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Isabel Romero, presidenta de Junta Islámica: “Queremos inmigrantes sin derechos y que se parezcan a nosotros”

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

Aristóteles Moreno

30 de agosto de 2025 20:06 h

8

No usa velo, solo se somete a su propia conciencia y reivindica la espiritualidad como un órgano indisoluble del ser humano. Nació católica, se declaró atea, devino agnóstica y finalmente abrazó el islam. En Córdoba, por supuesto. Reniega del integrismo en todas sus formas y es consciente de que Al Qaeda y los talibanes han hecho más daño al islam que la ultraderecha islamófoba que hoy recorre el planeta. Por eso se pasa la vida desanudando las permanentes confusiones que colocan a la religión que profesa en el centro de la diana. La última embestida racista adquirió en Torre Pacheco tintes altamente inquietantes. Hasta el punto de que la organización que preside, Junta Islámica, ha emprendido acciones legales para intentar frenar un tsunami que amenaza la propia democracia.

Es dueña de un discurso sólido y razonado. Y en esta entrevista intenta separar el grano de la paja de un debate particularmente complejo que se presta a la demagogia y el populismo. Son las 9.45 de la mañana en la Puerta de la Luna. Tomamos asiento en una mesa vacía ante la atenta mirada del filósofo Averroes. ¿Quién si no?

Yo no profeso la misma religión que los talibanes

PREGUNTA. ¿El racismo es una forma de fascismo?

RESPUESTA. Si tú clasificas a los seres humanos por su aspecto, por su pensamiento o por su práctica religiosa, todo eso para mí es fascismo. No es intolerancia. Es fascismo.

Hija de inmigrantes manchegos establecidos en la capital, Isabel Romero se formó en un colegio del Opus Dei. Su familia materna era marcadamente católica. Su padre, anticlerical. Las dos Españas comiendo en la misma mesa. El Opus le abrió los ojos. “Aprendí lo que no es para mí la fe y la trascendencia. Y que las sectas no son buenas para nadie”, asegura. Con 14 años salió pitando para la educación pública. Y descubrió otro mundo en aquella España que comenzaba a despertar del interminable letargo franquista.

P. El Opus Dei la echó de la religión.

R. Sí. De allí salí atea. Luego me hice agnóstica. Aunque era del Opus Dei, que suele tener colegios de élite, el nuestro era para niños pobres. Y nos formaban con un tipo de bachiller para ser secretarias y cosas así.

P. Muy clasista.

R. Exactamente. Yo no entendía cosas. Si éramos pobres, ¿por qué teníamos que estar dando dinero continuamente de lo poco que había en mi casa para comprar un sagrario de oro? Cuando me confesaba lo preguntaba. ¿Es necesario que haya que comprar un sagrario de oro cuando hay tanta gente pasando penalidades? A mí aquello me empezó a generar muchas contradicciones.

P. Y luego se enroló en la vida política.

R. Fui militante de las Juventudes Comunistas y secretaria política de Madrid. También secretaria de Organización a nivel nacional en el año 74. Era miembro del Comité Central del PCE y viajé a la República Democrática Alemana, a través de Polonia, para participar en la organización del Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes que tuvo lugar en Cuba en 1978. Y en Cuba dimití.

Nunca me he puesto el velo pero defiendo el derecho de las mujeres que quieran llevarlo

P. ¿Por qué?

R. Porque cuando viajo a Polonia y luego a la República Democrática Alemana me encuentro con el socialismo real. Y aquello fue para mí un bofetón en la cara: la represión y la vigilancia permanente de la población. Fue tremendo. El guía que teníamos en la RDA nos dice: “Me han prohibido hablar con vosotros”. Claro. Nosotros íbamos con el eurocomunismo y a ellos eso les parecía una desviación total.

Fui a Cuba en el 78, cuando todavía estaban allí los rusos. Y, mientras nosotros estábamos en España luchando por tener democracia y libertades, llego allí y me encuentro a unos vecinos vigilando a otros, y un sistema de pobreza estanca. Eso a mí no me cabía. En la teoría de aquella ideología, no había una praxis que justificara todo eso. Y en Cuba dimití.

P. Se le quebró el espejismo.

R. Totalmente. Y lo pasé mal. Porque, claro, mi círculo de amigos y de relaciones estaba ahí y tuve que decir que no. Me tuve que reconstruir.

P. No fue solamente una ruptura política. También personal.

R. Claro.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. Usted siempre ha sido una disidente.

R. Me temo que sí.

P. Y siguió viviendo en Madrid.

R. Estuve un tiempo viviendo en Madrid y trabajando con Simón Sánchez Montero, que fue diputado en las primeras elecciones. Le pasaba a máquina los discursos y corregía algunas notas. Hasta que ya Madrid se me empezó a hacer difícil de digerir.

