Luis de Góngora, el “pope” de las letras cordobesas, escribió en su soneto lapidario a la ciudad el endecasílabo “Oh fértil llano, oh sierras levantadas”. Podríamos llevarnos ese concepto de fertilidad a la labor de edición de libros que ha emanado de las empresas cordobesas que se dedican a ello durante el año.
Cada una de ellas con su sello, obviamente, con sus propios criterios, publicando a autores y autoras no sólo cordobeses, rescatando voces casi olvidadas, dando nueva salida a autores consagrados y apoyando debuts de los primerizos.
La veterana Editorial Almuzara, con más de 17 años de vida y con más de 2.000 títulos en su catálogo, ha seguido con su apuesta por los libros de historia, la novela histórica, los ensayos o la divulgación. Así durante este año nos ha dejado libros como los de su colección Esto no estaba en mi libro de… dedicados a curiosidades del mundo del cine, del Antiguo Testamento, de la historia de los Estados Unidos o de la Antigua Grecia, tan divulgativos como divertidos.
También biografías que recogen aspectos menos conocidos de personajes que creemos tan cercanos como Julio Romero de Torres, escrito por Teodoro Fernández Vélez o Juan de Mesa, por Luis Miranda. La artista y profesora de artes plásticas, Marisa Vadillo nos adentra en las mujeres olvidadas de las vanguardias del siglo XX con su Las alumnas de la Bauhaus y la editorial incluyó en su catálogo de novela histórica El amo de Roma, de Alberto Monterroso y el debut en el género de Mar Rodríguez Vacas y su El olivo de los Claudio.
La editorial, también, ha publicado la novela negra Los amantes anónimos, de Salvador Gutiérrez Solís, reescrita por el propio autor tras una mala experiencia en otra editorial ya desaparecida, donde G. Solís nos presentaba a su personaje, la inspectora Carmen Puerto.
Además, Almuzara ha terminado el año firmando un acuerdo con la editorial argentina Lea, un intercambio empresarial en el que cada entidad cede a la otra el uso de su marca, con el objeto de que éstas puedan editar en sus respectivos países de origen los fondos editoriales de cada una de estas empresas editoras. Así que las expectativas de aumentar e internacionalizar a sus autores y títulos son muy halagüeñas.
Desde que nació en 2009, la Editorial Cántico ha proyectado diversas colecciones dedicadas a voces singulares que se alejen de las corrientes comerciales habituales. Así lo ha seguido haciendo en este 2011, editando cuidadosamente libros en sus diversas líneas de colección que pasan desde Doble orilla, en sus vertientes de poesía y narrativa, los ensayos en El árbol del silencio, la colección dedicada al orientalismo tanto tradicional como contemporáneo, Luz de Oriente, también la tradición mística cristiana o las propuestas críticas al dogma recogidas en Llama de amor viva o a la literatura feminista en Palabra de Mujeres.
A estas colecciones ya asentadas en el sello Cántico se suma una novedad: la colección Culpables, que dirige Rodrigo García Marina que se ha inaugurado con San Lázaro, de Laura Rodríguez Díaz, un poemario estremecedor y lúcido que gira en torno al dolor. Entre otros libros, Cántico ha puesto en las librerías la poesía de Daniel García Florindo (La infección de los días), la del propio García Marina (Desear la casa) o la de Pilar Sanabria (Los nudos ilesos).
Como también la narrativa de Alberto Acerete (Podría ser peor) o los ensayos como el dedicado a la relación literaria entre Góngora y el grupo Cántico escrito por Juan María Prieto: Alto laurel, incólume ruina. También, el sello que dirige Raúl Alonso ha puesto en circulación las libretas de trabajo de la añorada artista Hisae Yanase recogidas bajo el hermoso título de Caligramas de éter.
Utopía Libros, desde su sede en mitad de la Axerquía, sigue apostando por un catálogo donde encontramos historiografía, conocimiento de nuestro patrimonio material e inmaterial, biografías y un compromiso decidido por la memoria histórica y por visibilizar a los más desfavorecidos.
Así, la editorial que dirige Ricardo González Mestre tiene entre sus últimos títulos publicados obras tan documentadas e interesantes como Comunistas en tierra de minas, de Luis Segura Peñas, que completa su anterior Comunistas en tierra de olivos, indispensables para conocer y valorar la lucha de los trabajadores durante la Guerra Civil, posguerra y Transición.
En esa línea encontramos también Campesinos sin tierra, de Luis Naranjo y Manuel Moral, que recoge los testimonios orales de víctimas y testigos de la represión franquista en la Vega, la Campiña y Sierra Morena. Muy documentado es el trabajo de Manuel Pérez Yruela, La conflictividad campesina en la provincia de Córdoba (1931-1936), un relato detallado de la intrahistoria de los jornaleros que luchaban por una reforma agraria que se frustró.
