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La Junta: que el dueño recupere el palacio de La Isabela

El palacio de la Isabela, en Alcolea.

Manuel J. Albert

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El palacio ubicado en Alcolea no se encuentra inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz pero sí en la Lista Roja del Patrimonio en peligro de la Asociación Hispania Nostra

La Asociación Hispania Nostra incluyó en febrero en su Lista Roja del Patrimonio en peligro (www.listarojapatrimonio.org) al palacio de la Isabela, en Alcolea, “por su estado de ruina continua”. Según esta organización, el inmueble presenta un aspecto de abandono y decrepitud, “aunque, gracias a la solidez de sus muros, se mantiene en pie”. Desde entonces, se reprodujeron las críticas hacia la Junta por su estado. Pero la administración andaluza ha respondido a un cuestión parlamentaria señalando que no es su responsabilidad, pues el monumento es de propiedad privada.

“El Palacio de Isabela es un bien de propiedad privada, por lo que, según establece el artículo 14.1 de la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía, corresponde a sus propietarios el deber de conservarlo, mantenerlo y custodiarlo de manera que se garantice la salvaguarda de sus valores”, señala la respuesta.

Por otra parte, con respecto a su protección específica, la Junta la considera cubierta con su inclusión entre los bienes protegidos por el vigente Plan General de Ordenación Urbanística de la ciudad de Córdoba. Por ello, el palacio no se encuentra inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

De forma cuadrada, con 12 metros de lado, el palacio de la Isabela tiene una planta semisótano con dos enormes habitaciones abovedadas. Allí estaba instalada la parte correspondiente a los servicios, cocina, bodega y despensa. Cada una de las torres redondas está orientada a un punto cardinal, tres de ellas parten del primer piso, y la cuarta -la mayor y de forma ochavada- mira al norte, sustentando la escalera de caracol. Lamentablemente, esta escalera se encuentra llena de escombros. Por último, a la puerta de entrada se accede por una escalinata desde el jardín, que tiene restos de un estanque. Tanto el suelo como el zócalo de azulejos del palacio han sido en gran parte expoliados, al igual que la instalación eléctrica. También se ha perdido gran parte de la decoración del exterior, así como los escudos de la familia y una escultura que ocupaba una hornacina.

La historia del palacio arranca en 1871, cuando el prócer cordobés don Ricardo Martel y Fernández de Córdoba, conde de Torres Cabrera y del Menado, fundó la colonia de Santa Isabel. Para ello, utilizó los terrenos de su propiedad que tenía en la barriada cordobesa de Alcolea, con una extensión de 733 hectáreas. Allí empezó a edificar un palacio con elementos militares para residencia de su familia.

El conde de Torres Cabrera fue alcalde de Córdoba en dos ocasiones, en 1864 y 1867; gobernador civil, diputado a Cortes, senador vitalicio por Córdoba y Grande en España. Tuvo un destacado protagonismo en la vida cordobesa de su época. Fueron importantes sus aportaciones en el campo de la reforma agrícola y social –entre otras, la colonia que nos ocupa– siendo de resaltar su gran preocupación por elevar en Córdoba el nivel cultural.

La colonia fue el primer lugar en el que se cultivó la remolacha azucarera en España y pionera en producir azúcar, en 1882, en la fábrica que para tal fin se instaló en las inmediaciones del puente.

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