P. ¿Por la ciudad? ¿Por su situación personal?

R. Por todo el contexto y por mi propia quiebra ideológica. Muchos amigos míos no entendieron que yo empezara a hablar mal del modelo comunista.

P. Se había convertido en una traidora.

R. Eso es. Entonces me empezó a resultar molesto aquello. Y conocí a una persona que trabajaba en el Ministerio de Cultura. Empezaban las autonomías y tenía la oportunidad de salir de Madrid. Al principio pensé en el norte, en Logroño, pero luego la vida me trajo al sur.

Con la caída de Granada, el Estado construyó un discurso islamófobo y antisemita. Ese discurso no ha muerto

P. ¿Qué pasó?

R. Esta persona era de Puente Genil. Y podía venir a Andalucía y pedir una comisión de servicio. Viví en Sevilla una temporada mientras que arrancaba la Consejería de Cultura. Mi pareja trabajaba en la administración pública. Yo me vine en paro y pude enganchar luego en Córdoba para hacer el padrón de habitantes. Más tarde contactamos con un equipo de estudios psicosociales cualitativos. En España entonces nadie hacía nada de eso. No tengo la carrera, pero me formé como socióloga.

P. ¿Cómo era Córdoba en los ochenta?

R. Pues un pueblito muy chico. Pero maravilloso. Venir de Madrid y tener la experiencia de pasar por el Callejón de la Luna fue maravilloso. Yo decía: “Esta gente no sabe dónde vive. No tiene ni idea del tesoro que tiene aquí”. Y oía a los empresarios de hostelería decir que Córdoba, que entonces solo tenía cuatro o cinco hoteles alrededor de la Mezquita, no daba para más. Y yo decía: “Esta gente está chalada”.

P. Y cómo ha cambiado la película.

R. Era una ciudad que no era consciente de sí misma y de su valor. Yo llegué a decir alguna cosa un poco bruta: que Córdoba era silenciosa porque no tenía nada que decir.

P. ¿Lo volvería a decir hoy?

R. Ya no es tan silenciosa, pero le cuesta decir algo sobre sí misma y sobre el futuro.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. Y sigue siendo un pueblecito.

R. Yo creo que en la vida cotidiana tiene bastante de pueblo. En los últimos años los jóvenes han salido, han viajado, han estudiado y eso trae un refresco mental. Pero como seguimos teniendo una falta de cohesión sobre nuestra historia y nuestro legado, pues faltan piezas. Es como un puzle que no acaba de estar encajado.

P. Y aquí conectó con el Islam.

R. Sí. Bastante tiempo después. En 1994.

P. ¿Cómo fue ese tránsito?

R. Durante tiempo tuvimos la empresa de estudios sociológicos hasta que cerramos por quiebra. Lo que nos gustaba hacer no nos lo pagaba nadie. Y justo cuando cierro me ofrecen organizar Etnobotánica, el congreso de 1992. Después me enganché como directora del Palacio de Congresos. Y en ese momento Hashim Cabrera vino a verme y me propuso organizar una exposición colectiva y un taller sobre islam y arte contemporáneo. Y yo le dije: “¡¿Cómo? Repíteme eso!”.

P. A usted no le cuadraba islam y arte contemporáneo.

R. Para nada en absoluto. Yo tenía en ese momento los mismos prejuicios que todo el mundo tiene: el islam es una religión atrasada, de gente sin cultura y mujeres sometidas, que no es que no lo haya en algunos sitios. Y entonces dije: “Yo quiero ver esto”. Moví patrocinios y se hizo la exposición y el taller. Entonces conocí a Mansur y a todo el grupo de Junta Islámica, que eran conversos. Al principio me pareció todo muy exótico.

Lo que me movió fueron dos cosas importantes: una, la curiosidad por conocer y descubrir el legado andalusí, que formaba parte de nuestra identidad. Y dos: se acababa de firmar en 1992 el Acuerdo de Cooperación y a mí me pareció que el reconocimiento de la diversidad religiosa en España era algo muy importante. Si éramos capaces de reconocer que en las tradiciones espirituales españolas hay judíos, musulmanes, cristianos, evangélicos y mucho más, estábamos dando un paso hacia el futuro.

En los ochenta Córdoba era un pueblito muy chico pero maravilloso. Y no era consciente de su valor

P. Lo suyo fue una inmersión cultural más que religiosa.

R. En principio, sí. En ese momento yo era agnóstica. Aunque ya tenía una visión trascendente de la existencia pero sin una estructura y con un Dios sin más apellidos.

