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¿Nos ponemos a llorar todos o peleamos por salir?

Xisco celebra el gol del empate cordobesista | ÁLVARO CARMONA

Paco Merino

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Xisco firma un gol polémico para dejar un punto en poder de un Córdoba que sigue sin ganar en la Liga | El estreno de Djukic muestra a un equipo con más actitud que fútbol

Cuando el Córdoba agonizaba, lo resucitó un “muerto”. Xisco Jiménez, otrora ídolo de los aficionados y ahora recurrente percha de las guantadas, se sacó de la manga -pudo ser mano: los donostiarras lo protestaron y ahí quedará el enigma- un gol que llevó al delirio a un Arcángel que asistía, entre los vítores desesperados y un punto de resignación, al enésimo espectáculo de impotencia de los suyos. El desastre no fue completo porque el equipo de Djukic, aunque sólo fuese por su entereza de ánimo y su perseverancia, se ganó su derecho a la suerte. Toda la fortuna se encarnó en la figura de Xisco. La mala, cuando mandó al limbo un pase estupendo de Fidel que pudo significar el empate. La buena, cuando el árbitro Del Cerro Grande -por cierto, qué fácil es ser abusón con los débiles- pasó por alto una mano en el control del delantero, que después fulminó a Zubikarai con un tanto crucial. Fue el delirio en El Arcángel, que gritó “¡sí, se puede!”. Pero aquello se quedó ahí. Y menos mal.

No hubo una revolución en el primer once de Djukic, pero sí retoques significativos. El sacrificio de Fausto Rossi y el regreso de Ekeng pretendían dotar de mayor músculo, contundencia y capacidad de recuperación en el medio campo. Lo de Campabadal en el flanco derecho fue la enésima vuelta de tuerca a una tara habitual en la posición. Adrián Gunino, que ofreció discutibles prestaciones en esa banda, salió de la convocatoria para abrir la puerta a un futbolista controvertido, fetiche del anterior técnico, Ferrer, que siempre mantuvo su fe en él. El ex del Wigan, hipermotivado y también hiperactivo, para bien y para mal, se encontró con una nueva oportunidad para reivindicarse. Por lo demás, lo de siempre. El fútbol combativo de Ghilas y la inventiva de una línea de ataque con Fidel, Borja y Fede, que pueden formar un alboroto si están bien. Algo que, por desgracia para el equipo, no ha ocurrido con frecuencia.

Lo del primer tiempo fue una tortura para el Córdoba, que tuvo más actitud que fútbol y enseñó una vez más sus carencias para generar ocasiones de gol. No puede permitirse siquiera el lujo de fallarlas, de pegarle a la pelota y mandarla al anfiteatro, de pifiarla en un mano a mano o de poner el corazón en un puño a su gente con algún remate con cierta intención. Nada. Sus apariciones por el área contraria son episodios casi casuales, producto de arrebatos personales y con poco juego hilado. No es que la Real Sociedad sea ahora mismo un equipo de primera línea. Al contrario, el cuadro donostiarra mostró sobre el buen césped de El Arcángel todas las razones de su situación actual. Va alocado, escaso de inspiración en sus hombres de ataque (Sergio Canales, Carlos Vela, Chori Castro...) y más pendiente de ver qué es lo que se encuentra que de construir algo.

El Córdoba dio algún testimonio ofensivo en un córner que sacó Borja y que, tras tocar Pantic en el primer palo, fue despejado por Yuri. Ya había pasado un cuarto de hora sin que pasara nada de relevancia más allá de una pugna con más miedo que vergüenza por parte de ambos. Una arrancada de Fede Cartabia levantó una ola de entusiasmo en una grada predispuesta. Pero todo se empezó a torcer de mala manera en el minuto 21, cuando Íñigo Martínez remató como quiso un balón que se había paseado por el corazón del área blanquiverde sin que nadie acertara a meter el pie. Los puñetazos que daba a la red el meta Juan Carlos, preso de la frustración, eran un retrato fiel del estado del Córdoba. El tanto blanquiazul apagó (un poco más) la luz al equipo de Djukic. La afición también notó la bofetada y tardó en recuperarse. Hubo unos dolorosos minutos de silencio en El Arcángel antes de que de nuevo surgieran los aplausos tras una irrupción por la banda de Campabadal que terminó con el balón en córner. A Ghilas no le llegaba nada. Y la Real, con su golito, se dedicó a menear la pelota y a verlas venir. En el intermedio se escucharon pitos. No era para menos.

Djukic recurrió a Xisco, que terminaría siendo el protagonista del partido por dos acciones clave. En una de ellas, recogió un servicio fenomenal de Fidel y golpeó la pelota de forma cómica. El personal montó en cólera ante el fallo del delantero balear, que se tapó la cara con la camiseta. Los locales hacían más para cambiar la situación, que les dejaba en un lugar muy feo. Con cuatro puntos, su rival les iba a doblar y a dejarles descolgados en la clasificación. Djukic metió tralla para crear con Abel y después hizo debutar, después de ocho meses alejado de los campos, al onubense José Carlos. Ghilas, que tuvo un disparo claro nada más iniciarse el segundo tiempo, pudo marcar en una galopada que concluyó con un despeje a córner y la grada hirviendo. La Real, atrincherada, aguantaba la pelota y perdía tiempo con todas las triquiñuelas típicas. Aquello había que cambiarlo como fuera. Y como fuera sucedió. Con un gol raro y polémico, Xisco rescató un punto y evitó que su equipo se ahogara un poco más en la clasificación. Sigue abajo, pero los demás también. En este caso, el mal de muchos no es consuelo de tontos.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA CF, 1: Juan Carlos, Campabadal, Íñigo López, Pantic, Pinillos, Ekeng (Abel, 53'), Luso, Fidel (José Carlos, 71'), Borja (Xisco, 46'), Fede Cartabia y Ghilas.

REAL SOCIEDAD, 1: Zubikarai, Markel Bergara, Íñigo Martínez, Finnbogason, Rubén Pardo (Granero, 68'), Ansotegi, Yuri, Zaldua, Canales (Xabi Prieto, 70'), Chory Castro (Zurutuza, 60') y Carlos Vela.

ÁRBITRO: Carlos del Cerro Grande (Comité Madrileño). Mostró tarjeta amarilla a los locales Pinillos, Ghilas y Campabadal y a los visitantes Carlos Vela y Granero.

GOLES: 0-1 (21') Íñigo Martínez.

1-1 (87') Xisco.

INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la novena jornada del campeonato de Liga BBVA, disputado en el estadio municipal El Arcángel ante 15.712 espectadores.

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