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Javi Flores, de vuelta a su (otra) casa

El cordobés Javi Flores, presentado en el Elche | elchecf.com

Paco Merino

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Jugó en Primera División de blanco y verde. Lo hizo con el Elche. Fue solo una vez y ni siquiera pudo actuar un partido entero -en mayo de 2014, en el Sánchez Pizjuán, ante el Sevilla (3-1)-, pero aquello le marcó. Javier Flores Santacruz (Córdoba, 1986) ha vuelto a su casa. La otra. La primera fue el club de su tierra, al que llegó con ocho años y del que se fue con 25 y en medio de una situación controvertida: fue una estrella juvenil y terminó convirtiéndose en diana de la frustración colectiva. Después de pasar por el Real Murcia y el Hércules, Flores llega con 31 años y con la etiqueta de ser uno de los mejores de Segunda B en su posición de mediapunta. En el club ilicitano le han recibido con honores de héroe. Estuvo con ellos en los tiempos de gloria y ahora, metidos en el infierno de la tercera categoría nacional, vuelven a unirse los caminos del futbolista cordobés y el histórico club levantino.

El cordobés, uno de los estandartes de la casa blanquiverde, resultó la víctima más ilustre del expediente de regulación de empleo que presentó la sociedad en verano de 2011. Otros afectados, como Gaspar y Pepe Díaz, terminaron aceptando soluciones para continuar pero a Javi Flores ni se le planteó la cuestión. Por entonces, Paco Jémez no contó con él. Y el futbolista se marchó al filial del Getafe, a jugar en Segunda B, en lo que parecía el inicio del declive de una promesa que no había llegado a explotar o, al menos, no lo había hecho del modo que le reclamaba un graderío exigente. Del entusiasmo por cada jugada se pasó a la reprobación. Y de ahí a la mofa y el insulto. Javi Flores lo pasó realmente mal. Su situación era irreconducible. El adiós, inevitable.

Una campaña notable en el filial azulón, con 10 goles, le hizo recuperar caché en el mercado y este verano llegó a por él un equipo de renombre en Segunda, el Elche, que había fracasado en su anterior intento de subir y que tras cerrar la etapa de Pepe Bordalás en el banquillo apostaba por un técnico joven como Escribá. Javi Flores ingresó en el Elche con nuevos bríos, recién casado y mucho más maduro en todos los aspectos. Allí vivió una dura lesión -rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha- y un ascenso a Primera División, con efímero debut en la élite.

Javi Flores, el Messi de Fátima, el chico en el que un día depositó el Córdoba la tremenda responsabilidad de capitanear un proyecto de crecimiento con destino en Primera, logró hacer realidad su anhelo infantil a unos cientos de kilómetros de distancia de El Arcángel, al que jamás regresó. Ahora, rebasada la treintena, ejerce como refuerzo de lujo de uno de los equipos que, por múltiples razones, abordará el campeonato 17-18 como candidato al ascenso a Segunda. Fichó por una temporada, con cláusula de renovación automática en caso de subir de categoría.

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