P. Usted sí creía en eso antes de abrazar el islam.

R. Sí. Tú vives el islam como una religión estructurada, que no lo es tampoco, porque ni siquiera las jerarquías existen. Lo que yo hice fue en muchos aspectos un reconocimiento de lo que yo ya había empezado a filtrar. Y que, desde luego, poco tiene que ver con las visiones políticas e ideológicas del Islam en otros contextos. Para mí, el islam nunca puede ser político o ideológico. Nunca.

P. ¿Cómo transformó su vida el islam?

R. Mi contexto personal y familiar no significativamente. No me vestí de nada ni cambió mi vida cotidiana, más allá de rezar.

P. Mucha gente se extrañaría.

R. Yo nunca me puse hiyab porque no me parecía que fuera un elemento vertebral de la práctica espiritual. No hubo más signos externos. Dejé de comer jamón y alcohol no había bebido nunca. Como musulmana no como cerdo, pero tengo más argumentos para no comerlo. Lo mismo que los tengo para no tomar pan blanco.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. En los años 50, 60 y, sobre todo, 70 hubo mucha gente de izquierdas que se convirtió al islam.

R. En los 50 y 60 conozco menos. Cuando se produce el boom es en los 80 porque hay una quiebra ideológica. Es un poco lo que a mí me pasa. Mucha gente después de las libertades se desencanta y nota que les falta algo. El islam da una respuesta a esa aspiración. Hay un descubrimiento de algo que forma parte de tu identidad y de tu legado. Yo investigo en el pueblo de mis padres y descubro que fue uno de los puntos centrales de la Inquisición. Allí se viven como dos sociedades: los sometidos y los vencedores. Y eso se ha perpetuado a lo largo de muchos siglos.

P. Y usted cree que se sigue perpetuando.

R. Sin duda. Aunque sin esa conciencia, pero sí en el sentimiento. Y yo lo viví con mis padres.

P. Que eran de la parte sometida.

R. Mi padre era de la parte sometida y mi madre, a pesar de la pobreza, de la parte conquistadora. Tengo curas y monjas en la familia. Mi padre era anticlerical. Todo lo contrario. Eso vuelve a generar una huella profunda en la Guerra Civil y después vuelve a perpetuarse entre los que ganan y los perdedores. Yo tengo un tío mío por parte de mi padre enterrado en alguna cuneta en Extremadura. Por parte de mi madre, no.

El nacionalcatolicismo sigue siendo un lastre para España

P. O sea, que en su propia familia está la España de siempre.

R. Sí. Por desgracia.

P. Mansur Escudero tuvo que ver en toda esta transformación como referente intelectual.

R. Sí, claro. No solo en Córdoba, sino en España, Mansur fue un referente. Y no porque él se empeñara. Hay gente que tiene una personalidad propia tan potente que acaba siendo un referente. Él era psiquiatra, estuvo con Castilla del Pino y todo le interesaba. Fue una persona completamente comprometida con la paz, con los derechos, con la ciudadanía y con la diversidad en todos los sentidos. Fue un personaje que dejó su huella, aunque quizá al Estado no le gustaba tanto. Le gustaban más los extranjeros.

P. ¿Porque los musulmanes extranjeros conformaban una comunidad más grande?

R. No creo. Aunque se hubiera regulado legalmente y se hubiera dicho que tenía notorio arraigo, era más cómodo que el islam fuera cosa de extranjeros en la España contemporánea a que fuera cosa de españoles.

P. Hoy día hay muchos más musulmanes extranjeros que españoles.

R. Ya hay mucha gente que emigró en los años 90, que tienen la nacionalidad, aunque su origen sea, sobre todo, marroquí o magrebí. De los 2,5 millones de musulmanes, yo creo que un millón y medio tienen ya la nacionalidad.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

Mansur Escudero fue uno de los firmantes de los Acuerdos de Cooperación entre el Estado español y la comunidad islámica suscritos en 1992. Formado en medicina psiquiátrica y discípulo de Carlos Castilla del Pino, durante años fue un referente carismático del colectivo musulmán en España. Se afincó en Almodóvar del Río y fundó la Junta Islámica, integrada fundamentalmente por creyentes conversos. Murió en el año 2010 en Dar As Salam [Casa de la Paz], su vivienda familiar de Almodóvar.

Tres años después, en 2013, Isabel Romero asume la presidencia de Junta Islámica. Años antes ya había impulsado la creación de una agencia certificadora de productos halal, aptos para los musulmanes, que trabaja para más de medio millar de empresas. Pero vayamos a lo urgente.

