Calexico: horizonte o frontera*
La frontera es una más de la convenciones de la creación humana. Tiene un lado bueno: que podemos cruzarlas; y un lado muy malo: que a mucha gente le cuesta la vida intentar cruzarlas.
Afortunadamente, la cultura, las costumbres, las creaciones de los hombres y mujeres de uno y otro lado de ellas pueden hacerlas más difusas, más permeables, más cercanas, más accesibles y, por lo tanto, más enriquecedoras.
Es el caso de la coctelera musical que destapó Calexico en el Gran Teatro: virtuosismo, finura, mucho buen rollo y diversidad con seis músicos que desplegaron sobre el escenario una multiplicación de instrumentos tan diversa que incluía guitarras, obviamente, trompetas, batería, percusiones variadas, trompetas, teclados (entre ellos el sonido vintage de un órgano Farfisa), acordeón e, incluso, un vibráfono.
Y todo sonó compacto y adecuado para desfilar por el blues, el folk más arenoso (Heart of Downtown, Woven Birds), mariachi de cantina en español (Ojitos Traidores), atreverse bien con un arreglo para bolero en Inspiración o incluso transitar por el free jazz con un confeso homenaje a Gil Evans en Crumble.
Hasta tuvieron un momento para encajar una versión, ni más ni menos, que de Love will tear us apart, de Joy Division.
El núcleo duro de Calexico desde hace tres décadas lo componen sus fundadores Joey Burns, a la voz y la guitarra, y John Covertino a la batería. El primero, al parecer, más atrevido a las sonoridades latinas y el segundo, más hacia los cánones del folk-rock. Da igual, son fronterizos y permeables, por eso su formación la completan, entran y salen, músicos mejicanos, españoles o colombianos, entre otros. En la formación que ahora gira con su última grabación como excusa, El Mirador, la completan Brian López, a la guitarra y el bajo, Jacob Valenzuela y Martin Wenk a las trompetas, vibráfono, guitarra y lo que les echen y Sergio Mendoza, sobre todo a los teclados.
Al Gran Teatro, prácticamente lleno con público local y también forastero, y de varias generaciones, Calexico le puso una banda sonora que nos hizo transitar por algún spaghetti western, alguna travesura de Tarantino o por los mesurados horizontes de John Ford, esos horizontes que son la última frontera.
En los bises, una sorpresa. Los atentos y curiosos chicos de Calexico invitan al escenario al guitarrista cordobés, Juan F. “El Panky”, que cruza la frontera del Arco Bajo de la Plaza de la Corredera para interpretar con ellos (y aflamencar) todo un clásico del soul de los sesenta: Alone again or, del grupo Love.
Y para terminar, todo el teatro en pie bailó La Cumbia de Dónde y salió tarareando su estribillo inapelable: “De dónde vienes, a dónde vas/A bailar la cumbia, candela candela/A bailar la cumbia, que quema que quema”.
*(Nota: El título de esta crónica es igual al del poemario con el que el poeta Eduardo García ganó el VII Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza. Es un homenaje a él y a Rafi Valenzuela. In memoriam)
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