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Asesores de la Unesco advierten que “borrar” la huella andalusí de la Mezquita arriesga su título de Patrimonio Mundial

Procesión del Corpus en el interior de la Mezquita-Catedral

Juan Velasco

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La organización World Heritage Watch, dedicada a la protección del patrimonio mundial y asesora de la Unesco, ha emitido una alerta sobre el riesgo que corre la Mezquita-Catedral de Córdoba de perder su Valor Universal Excepcional (VUE), así como sobre la necesidad de estudiar con detenimiento el Plan Director del monumento, redactado por el Cabildo en 2020 y que, de momento, sólo tiene el visto bueno -y con matices- de la Junta de Andalucía.

Esta advertencia se incluye en su informe anual sobre el estado del patrimonio mundial. Es un artículo que firma Vanesa Menéndez Montero, doctora en Derecho Internacional Público por la Universidad Autónoma de Madrid, y actualmente asociada a la Universidad Humboldt de Berlín. Se titula La expansión de la iconografía católica en el recinto islámico de la Mezquita-Catedral de Córdoba, y hace un recorrido tanto por los motivos por los que la Mezquita de Córdoba fue inscrita en la lista de Patrimonio Mundial hace 40 años, como por la trayectoria de despliegue de imaginaría católica de la que hace gala el Cabildo en la gestión diaria del monumento.

Menéndez Montero, en cualquier caso, arranca desde el principio, recordando que la Mezquita fue reconocida como Patrimonio Mundial “exclusivamente por sus características islámicas”, destacándose su influencia en el arte musulmán occidental y su importancia como testimonio del Califato de Córdoba, unas características que, además, fueron reconocidas en 1994, cuando se extendió su protección patrimonial al Casco Histórico circundante.

La autora recuerda que fue precisamente en 1994 cuando el Comité de Patrimonio Mundial “adoptó formalmente el nombre de Mezquita-Catedral de Córdoba”, reconociendo así la filiación católica de la Mezquita tras la conquista de Córdoba por el rey Fernando III en 1236. “Sin embargo, las características católicas de la Mezquita-Catedral no fueron determinantes ni se mencionaron en la inscripción original en la Lista del Patrimonio Mundial ni en las Declaraciones retrospectivas de VUE adoptadas en 2014”, reflexiona Menéndez Montero.

El “despliegue” 

A pesar de ello, el artículo sostiene que, desde hace dos décadas, el Cabildo ha llevado a cabo un proceso de transformación simbólica del lugar, al colocar “continuamente estatuas, pinturas y símbolos católicos dentro y fuera de los muros de la Mezquita, excediendo así el espacio reservado al culto católico e invadiendo el recinto islámico del monumento”.

A su juicio, este despliegue de imaginería no sólo es una práctica “injustificada” por razones artísticas, sino que ofrece al visitante “una narrativa engañosa sobre la historia de la Mezquita-Catedral”, acrecentada por “la celebración excesiva de ceremonias católicas”.

Entre los puntos más preocupantes identificados por World Heritage Watch, se encuentran las intervenciones en áreas claves del recinto islámico, como el muro de la qibla y el mihrab, considerados elementos centrales del diseño original. Estas zonas, dice, han sido “ocupadas” por imaginería católica que distorsiona su significado. Asimismo, la celebración de festividades católicas, como la exposición de pasos cofrades en el bosque de columnas, desvirtúa, a su juicio, la autenticidad andalusí que el monumento debe conservar.

Por todo ello, la autora denuncia que la “injustificada” ocupación del espacio islámico con iconografía católica pone en peligro la autenticidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba y “socava su VUE y su diversidad cultural”, en la línea de las denuncias que viene haciendo en este sentido la Plataforma Mezquita-Catedral, citada expresamente en el artículo.

El Plan Director

Además, Menéndez Montero no se detiene ahí y entra a valorar el Plan Director de la Mezquita-Catedral, aprobado en 2020 por el Cabildo Catedral dd Córdoba, a pesar de que, a su juicio, “descuida los principios más básicos de la Convención de Patrimonio Mundial”. 

“El Plan Director presenta la Mezquita-Catedral simplemente como un templo católico, negando así sus valores artísticos, históricos y culturales reconocidos por la Unesco”, afirma el artículo, que apunta a que el documento “presta poca atención al uso cultural y turístico” del templo, pese a que recibe “hasta dos millones de visitantes al año”.

Por el contrario, continúa, “el Plan Director vincula la autenticidad de la Mezquita- Catedral a su función religioso-católica y no a los valores originales que le valieron su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial”, así como ignora las directrices operativas al “no prever ningún medio para canalizar la participación de las comunidades locales, las ONG u otros socios interesados” en la redacción de un Plan Director en el que el Cabildo tiene “el monopolio de la toma de decisiones en materia de gestión”.

En este ámbito, Menéndez Montero recuerda que, en diciembre de 2023, la Junta de Andalucía dio luz verde al Plan Director, si bien considera que, “a la luz de los recientes acontecimientos”, debe ser el Gobierno de España “quien tendrá que responder por los daños actuales a los elementos inmateriales” de la Mezquita.

El papel del Gobierno 

De hecho, la autora asegura que el Comité de Patrimonio Mundial aún no ha recibido el Plan Director, y recuerda que es éste órgano el que podría “instar a España a que solicite la adopción de un Plan de Gestión independiente para la Mezquita-Catedral o la modificación del Plan Director existente para alinearlo con las Directrices Prácticas de la Convención del Patrimonio Mundial”. 

Menéndez Montero asegura que, dado que la combinación de usos religiosos y culturales de los sitios Patrimonio Mundial no sólo es factible, sino también muy deseable, “España no debe prohibir las ceremonias católicas en la Mezquita-Catedral de Córdoba, pero debe obligar al Obispado a respetar, promover y proteger sus características islámicas”.

La no respuesta del Cabildo

Desde el Cabildo Catedral de Córdoba, consultado por este periódico, se han remitido a la escueta respuesta que ofrecieron a un artículo publicado en el diario El País que se hacía eco del informe de World Heritage Watch.

“No tenemos más que añadir”, han insistido desde el entorno eclesiástico, totalmente acostumbrado a sortear los tirones de orejas de administraciones nacionales e internacionales.

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