P. En julio pasado se desató una auténtica cacería contra los inmigrantes en Torre Pacheco. ¿De qué es síntoma?

R. Es el síntoma de estos tiempos. Hay una desafección de la ciudadanía ante sus representantes públicos desde la corrupción de los años 90. Y se ha ido perdiendo calidad en los políticos. Tierno Galván, incluso Felipe González, eran gente con mucha sustancia y con una formación muy sólida.

P. Y ahora son políticos sin sustancia.

R. Y ahora son sin sustancia. Y entonces, ¿qué pasa? Que la mezcla de la corrupción y la percepción de que todos son iguales ha abierto la puerta a estas visiones autoritarias. Lo que me parece más peligroso es que haya gente que está en posicionamientos que tienen que ver con el fascismo y no lo sepa. Antes el que era un fascista es porque ideológicamente estaba convencido de ello. Y ahora hay gente que se suma a postulados claramente fascistas, pero no lo sabe.

P. Casi el 40% de la población en Torre Pacheco es inmigrante, mayoritariamente marroquíes. En 2019 Vox ganó las elecciones allí. ¿Todo en orden?

R. Claro. Es la reacción. ¿Quién iba a trabajar en el campo? ¿Quién iba a limpiar las casas? Qué bien que vienen los emigrantes, pero cuidado que están empezando a querer ser iguales que nosotros. Y encima son musulmanes, hablan árabe y quieren tener mezquitas. ¡¿Esto qué es? Nos están colonizando!

A nadie le molesta que vengan los árabes ricos y compren equipos de fútbol. Ahí está el Córdoba CF

P. Queremos inmigrantes sin derechos.

R. Claro. O los queremos que se parezcan a nosotros, como es el caso de los latinos. Entonces, les das la nacionalidad a los tres años, la mayoría son protestantes o católicos, hablan más o menos igual que nosotros y entonces vale. Pero los otros…

P. No aceptamos al diferente.

R. No. De ninguna manera. Y menos cuando no lo entiendes y no lo conoces. También es un problema de tiempo. Un par de décadas es poco tiempo para que el conjunto de la sociedad asimile esa diversidad que ya convive contigo.

P. En Francia llevan mucho tiempo.

R. Sí, pero en guetos tremendos. Francia tiene un problema muy importante y es que tiene una religión que se llama laicismo. No son conscientes de ello. Y es una religión de Estado. La intolerancia que manifiestan hacia cualquier visión espiritual o religiosa les ha llevado a cosas terribles como los guetos.

P. ¿Usted cree que el problema es el laicismo?

R. El laicismo mal entendido como ideología, sí. Yo digo que socialmente soy laica porque todos tienen que estar dentro de ese paraguas, pero no el laicismo como ideología. A mí me encanta que nuestra Constitución diga que somos aconfesionales y no laicos, porque eso trae muchos problemas.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. El laicismo es la neutralidad del Estado.

R. Ya, pero eso es imposible. Es que el Estado no es neutro. Se han impuesto cosas surrealistas como las que se han visto en playas en Francia de llegar la Policía para que se desnude una señora que está con una chilaba o con un pañuelo. ¿Esto qué es? ¿El Estado dice cómo tenemos que vestirnos? Esto es lo de siempre. Un coletazo más del patriarcado. ¿Por qué no nos dejan en paz a las mujeres? Que nos vistamos o nos desvistamos como nos dé la gana. Otra cosa es que una mujer esté siendo oprimida u obligada. Y para eso tenemos las leyes. Pero, ¿por qué tiene que interferir el Estado en si yo me quiero poner un pañuelo en la cabeza o una boina, o quiero ir a la clase con un crucifijo? ¿Qué coño le importa al Estado eso? Señores: son libertades individuales y respeto. Porque, entonces, ¿qué hacemos con las monjas? ¿Les quitamos el velo?

P. ¿Usted cree que el velo es una forma de opresión?

R. En algunos lugares y para algunas mujeres puede ser porque les condiciona socialmente. Y en otros lugares no. En Europa es un elemento de reivindicación de esas mujeres por ser musulmanas. Se utiliza como un elemento de posicionamiento y no tiene por qué ser en absoluto opresivo.

P. Usted nunca se lo ha puesto.

R. Yo no me lo he puesto porque me parece que el velo se lleva por dentro. Pero los hombres y las mujeres, no solo las mujeres. Que tú tengas cuidado de tus pensamientos, de tu corazón, de tus intenciones, de aquello que tienes que cuidar para que tu vida y la sociedad en la que vives sea la mejor posible. Ese es el velo. ¿Pero un pañuelo en la cabeza? Y yo lo defiendo. Pero lo defiendo desde el derecho que tenemos las mujeres a ponernos y quitarnos lo que nos dé la gana. Si por decreto en un país dice que todas las mujeres tienen que llevar velo, yo estaré en contra y apoyaré a aquellas mujeres que no quieran llevarlo.

