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Tras una epifanía lejos de El Arcángel

Álvaro Aguado, en la visita del Córdoba a Alcorcón la pasada campaña | LOF

Rafael Ávalos

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Después del primero debe llegar el segundo. La teoría es sencilla, no tanto llevarla a la práctica. Con todo, el Córdoba pretende hacerlo sí o sí el sábado (16:00) con el objeto de cambiar definitivamente su rumbo esta temporada. El conjunto blanquiverde vive su mejor semana desde que arrancara la campaña, toda vez que encara un nuevo duelo liguero tras estrenar su casillero de victorias en Segunda A. El triunfo sobre el Almería ha de ser el punto de partida, pero es en Pamplona donde el cuadro califal tiene el reto de modificar su sino este curso. Sobre todo cuando viene de encadenar tres salidas desastrosas tanto en el resultado como en la imagen. Es precisamente esto a lo que desea poner punto final el equipo de José Ramón Sandoval, que tiene como ejemplo sus propios casos el anterior ejercicio en Alcorcón y Vallecas.

Tras una epifanía lejos de El Arcángel está el Córdoba, que además posee la opción de dar un salto significativo en la clasificación. Ante el Osasuna goza de una ocasión dorada para obtener esa revelación que la pasada campaña tuvo cuando más difícil era su situación. Los blanquiverdes se impusieron al Valladolid (2-1) con remontada en El Arcángel y acto seguido fueron capaces de repetir en Santo Domingo (1-2). Aquella victoria supuso un antes y un después definitivo para los de Sandoval, pues terminaba un período de más de seis meses sin vencer fuera de feudo propio. De hecho, los blanquiverdes sólo habían ganado como visitantes hasta ese momento, jornada 29, en la segunda fecha del campeonato liguero. Fue en Albacete (0-3). También lograron ganar en Tarragona dos semanas después para tomar más oxígeno si cabe.

Encadenó cuatro triunfos consecutivos el cuadro califal, que tuvo una recaída en el tramo final de la temporada. Al perder por 2-4 ante el Huesca, a falta de cuatro duelos para el cierre de la competición en la categoría de plata, lo improbable volvía a parecer imposible. Pero entonces el Córdoba tuvo otra epifanía lejos de El Arcángel. Esa vez fue nada más y nada menos que en el campo del líder, que a la postre se proclamó campeón de Segunda A, un Rayo Vallecano al que -otra vez- remontó. Después de aquel partido la escena fue idéntica a la mencionada anteriormente: también venció en su siguiente salida, en Reus (1-2) y acumuló cuatro victorias seguidas. Encontró la luz cuando todo estaba oscuro.

Ahora el conjunto blanquiverde desea releer el guion escrito meses atrás. Esta vez en un campo en el que estuvo a punto de sumar de tres la pasada campaña. Tan cerca estuvo de superar al Osasuna que sólo un golazo, siempre imprevisible y difícilmente evitable, de Borja Lasso impidió que el Córdoba pudiera dar el zarpazo en Pamplona. En esta ocasión, por si fuera poco, la revelación sería mucho más valiosa en el plano anímico. Más que nada porque el cuadro califal afronta un final de mes de vértigo, con la visita del Deportivo a El Arcángel la siguiente jornada y un viaje a Gijón la posterior. Es decir, la victoria se presenta como una alternativa para encarar con menos presión lo que resta por delante.

Del mismo modo, el Córdoba pretende finiquitar una dinámica más que negativa como foráneo en lo que va de temporada. Porque por el momento cuenta por desastre cada uno de sus desplazamientos en Liga. El primero acabó con una rotunda goleada en Albacete (3-0) en un partido en el que apenas supo competir a su rival. Mejor apareció en La Rosaleda en su segunda salida del curso, pero el resultado fue idéntico: triunfo por 3-0 de un Málaga que no necesitó pisar el acelerador para demostrar su marcada superioridad. La herida se reabrió e hizo más profunda en el último encuentro que los blanquiverdes disputaron lejos de su feudo. En Granada cayeron por 4-2 después de mostrar una de sus peores versiones de los tiempos más recientes. Tanto es así que José Ramón Sandoval criticó duramente a sus jugadores. Superado este trance y tras lograr la primera victoria de la campaña, el cuadro califal espera hallar otra epifanía que le permita variar de una vez por todas su trayectoria.

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