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Martín y De las Cuevas, unidos de corazón

Enrique Martín, en la Ciudad Deportiva del Córdoba | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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Bajo el tórrido sol de Córdoba, en unas instalaciones vetustas y con un proyecto de Segunda B después de haber experimentado -cada cual por su lado- la dolorosa puñalada de un descenso de categoría. Quizá el escenario no resultara idílico, pero para Enrique Martín Monreal y Miguel De las Cuevas Barberá la sesión de pretemporada vespertina del 22 de julio resultó especial.

El técnico navarro, de 63 años, y el extremo alicantino, de 33, despacharon su jornada laboral pensando en el desafío que ambos han asumido en una división ingrata, con más trampas que una selva vietnamita y cruel con los clubes históricos que no son capaces de amoldarse a sus peculiares códigos. Martín y De las Cuevas son dos referencias del Córdoba, dos profesionales que llevaban muchísimo tiempo sin pisar la Segunda B pero que han entendido que precisamente ahora pueden vivir un episodio que marque su vida en lo profesional y en lo personal. Ambos están unidos por experiencias más allá del balón.

En la temporada 15-16, Miguel De las Cuevas hizo un paréntesis en su trayectoria en Osasuna -fue rojillo de 2012 a 2018- para ir al Spezia, de la Serie B italiana. Todo iba bien. Llevaba dos partidos jugados, marcó un gol... Y ocurrió. Al jugador, de 28 años entonces, le fue detectada una anomalía cardíaca y tuvo que pasar por el quirófano. Le intervinieron en Milán y la recuperación fue total, aunque larga. Seis meses alejado de los terrenos de juego y la incertidumbre -la propia y la ajena- que provocan este tipo de patologías en los deportistas de élite. No volvió a jugar más en Italia. Osasuna le abrió las puertas en enero de 2016... y allí estaba Enrique Martín.

El entrenador navarro entendía las circunstancias de De las Cuevas. Él mismo había pasado por un proceso muy similar. En 2015 tuvo que ser intervenido por una angina de pecho en la Clínica Universidad de Navarra en pleno fragor de una temporada en la que Osasuna se jugaba la permanencia en Segunda, que era también la continuidad como club viable. Martín tuvo que apartarse momentáneamente de los terrenos de fútbol para centrarse en solucionar su problema coronario. Le colocaron dos stents. Volvió al banquillo y el club rojillo logró la salvación de la categoría con un empate en Sabadell. Allí estuvo De las Cuevas. En temporada siguiente, la 15-16, Osasuna dio el salto a la élite del fútbol español con un ascenso contra pronóstico. Y ahí estaban Martín y De las Cuevas, que desde que regresó fue titular y jugó 18 partidos, incluyendo todos los del play off para subir a Primera. Al año siguiente, las leyes del fútbol -ya saben: si no hay victorias, el técnico va a la calle- separaron sus caminos. Hasta hoy.

En la calurosa tarde de un lunes en Córdoba, Enrique Martín y Miguel De las Cuevas volvieron a verse. Unidos de nuevo en otra aventura de extrema complejidad que tratarán, cada uno en su lugar pero como aliados imprescindibles, de afrontar con fórmulas sencillas y el corazón en la mano.

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