La ruleta rusa
Quince años hacía que el Córdoba no alcanzaba los cuartos de final de la Copa. Tendrá que seguir esperando. Lo tuvo cerca, pero se metió por su propio pie en una espiral perversa. Una primera parte muy competente no le sirvió para dejar el pleito resuelto y después todo se le torció. Cuando llegaron los problemas no encontró respuesta ni en el césped ni desde el banquillo. La situación de conflicto le generó una ansiedad que se tradujo en una ineficacia absoluta, algo que aprovechó el Alcorcón para hacer historia. Jugó a la ruleta rusa y acabó disparándose en una noche extraña, en la que El Arcángel pasó de los aires de fiesta iniciales a una ya tristemente clásica coreografía de la frustración: malas caras, adioses prematuros, silbidos y críticas dirigidas a quién sabe dónde. Ya se cambió al entrenador y en el palco no está Carlos González. En la grada estaba Javi Lara, el primer refuerzo del mercado invernal. Llegará alguno más, aunque lo visto en la fría noche copera no invita al optimismo.
Todo el mundo tiene un plan hasta que le dan la primera hostia en la cara. Lo dijo una vez el boxeador Mike Tyson, cuyo catecismo deportivo se construía con máximas de ese corte. Seguramente el Alcorcón llegó con un guión preparado, pensando quizá en jugar con la ansiedad de un Córdoba que en El Arcángel venía padeciendo un calvario en la Liga; a Julio Velázquez se le escuchó en las vísperas apelando a la inteligencia y el saber estar. El guión ideal se le emborronó pronto. Justo lo que tardó en ver cómo los anfitriones salían a escena con una ferocidad impacable. A los cinco minutos, Dani Jiménez rechazó con los puños un trallazo de Juli en una acción ensayada de córner. En la grada se olía la sangre. A los ocho minutos, el ronco rugido del gol resonó por toda la ribera del Guadalquivir. Piovaccari agarró con decisión la pelota que había malgastado el central Elgezabal, patoso a la hora de servir a un compañero. El italiano se fue hacia la meta y superó la desesperada salida de Jiménez con un toque por la derecha. La bofetada fue mayúscula.
Los locales siguieron a lo suyo. Tuvieron la posesión del balón y fueron punzantes. Al Alcorcón apenas se le vio nada en ataque. Un disparo forzado y desviado de David Rodríguez tras un saque de esquina, superado el cuarto de hora, fue su único testimonio ofensivo en una primera parte en la que los alfareros fueron claramente sometidos por el conjunto de Luis Miguel Carrión. El técnico catalán apostó de salida por un once con la defensa retocada y un doble pivote con el regreso de Luso Delgado y la permanencia del joven Esteve, dejando las bandas a Guille Donoso y Pedro Ríos. Los dos, cada cual a su estilo, se dejaron ver. Juli se movió con cierta libertad por la zona de vanguardia, en la que volvió a sobresalir Piovaccari. El delantero de Gallarate se peleó con todos los que le salieron al paso. Marcó y desesperó a los centrales con su juego de choque y picardía.
El mejor del Alcorcón fue Dani Jiménez, que impidió un desastre para los suyos en el primer tiempo. Bijimine cabeceó desviado un buen centro de Domingo Cisma y el meta amarillo se lució con una estirada fenomenal a disparo de Guille Donoso desde muy lejos en el 30'. Unos minutos después, Pedro Ríos logró zafarse de dos jugadores dentro del área y sacó un lanzamiento duro que desvió Jiménez. En la grada se notaba la algarabía propia de los partidos controlados. El tanteo, con todo, resultaba de lo más inquietante. Un gol del Alcorcón dejaba fuera al Córdoba, aunque estuvo más cerca el segundo de los locales. Una volea de Guille Donoso en el último minuto pudo dejar al Alcorcón noqueado. El pitido de Alberola Rojas sonó como una campana salvadora para los amarillos, que seguían de pie pese a la paliza recibida.
