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Donde mi padre fue campeón

Algar, el segundo por la izquierda en la fila de arriba, en un Córdoba de la 96-97.

Paco Merino

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Cuando él nació, su padre era uno de los líderes de un Córdoba campeón. Entre 1993 y 1997, Julio Algar se ganó un sitio entre los jugadores predilectos de la siempre exigente afición blanquiverde. Y eso no es sencillo. Sobre todo si uno no actúa en una posición lucida como la de delantero centro, medio organizador o extremo desbordante. Algar despachaba sus jornadas laborales como lateral derecho. Y en lo suyo fue de los mejores. En cuatro temporadas en El Arcángel, siempre como titular, disputó tres fases de ascenso a Segunda y en dos de ellas como campeones de Liga en el grupo IV. Eran años de chequera ligera -por ahí andaba el empresario Rafael Gómez-, grandes expectativas y enormes frustraciones a la hora de la verdad. Nunca ascendió con el Córdoba, pero eso no ha impedido que una sonrisa sincera brote en el rostro de los hinchas cuando en cualquier tertulia se habla de aquellos tiempos alocados a la ribera del Guadalquivir. Qué bueno fue Algar. Se marchó con más de ciento veinte partidos con la blanquiverde y después de haber entrenado a las órdenes de emblemas del club como Crispi, Verdugo o Pedro Campos. Todo un máster de cordobesismo bajo el brazo.

Este lunes, el Córdoba CF anunció el fichaje de otro Julio Algar. Su hijo. Nació en 1996, un día antes de la festividad de San Rafael y en medio de una temporada en la que el Córdoba conquistó el título con 71 puntos sumados en una categoría que no era un asunto cualquiera. Por detrás de aquel Córdoba de Chato González y Perico Campos quedaron el Xerez, el Jaén, el Recreativo de Huelva, el Málaga, el Granada, el Cádiz o el Almería. Palabras mayores. En aquel vestuario había presencias impactantes como las del portero uruguayo Avelino Viña, los estilistas Quini, Loreto o Pepichi Torres o un joven cedido por el Barcelona Atlético que atendía por Javi Moreno y que no tuvo demasiado protagonismo entonces. Las vueltas que da el fútbol.

Formado en la cantera del Real Madrid, Algar se marchó después de cuatro años importantes en El Arcángel y siguió dejando su estela en clubes de la zona levantina (Lorca, Murcia, Cartagonova) antes de retirarse en el Figueras. Jamás jugó menos de 30 partidos por año. Nunca llegó a pisar la Primera División. Pero en Córdoba no le olvidan. Ahora le volverán a ver por aquí para seguir las andanzas de su vástago, que en perfil de Twitter deja bien claro que es “cordobés”. Actúa como mediocentro y en la temporada pasada jugó en el filial del Lorca, cuyo primer equipo estuvo precisamente a las órdenes de su padre hasta que la directiva decidió destituirle el pasado mes de abril para reclutar al veterano David Vidal. El Lorca ascendió a Segunda. Julio Algar Júnior, en una situación incómoda, decidió dar un giro a su carrera. Y fichó por el Córdoba CF, el club en el que su padre dejó huella. Empezará en el filial de Segunda B... y quién sabe.

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