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Un cambio de dibujo para ver todo de otro color

Borja García en una acción del duelo con el Málaga en Liga. | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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El planteamiento utilizado por Djukic en Málaga permite al Córdoba dar síntomas de progresión en todas sus líneas | Mejora en las acciones a balón parado y en ataque

No tiene efectos en la clasificación, pero sí en el estado anímico. Recuerda qué es el triunfo y lo hace además con una imagen muy diferente a la mostrada en buena parte del campeonato liguero. Es el estímulo que tanto necesitaba y que logró encontrar en La Rosaleda. Lo único negativo es precisamente que la victoria no sirva para sumar tres puntos que aliviarían, y mucho, a un equipo que parece haber obtenido la fórmula adecuada para empezar a sonreír en Primera. Porque en este caso las sensaciones y el resultado fueron de la mano. Fue posible gracias, en gran medida, al cambio de dibujo que planteó Miroslav Djukic para el duelo con el Málaga en la capital de la Costa del Sol. Ese amistoso era una buena oportunidad para realizar pruebas que el serbio no desaprovechó. Modificó el esquema y también, en cierto modo, la idea de juego. Y acertó. O el Córdoba se adaptó más fácilmente a los nuevos conceptos, que sirvieron para definir a un conjunto mucho más seguro en defensa, más consistente en todas sus líneas y con más soltura en ataque. Quizá no completó un partido brillante, aunque sí fue uno de esos que ayudan a levantar la autoestima. Los blanquiverdes mostraron una clara mejoría y parece que definitivamente progresan adecuadamente.

De salida, el planteamiento pudo resultar sorprendente. La entrada de Deivid en un once en que también estaban Iago Bouzón e Íñigo López invitaba a pensar que Djukic podía apostar por una línea de cinco en defensa. Pero nada más lejos de la realidad, pues en ocasiones incluso la zaga sólo contó con tres hombres, los mencionados precisamente. El preparador balcánico reinventó a la escuadra califal con un dibujo que cambiaba en dependencia de quién tuviera el esférico. El central canario ocupaba una posición muy próxima a la de un líbero que apoya atrás y ayuda en la presión, si bien la realidad era algo más compleja. A la hora de mirar hacia delante, de buscar la portería rival, formaba trío con los otros dos defensores, mientras los laterales se adelantaban. Si era el Málaga el que pretendía lanzar la ofensiva, el de Las Palmas estaba un paso por delante para colaborar en labores de recuperación. La jugada le salió bien al técnico, pues el equipo consiguió en muchas ocasiones asfixiar al cuadro de Javi Gracia y además, probablemente lo más significativo, no perdió nunca la compostura en defensa.

Fue ése uno de los más claros síntomas de mejoría que ofreció el conjunto califal, que apenas se vio inquietado por el Málaga. Los blanquiazules insistieron, pero no lograron encontrar la forma de hacer daño. Y eso se debió al buen hacer de un Córdoba que también dio un paso adelante en labores defensivas cuando el peligro llegaba a balón parado. La estrategia ya no es sinónimo de peligro difícilmente salvable. Al menos no lo fue en La Rosaleda, donde la escuadra blanquiverde se impuso en todas y cada una de esas jugadas. Se resuelve de esta forma uno de los principales problemas que hasta el momento había tenido el equipo en la competición de Liga. El quebradero de cabeza en los lanzamientos de falta o en los saques de esquina dejó de serlo. Pero las buenas sensaciones no se produjeron sólo atrás, sino también en los últimos metros. El cuadro que dirige Miroslav Djukic apareció con mayor frescura en ataque, donde incluso supo buscar combinaciones para sorprender.

En ese sentido, ofreció prestaciones muy distintas a las que hasta ahora había tenido. Lejos de insistir tanto por las bandas que pareciera ser ésa su única opción, el conjunto blanquiverde supo jugar por dentro y generar espacios en la defensa del rival para crear mayor sensación de peligro. Así llegó el segundo gol, que sirvió para que Florin reivindicara una oportunidad en el equipo en competición oficial. El tanto del rumano fue producto de una buena acción colectiva que además se desarrolló con la rapidez necesaria para sorprender. Lo consiguió también gracias a la movilidad de los hombres de segunda línea ofensiva, en la que los futbolistas intercambiaban una y otra vez sus posiciones. En definitiva, el cuadro califal fue más imprevisible que nunca y no perdió la serenidad, cuestión esta última que muchas veces jugó en contra a la hora de buscar un triunfo que en partido oficial no llega, pero que alcanzó en un duelo que resultó ser una prueba mucho más que satisfactoria. Ahora toca demostrar esa mejoría en Liga y sacar frutos de ella.

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