El Alcorcón estaba obligado a cambiar si no quería salir de una patada de la Copa. Y lo hizo. De la mano, además, de su estrella: David Rodríguez. El máximo goleador de la historia del club aprovechó una desaplicación blanquiverde, con error de Luso, para colocarse delante de Pawel Kieszek y batirle con la pericia propia de los especialistas del ramo. DR7 alteró el panorama de modo radical: el Alcorcón estaba en ese momento clasificado. Y al Córdoba sólo le valía ganar. Comenzó la ruleta rusa.
A los locales se les fue la mente a otro sitio. Las certezas dejaron paso a un estado de desazón que se dejó sentir en el césped, se trasladó a la grada -llegaron los primeros murmullos- y, lógicamente, estimuló a un Alcorcón crecido. Después de un cuarto de hora bastante descabellado, Carrión optó por sacar del campo a Luso y dar entrada a uno de sus hombres referenciales: Edu Ramos. El objetivo prioritario era volver a controlar la pelota, defender desde la posesión y evitar la dinámica suicida de ir a rebufo del Alcorcón. Los amarillos tuvieron cerca el segundo con un disparo con la zurda de Álvaro Rey que se fue arriba. Y no tardaron mucho en lograrlo por medio de Alejo después de una contra en la que el jugador del conjunto madrileño recortó a Caro, desequilibró a Antoñito y superó a Pawel con un disparo colocado. Por entonces, el Córdoba ya estaba enloquecido. El aplomo de la primera parte había quedado olvidado ante su incapacidad por dar una réplica adecuada a los acontecimientos. Lo que podía pasar estaba pasando. Álvaro Rey no aprovechó un error del meta polaco del Córdoba para firmar un tercero que hubiese sido definitivo, aunque la eliminatoria ya estaba en manos de un Alcorcón resucitado.
Carrión, en una última vuelta de tuerca, hizo debutar esta temporada a Sasa Markovic. El serbio, que lleva casi siete meses sin competir, entró al campo entre aplausos para sustituir a Esteve Monterde. Antes había intentado un revulsivo con Javi Galán, otro de sus jugadores básicos, pero el extremo pacense no encontró la forma de dañar a un Alcorcón que vivía otra realidad. Los de Julio Velázquez gobernaban el partido, cortaban el ritmo con faltas y echaban mano al clásico manual de triquiñuelas para hacer que el reloj corriese a su favor. Con la grada en estado de shock, atónita ante la mutación que había sufrido su equipo, el Córdoba consumió el tramo final del encuentro del mejor modo que pudo. Bijimine pudo empatar en el último minuto, pero de poco hubiera servido ya. Entre pitos y con la clásica desbandada antes del final, el cordobesismo se tragó un desenlace inesperado. La Copa ya se terminó y solo queda la Liga. Ahora contarán algunos que mejor así, que lo importante es el ascenso. El fútbol funciona con este tipo de mentiras.
FICHA TÉCNICA
CÓRDOBA CF, 1: Pawel Kieszek, Antoñito, Caro, Bijimine, Domingo Cisma, Luso (Edu Ramos, 63'), Guille Donoso (Javi Galán, 68'), Esteve (Markovic, 74'), Juli, Pedro Ríos y Piovaccari.
ALCORCÓN, 2: Dani Jiménez, Nelson, Elgezabal, Rafa Páez (Fede Vega, 28'), Bellvís, Toribio, Tropi, Iván Alejo, Óscar Plano (Luque, 69'), Álvaro Rey (Kadir 79') y David Rodríguez.
ÁRBITRO: Javier Alberola Rojas (Comité castellano-manchego). Amonestó al local Esteve y al visitante Toribio.
GOLES: 1-0 (8') Piovaccari. 1-1 (50') David Rodríguez. 1-2 (67') Iván Alejo.
INCIDENCIAS: Partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey disputado en El Arcángel ante unos 10.000 espectadores. El Alcorcón se clasifica para la ronda de cuartos de final por un global de 1-2 (0-0 en la ida).
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