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¡Cierren esa puerta!

Carlos Abad, durante el Zaragoza-Córdoba, en el que dejó la portería a cero | LOF

Paco Merino

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Al Córdoba no le vendría nada mal solucionar un problema que tiene atrás. Ocupa puestos de honor en el ranking de los equipos más goleados del fútbol español desde hace tiempo. En los dos últimos años naturales ha destacado en esta negativa estadística. En 2017 cerró el calendario con 70 goles recibidos en 47 partidos oficiales disputados. Un pésimo balance. En 2018 ha sido aún peor: 72 tantos en en 45 encuentros. Dos más en dos citas menos. ¿Principal consecuencia? Que ha sido inquilino permanente en los puestos de descenso a Segunda B. Ahí estuvo prácticamente toda la temporada pasada y salió en la penúltima jornada -victoria en Reus por 1-2-, para salvarse en la última en El Arcángel con su recordado 3-0 ante el Sporting. Milagro. En el presente curso solo estuvo fuera de los cuatro últimos puestos en la primera jornada; desde la siguiente ha ocupado un lugar en el pozo.

La vulnerabilidad de su defensa ha supuesto para el Córdoba una fuente de problemas desde que descendió de Primera División, categoría en la que fue destinatario de sonoras palizas, entre ellas la peor de toda su historia: un 0-8 en El Arcángel frente al FC Barcelona que significó el descenso matemático de los blanquiverdes. Después de aquello, el carrusel de cambios cada temporada -tanto en la plantilla como en el banquillo- dejó al equipo sin identidad y con patrones de juego en permanente discusión. En la campaña de Oltra, el hecho de ser uno de los que más encajaba lo compensaba con una gran producción en ataque. De hecho, en la temporada 15-16 el Córdoba fue el equipo más goleador de Segunda con 59 -recibió 52- y disputó el play off de ascenso a Primera. Fue el sexto que encajó más y los cuatro peores descendieron de categoría. Por entonces tenía a Florín Andone, Fidel y Xisco, que se repartieron 40 goles. Todos salieron de la entidad. Desde entonces, el equilibrio ha sido imposible. En la 16-17 fue el cuarto más goleado de la Liga en Segunda (52). En la 17-18, el tercero (65).

En la actual temporada, con Sandoval en el banquillo, el Córdoba mostró desde el principio una debilidad palpable a la hora de defender su portería. Pasaron cuatro guardametas por ella. Y en la línea de zagueros las modificaciones también han sido constantes. En la actualidad, con 35 goles recibidos en 19 jornadas, el cuadro blanquiverde es el peor de los 22 que compiten en la Liga 1/2/3. Se detectan, sin embargo, síntomas de mejora. Exceptuando la noche negra de la Copa del Rey ante el Getafe, con un doloroso 5-1 que selló la eliminación de los cordobeses, el equipo ha progresado defensivamente desde la llegada al banquillo de Curro Torres. Con el de Ahlen al mando, el Córdoba ha encajado cinco goles en cinco partidos de Liga. Son la mitad de los que recibió durante la etapa con Sandoval, que fueron 30 tantos en 14 encuentros.

El Córdoba ha enlazado en 2017 y 2018 los peores años de su defensa. Solo hay un referente más oscuro y hay que remontarse varias décadas. El año 1983 lo despachó el equipo blanquiverde con 76 goles encajados en 43 partidos oficiales. Aquel periodo pasa por ser uno de los más negros de la historia de la entidad. Coincide con el final de la temporada 83-83 y el inicio de la 83-84. Aquella sangría tuvo unas consecuencias funestas: el Córdoba encadenó descensos de Segunda a Segunda B y de ahí a Tercera División.

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