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Mario Cuenca Sandoval: “Debía escribir 'Lux' como un ciudadano”

Entrevista a Mario Cuenca Sandoval, autor de 'Lux'

Juanjo Fernández

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Lux es una novela muy trabajada por Cuenca Sandoval, que también es profe de filosofía en un instituto, rara avis. Por eso su novela está plagada de citas clásicas que nos ponen en nuestro sitio y nos ponen en guardia.

Compartiendo una tostada, Mario nos dice que ha querido hablar de “nosotros”, que él quería hablar “como un ciudadano”. Un ciudadano posiblemente asustado ante las circunstancias.

Lux es un “informe” mecanografiado por un militante que se siente culpable. Pero es mucho más, es culpa y redención. Es una herida que supura.

Mario Cuenca Sandoval ya nos sorprendió con su anterior novela, El don de la fiebre, una recreación biográfica del compositor Oliver Messaien. Y convirtió la novela en un tratado sobre la sinestesia y el oído. El oído absoluto. Porque esas cosas son importantes.

 Lux es una novela indignada que habla de la indignación, valga la redundancia, de cómo las redes sociales disparan el miedo y de cómo ese miedo acaba siendo un discurso hegemónico.

Hemos disfrutado mucho de esta novela y nos ha provocado muchas sensaciones. Todas raras, todas buenas.

Cuenca Sandoval es un narrador prodigioso, se mete en los pantanos y sale, se sacude el barro y te cuenta lo que pasa.

Lux es ese libro necesario.

Cuenca Sandoval es un novelista descamisado. Dispara con bala y acierta.

“No he escrito este libro desde la militancia”, nos dice Mario mientras apura el café.

Pregunta: ¿Tu intención con Lux era asustar al personal? Es que esta novela da miedo.

Respuesta: No exactamente. Mis libros anteriores, como El don de la fiebre, obedecen, digamos, a obsesiones personales, muy particulares, si quieres. Pero este libro no habla de mí. Habla de nosotros. En ese sentido creo que no sólo he escrito lo que quería, sino lo que debía como ciudadano.

P: Es un libro público, por así decirlo…

R: Sí, se puede decir así. Y es cierto, muchos lectores la han visto como una novela de terror.

P: ¿Y era esa la intención?

R: Sí. Tal vez. Lo que pasa es que yo al escribir, más que una anécdota, tengo una sucesión de imágenes. Hay escritores que escriben “de oído”, como Cortázar, que seguía una música, o quienes escriben tras una sucesión de imágenes, como decía García Márquez, que es el ejemplo prototípico. Yo he intentado que los personajes de este libro no caigan en el estereotipo de lo que pensamos que son gente de ultraderecha. En realidad son, digamos, una fauna muy variada. Yo he intentado representarlos en su pluralidad.

P: El protagonista, el que escribe “el informe”, es un personaje muy complejo, parece que quiere salvarse o perdonarse. Es, digamos, “carne de psicoanálisis”…

R: Sí. Aunque no participa de las barbaridades que otros hacen en el libro, puede ser, de largo, el personaje más siniestro. Quiere ponerse a bien con sus prejuicios. O, al menos, lo intenta continuamente, trata de justificar lo injustificable. En ese sentido es muy reactivo.

P: ¿Estás viendo la Olimpiada? Te voy a hacer una pregunta gamberra: ¿No hay muchos negros en la delegación española?

R: (Ríe) Sí, sí; parece que está cambiando esa idea monolítica de España. Había una forma de ser español, que implica ser blanco y todos esos valores prefijados. Como si no hubiera otra manera. Por ejemplo, Francia nos lleva mucha ventaja aceptando la integración postcolonial. Los españoles no lo hemos sabido hacer.

P: La ultraderecha maneja muy bien las redes sociales. Le prestas a eso mucha atención en Lux.

R: Sí, esta gente maneja muy bien las redes. El recurso es muy sencillo, la indignación necesita un objetivo, una diana a la que disparar. Todos tenemos motivos para indignarnos: precariedad laboral, recibos de la luz… y ellos lo que hacen es ponerle rostro a la diana de la indignación y lo clasifican todo en “Ellos” y “Nosotros”. En esa polaridad ganan. Ese “nosotros” es la gente de bien. Una frase que viene del franquismo. Eso funciona muy bien en las redes, porque la propia lógica de las redes sociales se basa en la polarización, no al debate sensato.

P: Pues supongo que los lectores de Lux también estarán polarizados…

R: Sí. Porque trato un debate que está en el foco de los derechos humanos y eso no es patrimonio ni de la derecha ni de la izquierda. Para debatir hay que tener un consenso. Si no, es imposible el debate. Yo escribo Lux desde ese sitio, que no es ni de derechas ni de izquierdas, porque entre otras cosas, la izquierda se ha atrincherado y ya no está en el debate de la lucha de clases, por ejemplo. Y le han dejado un espacio fácil a la derecha, que lo está aprovechando.

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