P. Pero también hay una cultura dominante opresora. No solamente el Estado es el que oprime.

R. Eso es lo que estoy diciendo. Si realmente a una chica en España su contexto social la obliga yo creo que sí que hay que intervenir, pero no como elefante en cacharrería. Llevamos pocas décadas y la inmigración que ha tenido España mayoritariamente viene de medios rurales con una determinada formación cultural. Pero sus hijos ya no. Sus hijos han estudiado. Sobre todo sus hijas. Y luego, los matrimonios de conveniencia hay que acabar con ellos. Sí o sí. Y, si las chicas se ven obligadas, pues tienen que coger la puerta y denunciarlo. Es muy duro. Porque denunciar a tu familia es muy duro. Pero son cosas que socialmente no podemos permitirnos.

En 2005 hicimos una fatua contra los terroristas por estar fuera del islam y Mansur estuvo seis meses en la web de Al Qaeda

P. En España también ha habido velo históricamente. Nuestras abuelas lo usaban.

R. Yo he ido a misa con mi abuela con un velito puesto. Las señoras nos sentábamos a un lado y los señores se sentaban a otro.

P. ¿Nos hemos olvidado de eso?

R. Totalmente. Porque ya nos hicimos modernos. Llegaron los años 60, vino el turismo y las suecas y ya éramos todos modernos.

P. Y tenemos la fe del converso.

R. Y tenemos la fe del converso. Y parece que eso es de toda la vida. Pero no lo es. Yo veo cosas que me escandalizan. He ido a comuniones de amigos y veo cómo entra la gente en la Iglesia y flipo en colores. Van con unas minifaldas y hasta con el pecho fuera.

P. A usted eso no le parece bien.

R. A mí me parece terrible. A mí no me gusta. Me parece que son espacios para trascender.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. Y no se puede trascender con minifalda.

R. Se puede trascender. Pero lo que ves no es alguien que va allí espiritualmente, sino a celebrar una fiesta. Y ese es el vestido que acompaña la fiesta. Y no hablo solo de las mujeres, aunque es más llamativo. Hay espacios para todo.

P. Feijó propone prohibir el burka y el niqab.

R. Prohibir el burka es ridículo. Una sociedad prohíbe algo cuando tiene una cantidad tan importante que verdaderamente puede estar causando un daño. ¿Cuántas mujeres llevan niqab y burka? Yo creo que no las contamos ni con los dedos de esta mano. Curiosamente, las que lo llevan algunas están vinculadas a los centros culturales islámicos de Arabia Saudí. Y con esos nunca hay ningún problema. El niqab lo lleva poca gente. ¿De verdad hace falta prohibir eso? Lo que pasa es que es un elemento de propaganda política porque saben que todas las corrientes de extrema derecha lo están prohibiendo y se apuntan al carro.

P. Santiago Abascal ha dicho: “La islamización y la agenda globalista son los grandes peligros a los que se enfrenta nuestra identidad nacional”. ¿A qué le suena?

R. Me suena a la campaña contra la Agenda 2030, que es la que consiguió defender los derechos fundamentales. Y los derechos fundamentales son los enemigos de esta gente. Y son los enemigos del totalitarismo. Por eso hay tanta insistencia en atacar a Europa y que cada vez sea más débil. Aquí se ha conseguido un marco de derechos fundamentales y hay que acabar con ellos porque si no el totalitarismo no puede enganchar. Trump está empezando a cargarse el sistema democrático. Suena a eso. No hay ninguna invasión. ¿Qué invasión? Es que están flipando.

P. Ortega Smith ha dicho también: “No vamos a permitir que la cultura islámica invada nuestra civilización”. ¿Islamofobia y extrema derecha beben en el mismo abrevadero?

R. Sí, claro.

Para mí, el islam nunca puede ser político o ideológico

P. ¿Y por qué apuntan al islam y no a otra religión?

R. Pues no sé. Yo creo que se están equivocando porque hay muchísimos musulmanes en España que más bien son conservadores y no socialdemócratas. Mucha gente que yo conozco dice: “Nosotros votaríamos a Vox si no fueran islamófobos”. Tal cual. Porque vamos a ver: ¿a qué se llama cultura islámica? ¿A la que trae la gente que ha vivido en Marruecos? ¿En Pakistán? El Islam se ha desarrollado en un montón de contextos culturales y Al-Ándalus es uno de ellos.

