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Así maniobraron la Iglesia y la Junta para sortear el informe de Icomos España sobre la celosía de la Mezquita

Vano abierto tras la retirada de la celosía de Rafael de la Hoz | MADERO CUBERO

Ramón Gutiérrez

4 de mayo de 2024 20:22 h

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El 28 de octubre de 2015 se hizo público un informe de 13 páginas firmado por la presidenta de Icomos España. El documento estalló como una bomba de racimo en la Consejería de Cultura y el Palacio Episcopal de Córdoba. Esos días la tensión entre el arquitecto Rafael de la Hoz, la Iglesia católica y la Junta de Andalucía se masticaba. El dictamen no dejaba lugar a dudas: la celosía de la Mezquita es “parte integrante” del monumento inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco y sustituirla es “mutilar” y “agredir gravemente” el edificio omeya.

Icomos no era un organismo cualquiera. Era la entidad asesora de la Unesco encargada de elaborar los informes preceptivos para la declaración de los monumentos del Patrimonio Mundial. La Junta de Andalucía no podía autorizar la retirada de la celosía del arco número 17 del Patio de los Naranjos con un dictamen desfavorable tan contundente firmado por Icomos España. Tamaño desafío habría sido un escándalo patrimonial de considerables proporciones.

La consejera de Cultura, responsable de la tutela del patrimonio histórico andaluz, tenía una patata caliente en sus manos. Es más: era cordobesa y había dirigido los destinos de su ciudad hasta 2009. Rosa Aguilar se enfrentaba a un dilema de alto voltaje. A un lado, el Obispado y las cofradías ejercían una presión incontenible para retirar la celosía y abrir una segunda puerta que permitiera trasladar la carrera oficial de Semana Santa a un monumento que en aquellos meses, no lo olvidemos, era objeto de una ruidosa controversia ciudadana a cuenta de su titularidad. Al otro lado, el informe de la presidenta de Icomos España lanzaba graves advertencias sobre una decisión que comportaba “alto riesgo” para la integridad del edificio.

Amparada en el dictamen técnico de Icomos, Rosa Aguilar podría haber congelado la propuesta de la celosía y dar carpetazo a la actuación más perturbadora del último medio siglo sobre la Mezquita. Pero no lo hizo. Tres meses después, el 22 de enero de 2016, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, se planta en París acompañado de una delegación del Cabildo catedralicio. En la capital gala, se encuentra la sede de la Unesco. El prelado y su séquito se reúnen con Teresa Lizaranzu, embajadora de España ante la organización internacional. Llevan debajo del brazo un dosier para informar a la alta representante del Gobierno español de la necesidad de abrir una segunda puerta en el monumento protegido por la Unesco. Es necesaria para que accedan al interior las procesiones de Semana Santa “sin retrasos ni esperas” y para garantizar una “evacuación más rápida del templo”, argumentan ante Lizaranzu.

Rosa Aguilar no pudo portarse peor. Dio permiso a sabiendas de que no podía

Begoña Bernal Ex presidenta de Icomos España

Es la última baza que tienen para neutralizar el informe de Icomos España y solo un nuevo dictamen de la matriz internacional puede desbloquear su plan para eliminar la celosía. Teresa Lizaranzu es la llave para acceder a la Unesco. Depende directamente de Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura del Gobierno de Mariano Rajoy, y todo hace indicar que está dispuesto a echar una mano a la propuesta episcopal.

El viaje surte efecto. En septiembre de ese mismo año, un informe de apenas dos folios y medio se hace público en Charenton-Le-Pont, una elegante localidad a solo 7,5 kilómetros de París. Allí justamente se encuentra la sede principal de la secretaria general de Icomos. Las dos primeras páginas las dedica a glosar los valores históricos de la Mezquita Catedral. Y en el penúltimo párrafo desliza la frase que el obispo y la consejera de Cultura estaban esperando: “Icomos no considera que la modificación propuesta tenga un impacto negativo en el Valor Universal Excepcional y, si facilita las procesiones religiosas, podría resultar beneficiosa”.

Voilà! La sede internacional de Icomos acababa de revertir de un plumazo el contundente informe elaborado por Begoña Bernal, presidenta del comité nacional de España. Es evidente que la intervención del Gobierno de Rajoy resultó decisiva. El contrainforme de París cae como un jarro de agua helada en el despacho de la presidenta de Icomos España. Y antes de que termine septiembre redacta una dura carta con dirección a Charenton-Le-Pont.