También hay espacio para la poesía, por ejemplo con el último y madurado poemario de Federico Abad, De todo corazón o, para celebrar su feliz centenario, 100 páginas para 100 años, del inigualable Ginés Liébana, que incluye notas críticas y biográficas de José Luis Esparza.
Un trabajo del que se sienten muy orgullosos en Utopía es la traducción de la novela del poeta, narrador y dramaturgo luxemburgués Jean Portante, Mrs Haroy o la memoria de la ballena, por primera vez en español y que ya es considerada como una obra de culto.
Y un regalo estupendo para quienes lo admiraron, los que tuvieron con él alguna controversia o para conocer mejor su pensamiento político es Los Combates de Julio Anguita, una caja en edición limitada y numerada de textos y discursos de Julio Anguita que recoge Combates de este tiempo, Conversaciones sobre la III República y Vivo como hablo, sólo disponible a través de la web de la editorial o en su sede de la plaza de las Beatillas.
Más allá de las editoriales cordobesas, un puñado de autores han entregado algunas de las páginas más memorables de la literatura cordobesa de este 2021. En el campo de la narrativa, la novela más laureada del año probablemente sea La muela (Aristas Martínez), de la escritora Rosario Villajos, que se ha colado entre los diez mejores títulos del año en El Cultural. La tercera publicación de la autora, tras la novela gráfica Face (Ponent Mon, 2017) y la novela Ramona (Mrs. Danves, 2019), mantiene, entre otras señas, ese humor cáustico y negro y esa mirada tierna hacia los grandes problemas del paso de juventud a la adultez contemporánea.
Otro de los libros del año fue Lux, la nueva novela del escritor afincado en Córdoba Mario Cuenca Sandoval, publicada por la editorial Seix Barral, y que narra el auge de una nueva extrema derecha alimentada por los discursos del odio que se multiplican a través de las nuevas tecnologías. Por su parte, el escritor cordobés Alejandro López Andrada narró la desaparición del mundo rural con la obra El óxido del cielo, de la editorial Almuzara y que cierra la trilogía sobre dicha situación que el autor inició con El viento derruido y Los años de la niebla.
Además, la editorial Caligrama ha publicado este año Cegueras y vanidades, la primera obra narrativa del reconocido y premiado poeta cordobés Fernando Sánchez Mayo, que escribió este texto hace 25 años, y que lo ha editado meses después de que viera la luz Una radiante eternidad (Cántico), finalista en el XXXVII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Otro poeta, Antonio Agredano, también dio en 2021 el salto a la narrativa. Fue con Prórroga, publicada por Panenka, y que narraba la historia de un exfutbolista a punto de abordar un dilema filosófico y generacional.
En otras coordenadas pero sin abandonar el aliento narrativo, 2021 también ha sido el año de publicación de 15 (Astiberri), la nueva novela gráfica de Andrés G. Leiva, firmada conjuntamente con el guionista madrileño David Muñoz, en la que ambos viajan al Madrid sitiado por los nacionales del año 1938 para hablar, en el fondo, de los efectos de la guerra y los extremismos en el ser humano.
Porque, en el campo de la poesía, Córdoba sigue siendo germen e imán para las nuevas líricas, como prueban varios pequeños grandes hitos: que Félix Moyano Casiano (Córdoba, 1993) se haya alzado con el accésit del Premio Adonáis 2021 por su obra La deuda prometida, podría ser un buen ejemplo. O que el más veterano Juan Antonio Bernier haya obtenido el I Premio Internacional de Poesía Ciudad de Estepona con Fruto Previo.
Más premios: el estudiante de la Universidad de Granada, Markel Hernández (Arrigorriaga, Bizkaia, 1997) resultó ganador de la novena edición del Premio Ucopoética (UCOPoética 2021), mientras que la multigalardonada escritora Begoña M. Rueda (Jaén, 1992) ganó el 29 Premio Ricardo Molina de Poesía con su poemario La mujer okupada en el mismo año en que se hacía con el Premio Hiperión por Servicio de lavandería.
Y, al hablar de Ricardo Molina, se hace indispensable recordar que este año 2021 que se ha ido ha servido para celebrar el centenario del pintor y creador Ginés Liébana, del que se han publicado los libros Si me pides romero. Poesías escogidas (Comares) y Beauty, el diario sentimental (Cántico). También ha sido el centenario de Julio Aumente, del que ha visto la luz el libro Testamento (Arroyo de la Manía), que reúne una quincena de poemas de los años 80 y 90, doce de ellos inéditos; y de Pablo García Baena, del que se ha publicado el libro Pablo García Baena. Una aproximación, por parte de Salvador Gutiérrez Solís.
Este repaso no es exhaustivo, pero sí suficientemente significativo para constatar que el fértil llano de la edición en Córdoba, a pesar de pandemias y veleidades del mercado, ha llenado de frutos las estanterías. Ojalá que la próxima cosecha siga esta línea.
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