P. ¿Usted profesa la misma religión que los talibanes?

R. Por supuesto que no. Los talibanes practican una ideología. Yo antes ya he distinguido entre el Islam como una revelación de Dios. El Corán da mensajes para la sociedad en la que se produce la revelación. Y eso no tiene nada que ver con la ideología de las personas que dicen que son musulmanas y para mí no lo son. De hecho, Junta Islámica hizo una apuesta muy fuerte en 2005 con una fatua que condenaba a los terroristas por estar fuera del islam. Los declaraba no musulmanes y Mansur, que en paz descanse, estuvo 6 meses en la página de Al Qaeda como enemigo del islam. Eso nos hizo pasar mucho miedo, pero fuimos la primera organización del mundo que lo hizo.

P. ¿La Junta Islámica puede dictar una fatua?

R. Sí. En realidad, se cuestionó por parte de la Comisión Islámica. Cualquiera con conocimientos puede hacer una fatua. De hecho, por ejemplo, en halal cada vez que damos un certificado estamos haciendo una fatua. Se llama así. Es la valoración técnico religiosa de que un producto es apto.

P. ¿Quién ha hecho más daño al Islam: Santiago Abascal o Bin Laden?

R. Bin Laden, sin duda alguna. Y el Estado Islámico. Y los talibanes. Todo ese movimiento. Pero también hay que ver de dónde salen y quién los financia.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. ¿Y de dónde salen?

R. Sobre Al Qaeda ha habido mucha literatura ya. Se financia inicialmente para echar a los rusos de Afganistán. Eso no me lo invento yo. Está en los libros de historia. Estados Unidos metió dinero para que los talibanes fueran un freno y expulsaran a la Unión Soviética.

P. Sí, pero conectan con una visión rigorista del islam.

R. Sí. El islam de Arabia Saudí, que es el wahabismo, surge de una persona que es expulsada de La Meca y acaba refugiada en las tribus que hoy gobiernan Arabia Saudí. Y es expulsado precisamente por desviado y por hacer interpretaciones de la revelación que no estaban en concordancia. Luego llega el petróleo y el poder y tienen todo el dinero del mundo para difundir una ideología.

P. ¿Usted cree que los musulmanes del mundo se liberarán de esa ideología integrista y radical?

R. En el Islam hay gente conservadora como en todas partes. Entre los cristianos hay conservadores. Y más conservadores en los evangélicos y en los judíos. Pero no todo el mundo es wahabí. Hay cuatro escuelas jurídicas más el sufismo. Es decir, hay una diversidad. Lo mejor es que no sea religión de Estado.

P. Eso es difícil en el mundo islámico.

R. Ya lo sé. Pero yo espero que el devenir sea otro. Que los Estados no sean confesionales. Eso es lo deseable. Nuestra Constitución lo dice muy claro: anima a la cooperación y a trabajar juntos [con las confesiones religiosas]. Lo deseable es que el Estado no sea quien regule y diga si los musulmanes están haciendo bien o mal su práctica religiosa y espiritual.

En los 80 mucha gente de izquierdas se convirtió al islam porque hubo una quiebra ideológica tras el desencanto

P. ¿El nacionalcatolicismo es un cadáver vivo y coleando?

R. Sí. Y para muchos católicos hoy en día es un peso muy pesado que les gustaría no tener. Me consta, lo conozco y lo vivo. Hay muchísima gente ya en España que estaría encantada de que el nacionalcatolicismo desapareciera para siempre, pero sigue siendo un lastre.

P. Serafín Fanjul escribió un libro titulado Al Andalus contra España. Y eso que era arabista.

R. La mayor parte de los arabistas han sido islamófobos. Tampoco es ninguna novedad.

P. Y lo que es peor: arabófobos.

R. Primero por el tema de que lo que vinieron fueron los árabes y luego los expulsamos. Este es el primer anatema. Tenemos mandíbulas de gente del norte de África en Navarra que se han encontrado. Es que estamos a 15 kilómetros y la Península ibérica ha sido un lugar habitual de comunicación. Eso de que vinieron las tropas árabes, lo conquistaron todo y luego los expulsamos es de un reduccionismo histórico que da hasta vómito. Pero eso ha sido lo que se ha perpetuado. Con la caída de Granada, especialmente unos 100 años después, cuando ya se decreta la expulsión, el Estado construye un discurso islamófobo y antisemita. De manera que todo lo que no coincidiera con el marco ideológico y religioso del nuevo imperio, había que desterrarlo. Y ese discurso no ha muerto.