“En primer lugar, considero absolutamente necesario saber quién ha hecho ese informe y de qué manera se ha abordado el estudio del problema planteado”, escribe Begoña Bernal, en una misiva que se hace pública por primera vez hoy. “¿Se ha girado visita a la Mezquita de Córdoba y se han estudiado ‘in situ’ las eventuales incidencias, tanto físicas como funcionales, de llevarse a cabo el proyecto?”, inquiere. “¿Por qué no ha habido ningún contacto con el Comité Nacional Español de Icomos a fin de conocer los criterios manejados para la redacción del informe emitido?”.

Es evidente que la presidenta de Icomos España está enojada. Se siente desautorizada y considera inaceptable una actuación que se ha saltado el conducto natural de la organización internacional. “Les advierto”, continúa, “que sin la opinión del Comité de un determinado país (aunque no se siga) no se puede hacer un informe, puesto que carece de la opinión de sus expertos”. Y lamenta que Icomos haya generado una “imagen contradictoria y caótica” al publicar dos documentos discordantes.

Y concluye: “Les pido que en el seno de ese Secretariado alguien deberá asumir esta responsabilidad y debería ir pensándose en realizar una revisión del informe por carencia grave de información”. Que se sepa hasta hoy, la carta no tuvo respuesta. La celosía se retiró de la Mezquita en 2017, tal como se había planificado.

¿Se ha girado visita a la Mezquita y se han estudiado ‘in situ’ las eventuales incidencias?

Begoña Bernal Ex presidenta de Icomos España

Han transcurrido siete años y el arco número 17 del muro norte de la Mezquita de Córdoba sigue abierto. La celosía, mientras tanto, descansa en un almacén episcopal, pese a tres reveses judiciales que han dado la razón al arquitecto Rafael de la Hoz. “Es una vergüenza que no se haya ejecutado la sentencia”, protesta hoy Begoña Bernal en conversación telefónica con Cordópolis. “En España existen leyes pero actuamos como si no existieran”.

La ya ex presidenta de Icomos España solo encuentra una razón para el incumplimiento de la ley. “El Obispado manda mucho. La Iglesia se siente con poder suficiente y hace lo que le da la gana”, afirma. Y recuerda que la sentencia se “basaba en el informe de Icomos”. “No se podía hacer lo que hicieron. La obligación de la administración es conservar y no sustituir”, sostiene en relación con la eliminación de la celosía y su eventual reemplazo por una puerta abatible.

Bernal cree que la celosía debe y puede ser recolocada en su lugar original. “Me parece bien que el juez exija que se restituya. Todo es factible. Si dicen que no pueden recolocarla, mienten”, argumenta. Y rechaza que el fallo del Tribunal Supremo que ha terminado por darle la razón haya representado para ella un acto de reafirmación. “No lo necesito”, subraya. “Mi deber es defender el patrimonio y lo hago con la ley en la mano. Pero España se caracteriza por el maltrato que se da al patrimonio. He hecho más de veinte informes y tengo la satisfacción de que cuando alguien ha acudido a los tribunales, mis informes han tenido validez”.

Sobre el comportamiento de la ex consejera de Cultura no guarda buen recuerdo. “Rosa Aguilar no pudo portarse peor. Lo que hizo se llama prevaricación. Dio permiso a sabiendas de que no podía. Ella sabrá por qué”. Tampoco se explica la actitud del Ministerio de Cultura y su maniobra para interceder ante la Unesco en favor del obispo de Córdoba. “No me puedo poner en la piel de los políticos. Hacen lo contrario de lo que marca la ley. Están acostumbrados a abusar”.

Las tres sentencias dictadas sobre la celosía han verificado su informe. Pero la ex presidenta de Icomos España fue vapuleada por parte de la prensa local y el mundo cofrade aquellos meses. “Me pusieron verde. La primera vez que entraron las cofradías por el arco de la Mezquita hicieron una ‘levantá’ por Begoña Bernal para celebrar que habían logrado su propósito”. Hoy, casi una década después de su dictamen, la celosía sigue en el almacén eclesiástico a la espera de que el juez resuelva la pieza de ejecución de sentencia que acaba de abrir hace apenas unas semanas. 

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