su escrito de despedida. De esta forma, cerraba definitivamente un ciclo que le resultó provechoso a nivel profesional y personal, según describió, aun cuando la situación que vivió fue crítica por momentos.

Curiosamente, fue Juanjo Narváez el primero en llegar en la rápida incursión del club en el mercado invernal. Fue el primer fichaje, de este modo, de la era Jesús León y de la dirección general deportiva de Luis Oliver. Este último definió la operación de su cesión como algo casi épico, a la altura de lo que había de hacer después del equipo para mantener la categoría. “El entrenador (por Setién) no le quería dejar salir de un equipo que quiere competir por la UEFA. Le pillamos en un coche, que se iba cedido a un equipo de Portugal, y al final está en Córdoba”, explicó el navarro. Aunque lo cierto es que el colombiano firmó con el conjunto blanquiverde después de que en junio se rompiera la posibilidad por gozar de la oportunidad de estar en el primer equipo de un Betis con el que llegó a disputar nueve encuentros, entre Liga y Copa, en el recién terminado curso.

La cesión de Narváez sirvió para levantar expectativas en un final de enero que trajo a otros nombres de relumbrón como Aythami o Reyes -sin lugar a dudas el más sonado de los fichajes invernales-. “Estoy comprometido desde ya con el Córdoba. Al equipo le puedo aportar muchas cosas, aunque no me gusta hablar antes de debutar. Quiero demostrarlo en el campo”, aseguró el futbolista en su presentación. Fue dicho y hecho. A sus 22 para 23 años -los cumplió el 12 de febrero- afrontaba un reto de altura. No pocos focos se centraban en él. Era uno de los hombres llamados a convertirse en héroes si lograban lo que parecía improbable y después se torno en casi imposible. Lo consiguió junto al resto de la plantilla y bajo la batuta de José Ramón Sandoval. Él puso bastante de su parte desde el inicio, con un gol en su debut como califal. Marcó en El Arcángel ante el Barcelona B y la grada enloqueció. Pero aquel choque terminó de mala manera, con remontada polémica del filial azulgrana (1-2) e incremento del apuro en la clasificación.

Sin ser un jugador con gol, o al menos eso decían los informes, el colombiano anotó hasta cinco dianas en su periplo en el Córdoba. Los cuatro restantes permitieron al conjunto blanquiverde sumar de tres en otros tantos partidos. Participó de la victoria del equipo en Alcorcón (1-2), la alcanzó él con un destello ante el Lorca (1-0) y la abrió y encarriló ante el Sevilla Atlético (3-0). Al segundo equipo hispalense le anotó por partida doble. Una y otra vez repitió el gesto del auricular de un teléfono en la oreja. Su primera llamada, en efecto, fue ante el Barcelona B. La última la realizó el domingo de otra forma, más especial y emotiva. Narváez dijo adiós a un cuadro califal con el que disputó 16 partidos, con protagonismo al comienzo y un papel secundario en el tramo definitivo del campeonato.

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