P. Todavía no ha muerto.

R. Yo creo que no. Por eso es tan fácil que emerja rápido cuando llegan las migraciones, que, por otro lado, las necesitábamos. El que más regularizó emigrantes en España fue el señor Aznar. En el año 2000 regularizó a no sé cuántos miles de miles porque hacía falta mano de obra para levantar todas las casas que luego se nos vinieron abajo con la crisis de las hipotecas estas maravillosas. Y el discurso islamófobo emergió enseguida, que es el que tiene el señor Abascal y todos sus muchachos. Pero, ¿por qué agarra? Pues porque en el inconsciente colectivo están todavía todos esos siglos de islamofobia. ¿Qué eran los judíos? Guarros. Así se les llamaba. Y todo ese discurso de que los musulmanes eran sucios. Pero, ¡si eran los más limpios del mundo! ¡Si eran los que canalizaban el agua! Ese discurso institucional de islamofobia se ha arrastrado hasta hoy.

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. ¿Por qué los sefardíes sí y los moriscos no?

R. Nosotros pedimos una reunión con el Ministerio de Asuntos Exteriores por el tema de la nacionalidad [de los moriscos] y nos dieron un argumento: que los sefardíes mantuvieron el idioma que tenía parte del castellano originario y se casaban con arreglo a las leyes de Castilla. Mientras que los moriscos, cuando fueron expulsados, se funden en las realidades de allí donde fueron.

P. Y han perdido su identidad.

R. Ellos argumentan esto cuando sabemos perfectamente que no es verdad. En Argel, y así lo está estudiando mi compañera Bárbara, que es la experta en moriscos, había un barrio de los aragoneses.

P. ¿Tiene recetas contra el racismo?

R. No hay recetas. Yo siempre digo lo mismo: hay que conocer al otro. Ahora mismo estamos invadidos por el miedo que tenemos y el que nos meten en el cuerpo.

P. ¿Por qué tenemos miedo?

R. Mire cómo está el mundo. Donde no hay una guerra hay otra. Mire Gaza. Mire Ucrania. Mire Yemen. Esto es un no parar. La industria de la guerra es muy potente y el miedo se ha convertido en un aliado muy importante para acabar con las democracias y los derechos de la ciudadanía, básicamente de los pobres. Porque el avance más importante de la democracia es que a los pobres nos han permitido vivir parecido a como viven los que siempre han tenido todo. Y eso peligra. Está en riesgo.

Hoy hay gente que se suma a postulados claramente fascistas y no lo sabe

P. Por cierto, ¿los antisemitas de ayer son los arabófobos de hoy?

R. Sí. Son alianzas de poder. Y digo una cosa: no son arabófobos de todos. Son arabófobos de los pobres. De los ricos no. A nadie le molesta que vengan los árabes ricos, se gasten mucho dinero y compren equipos de fútbol. Tenemos aquí el Córdoba. Mire el cartel que pone en el estadio. Con esos no pasa nada.

P. La extrema derecha era ayer antijudía y hoy es proisraelí.

R. Es una cuestión de dinámica de poder. El Estado de Israel es uno de los grandes poderes en el mundo. Yo no hablo de los judíos. Hablo del Estado de Israel. Y el enemigo son los pobres musulmanes, que ya suponen 1.800 millones de personas en todo el planeta. Y eso se está viviendo como una amenaza. Porque el Islam tiene valores y la asimilación capitalista encuentra en el islam algunos problemas. Algunas barreras. E incomoda.

P. ¿Qué conclusiones saca del caso Jumilla?

R. Es una excusa. Es una manera de poder ser islamófobo sin que se note tanto. ¿Qué les ha perdido? Les ha perdido la parte primera de lo que han aprobado: “Vamos a defender y promocionar nuestra cultura”. Pero, ¿cuál es tu cultura? Y más en Murcia. Pero, ¿si tienes todavía en todo el Levante el tema de las leyes del agua [que son de origen islámico andalusí]?. ¿De qué me estás hablando? Si los dulces que comes [son de origen andalusí islámico]. Lo de Jumilla ha sido muy visual, pero está pasando en muchos sitios. Se están regulando normas municipales que de facto limitan el ejercicio de la libertad religiosa. Y ponen excusas porque en los polideportivos no se sacrifican corderos. Se reza dos veces al año. Una vez para la oración de final del Ramadán y otra para la oración de la Fiesta del Cordero. Punto.

P. ¿Usted cree que en las instalaciones públicas se deben hacer actos religiosos?

R. Son instalaciones públicas y, como defiendo que en lo público también está lo religioso, ¿por qué no? Pero, ¡si tenemos las calles llenas de procesiones un día sí y otro también! A mí eso no me importa. Lo que me molesta es que sea discriminatorio. El otro día me decía alguien: “Los pakistaníes salen en procesión y se dan latigazos”. Y le digo: “Pues vete a ver la Semana Santa de Puente Genil, que se pegan unos latigazos en la espalda que llegan sangrando todos”. Entonces, ¿de qué me estás hablando?

