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Fátima, un pabellón con ‘agujeros’: historia de un ‘olvido’ institucional

Imagen de la techumbre del pabellón de Fátima | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Es uno de los recintos, en su ámbito, emblemáticos de la ciudad. No es para menos. Su pista ve pasar -o pisar más bien- a equipos que, en mayor o menor medida, tienen también relevancia. Por ejemplo, el histórico Apademar de fútbol sala es uno de los equipos que antaño disputara sobre el azul del suelo sus partidos de Primera Nacional A -categoría entonces de cierta importancia dentro de la modalidad y que hoy se asimila a Segunda B-. O, para crear un contexto más certero y cercano, acoge desde tiempo atrás los duelos oficiales del Cajasur Córdoba Balonmano (Cajasur CBM), el principal y más destacado equipo de la disciplina en la capital. También alberga sus entrenamientos, como la actividad de no pocos deportistas. Y no importa que sean amateur o más profesionalizados, ya que, al fin y al cabo, es una de las denominadas como sala de barrio. Se trata, por si alguien no lo capta, del pabellón de Fátima.

Si bien por fuera las condiciones parecen idóneas para la práctica del deporte, dicha instalación sufre problemas desde hace más de un lustro. Y eso que sólo cuenta con 23 años de existencia -aún no exactamente, se cumplen el 22 de octubre-. Inaugurado en 1997, el pabellón de Fátima, que así es como se conoce a esta popular instalación deportiva municipal (IDM) -si uno se pone exquisito- muestra defectos importantes desde, como mínimo, mediados de la actual década. Un hecho que sale a la luz, gracias a testimonios a CORDÓPOLIS, tras los desperfectos que causó el pasado martes la granizada en Córdoba. El pedrisco caído ese día dejó en la techumbre orificios de tamaño significativo que de entrada ya supusieron que la lluvia terminara por anegar la pista, en la que incluso jugó algunos partidos el Cajasur Baloncesto de Rafa Sanz a principios de siglo y milenio.

A día de hoy, tras la citada tormenta -que dejó unos 60 litros en la ciudad- es visible a todas luces una colección de agujeros en la techumbre del pabellón. La acumulación de boquetes es consecuencia, así es, de la granizada que afectó a la capital el martes. Un puñado de brechas que permiten el acceso del agua si llueve que, todavía ahora, no tiene fecha de arreglo por parte del Instituto Municipal de Deportes (Imdeco), que es la institución encargada del mantenimiento del pabellón -por mucho que la gestión de uso esté en manos de otra entidad-. El presente por tanto es complicado para una alta cifra de deportistas pero sobre todo, por insistir en ello, para equipos como el Apademar o el Cajasur CBM. En este último caso, una escuadra que representa a Córdoba en España en la División de Honor Plata. Ésta es la segunda categoría del balonmano nacional y Fátima es la sede de los partidos del cuadro granate como local.

Pero los orificios abiertos por el pedrisco no son más que la continuidad a una historia de olvido institucional por parte del Imdeco -sin importar el color político pues viene de años atrás-. De entrada, la techumbre muestra deficiencias desde poco después de principios de la década que encara su recta final este 2020. Principalmente porque hay puntos en los que se produce separación de materiales, lo que provoca que existan aberturas que ya generaban entrada de agua en días de lluvia con anterioridad. Así, si las precipitaciones tenían lugar de manera racheada -es decir, con inclinación por la acción del viento- la pista se veía afectada. La problemática era tal que incluso alguna que otra zona de la cancha se veía seriamente perjudicada de cara a la práctica de cualquier tipo de modalidad deportiva.

Tanto es así que los clubes que disputan los partidos de sus competiciones bajo el rol de locales en el pabellón tuvieron que hacer reserva en otra instalación en previsión de lluvia. Le sucedió por ejemplo al Cajasur CBM, que hubo de mantener una alternativa de pista en períodos de mayor frecuencia de precipitaciones. Y esto se da, para que se tenga plena perspectiva de la situación, con un conjunto que milita, como ya se dijo y se sabe, en División de Honor Plata. O sea, que un cuadro de segunda categoría ha de estar con la preocupación de si la meteorología le impide el normal desarrollo de sus encuentros en un recinto que se supone preparado para que no sea así. Además, la IDM de Fátima no está adecuada a los cambios de estación. Cuando la temperatura va en incremento, el calor es difícilmente soportable; cuando desciende, el frío se hace notar a base de bien.

Sobre esta última circunstancia, ayuda muy mucho -de manera negativa, claro está- la existencia de las mencionadas aberturas en la techumbre. Estos espacios permiten que el aire acceda al interior de un recinto que desde el pasado martes levanta todavía más quebraderos de cabeza a sus usuarios. Porque mientras no haya arreglo de los efectos del pedrisco, cada entrenamiento o partido está supeditado a que no llueva. De ahí que tanto desde la gestión de la infraestructura como entre las entidades y los deportistas se produzca una clara reivindicación de reformas lo más prontas posibles. En este sentido, por cierto, el Imdeco tiene previsto enviar técnicos de peritaje para contar con un informe concreto de daños y a partir de ahí tomar una decisión sobre las mejoras que fueran requisito para que el pabellón esté a la altura.

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