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Onega, los motivos de un mito

Formación del Córdoba en la temporada 76-77: Molina, Pablo, Marín, Salas, Urbano, Varo; Lezcano, Abelenda, Onega, Burguete y Calero.

Paco Merino

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Hace unos meses, durante un acto de homenaje a Rafael Campanero en el Círculo de la Amistad, todo el mundo se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir cuando en un vídeo proyectado en el salón apareció la figura de Daniel Onega. ¿Qué hace que 40 años después de haber jugado su último partido con el Córdoba se siga hablando de él? ¿Qué representó este argentino en la historia del club blanquiverde? Durante cuatro temporadas a mediados de los años 70, el club engarzó un puñado de actuaciones irregulares en lo deportivo pero impactantes en lo sentimental. No hubo títulos ni ascensos, pero los más aficionados veteranos encumbraron esa etapa en su memoria como uno de los periodos más célebres en los 63 años de existencia de la entidad. Y Daniel Germán Onega Sirotto (Las Parejas, 1945) tiene mucho que ver en ello. ¿Quién es Onega? ¿Por qué la simple mención de su nombre traslada a los cordobesistas a un paraíso de recuerdos -entre lo real y lo fabulado- que alimenta su pasión?

Un ídolo en Argentina

Hermano menor de Ermindo Onega, que era seis años mayor que él, Daniel -al que apodaban El Fantasma- destaco en las filas del histórico River Plate. Después de forjarse en las categorías inferiores del club alcanzó un puesto en el primer equipo, donde ya sobresalía su hermano. Cuando a Ermindo lo traspasaron, Daniel cambió de posición y pasó de ser delantero centro a organizador de juego. Con River estuvo rozando el título de campeón en varias ocasiones entre 1966 y 1970, aunque finalmente lo logró. Con la selección argentina participó en las eliminatorias para el Mundial de México 70. Onega era un jugador consagrado en su país. De hecho, junto a su hermano Ermindo, estuvo en la órbita del Real Madrid poco antes del Mundial de Inglaterra 66. Miguel Muñoz, técnico blanco por entonces, llegó a viajar a Buenos Aires con una propuesta que finalmente no cuajó.

Un récord goleador aún vigente en la Copa Libertadores

Onega estableció en 1966 un récord goleador que aún se mantiene vigente en la Copa Libertadores de América. Firmó 16 tantos en una edición en la que River Plate disputó la final frente al Peñarol en Santiago Chile. Perdió por 4-2. Onega figura en el cuarto lugar en la tabla histórica de la Libertadores con 31 goles, detrás del ecuatoriano Alberto Spencer y de los uruguayos Fernando Morena y Pedro Virgilio Rocha.

Campanero fue a buscarle a Buenos Aires

En los 70, el Córdoba realizó suculentos traspasos de jugadores locales y se planteó hacer un fichaje de rango. Sin vídeos, internet ni fuentes de información más allá de las recomendaciones de allegados, el presidente blanquiverde, Rafael Campanero, viajó hasta Buenos Aires para gestionar directamente la contratación de Daniel Onega. El jugador, en principio reticente a aceptar una propuesta de Segunda División, terminó aceptando por consejo de otros compañeros que habían jugado ya en Europa. Al Córdoba le costó 5 millones de pesetas (30.000 euros), un desembolso estratosférico para la época y la magnitud del club. El viaje lo aprovechó bien el longevo mandatario cordobesista: también fichó a Dominichi.

La locura en Córdoba

Más de dos mil personas se agolparon en la antigua estación de Renfe para recibir a Daniel Onega, que antes de pisar suelo cordobés ya era un ídolo. Las informaciones del Diario Córdoba, el periódico de la ciudad, ya habían puesto en situación a una afición que se ilusionó como nunca por contar con un futbolista de fama. La avalancha de seguidores, deseosos de saludar a Onega, hizo que se tuviera que habilitar una salida alternativa desde la estación para poder llegar al hotel. La presencia del argentino se convirtió de inmediato en un reclamo para la campaña de socios y elevó el prestigio del Córdoba en la Segunda División.

Su etapa blanquiverde en un once inolvidable

Onega llegó al Córdoba con 28 años y militó en el club blanquiverde durante cuatro temporadas, todas ellas en Segunda División. Defendió la blanquiverde en 125 partidos oficiales, marcando 20 goles. El Córdoba terminó en los puestos 13º, 4º, 8º y 15º en este cuatrienio. El campeonato 74-75, con el brasileño Vavá como entrenador, es recordado por los aficionados como el que mejor calidad de fútbol deparó en El Arcángel. El once tipo de aquella campaña, en la que pelearon hasta el final por el ascenso a Primera División, lo componían Molina, Salas, Varo, Dominichi, Poyoyo, Onega, Urbano, Martínez, Juárez, Burguete y Rivero.

El último gol en El Arcángel

El 29 de mayo del 77, el Córdoba afrontaba su último compromiso de la temporada 76-77 en casa. Las cosas no habían salido bien. El pleito era deportivamente intrascendente. Daniel Onega, en su cuarto año de permanencia en el club, empezó el choque en el banquillo. El argentino sabía ya que sus días en España estaban contados. Se marchaba. Con resultado de empate a cero, el técnico León Lasa decidió a los pocos minutos de la segunda parte sacar del campo a Corcuera para dar entrada a Onega. El argentino sudó el escudo por última vez. Marcó el gol de la victoria a falta de un cuarto de hora y recogió su última ovación en El Arcángel. Ya no volvió más. Quizá la idea de la retirada que rondaba en su cabeza se disipara gracias a esa sensación que le reportó su última actuación en Córdoba. El caso es que decidió prolongar su carrera un año más. Fichó por el Millonarios de Bogotá. Y, por fin, fue campeón.

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