Entrevista N&B a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica en Córdoba

P. ¿Hay que sacar la religión de las escuelas?

R. En el caso del islam me parece fundamental que esté en la escuela. Los contenidos que se dan del islam, de la Iglesia católica, del judaísmo y de los evangélicos están visados por el Ministerio de Educación y lo da un profesor que tiene que haber hecho Magisterio y un curso. En las mezquitas, con todos mis respetos, no se sabe lo que se dice. Yo quiero la enseñanza de la religión islámica en la escuela pública.

P. Y la católica también.

R. Todas.

P. ¿El laicismo es el primer mandamiento del Estado moderno?

R. Se configuró así, pero en unos sitios más que en otros. En Francia es la religión del laicismo. Aquí no.

P. ¿Y para cuándo la transición religiosa en España?

R. Yo creo que nos queda muchísimo.

P. ¿Qué nos queda?

R. Nos queda comprender el concepto de que el Estado es aconfesional, que no acabamos de entenderlo. Tanto dolor de cabeza dan las posiciones laicistas como las otras.

P. Las confesionales.

R. Sí. Las confesionales como vertebradoras del Estado. Esto es más fácil y no sé por qué estamos empeñados en que sea más complicado. Los seres humanos tenemos una visión trascendente de la existencia.

En Europa hay un marco de derechos fundamentales y la extrema derecha quiere acabar con ellos

P. La economía halal mueve ya más de 2 billones de dólares al año. En España, ¿estamos preparados?

R. Las empresas van estando preparadas y hay muchas ya. Habrá unas 1.500 empresas certificadas entre todas las agencias. Las más grandes, sin duda, porque son conscientes de la importancia de ese mercado. Institucionalmente se está empezando a ser consciente porque hasta ahora nos lo hemos trabajado a pulso. Yo he presentado varias veces un plan estratégico nacional como lo tiene Australia, Tailandia o Nueva Zelanda. Es una cosa positiva para el desarrollo económico de tu país.

P. En Córdoba hay 30 empresas ya con certificación halal. ¿Vamos en la dirección correcta?

R. Hemos crecido y eso es positivo. Todavía se podía hacer mucho más. Hacen falta estructuras intermedias. Hace tiempo creamos un clúster y lo tenemos ahí un poco muertecito, porque es una herramienta que tienen que mover los empresarios y no nosotros.

P. Leo en internet: “Isabel Romero es una de las 100 mujeres más influyentes del mundo en la economía islámica”.

R. Yo también estoy sorprendida. Es un ranking que hace una consultora en Londres y, de pronto, me encontré ahí como una persona influyente en la economía islámica mundial. Me parece bien visualizar a mujeres musulmanas de distintos contextos liderando desarrollos económicos potentes.

P. ¿Peligra el Paradigma Córdoba?

R. Yo creo que está muy perdido desde hace mucho tiempo.

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P. ¿Por qué?

P. Porque el Paradigma Córdoba tiene que sustentarse sobre cosas reales y tangibles y no solo sobre las piedras o sobre una idea de Al Andalus. Para mí, Al Andalus no es el islam. Es una realidad de la Península ibérica en la que había una gran diversidad, incluida la oposición al califa. Había cristianos, judíos y gente que no estaba de acuerdo con el sistema. El paradigma está falto de un soporte real de la interpretación de Al Andalus. Hay que dejar el cuento de hadas de que aquí se llevaba bien todo el mundo. Lo que nadie puede negar es que hubo un momento histórico en el que el contexto político produjo un desarrollo de las ciencias, de la cultura, del arte y del pensamiento, incluida la espiritualidad islámica y otras espiritualidades. Había dialéctica de dominadores y dominados. Hace falta más conocimiento y un reajuste del Paradigma Córdoba, porque hay mucha fantasía.

P. La convivencia de las tres cultura es un mito.

R. Sí. Lo es. Lo que hay que rescatar es aquello que permite que sus ciudadanos tengan la libertad individual y colectiva suficiente como para que su pensamiento evolucione. Y eso es lo que hizo Al Andalus. Sin esa efervescencia no hubiera sido posible el Renacimiento italiano ni la mística cristiana. Está muy bien recogido en el Museo de la Mística de Ávila, donde, por supuesto, está Ibn Arabi, Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Están los místicos cristianos porque es un tronco común de la vivencia de la espiritualidad pura y de la trascendencia del ser humano. En ese momento se amaba el conocimiento. Había universidades, bibliotecas, matemáticas. Es espectacular. Esa gente pensaba por catorce. Ahora no pensamos nada. Estamos en encefalograma plano.

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