Qué hacer en Córdoba en una noche de verano si eres joven
Cae la noche de un sábado de julio en el centro de Córdoba. Esta vez refresca un poco, una de esas pocas noches en la ciudad en las que realmente apetece salir. Pero por el Bulevar del Gran Capitán apenas se ve movimiento: solo un grupo de jóvenes sentados en un banco, y en el de enfrente, dos chicas de unos veinte años debatiendo qué hacer.
“¿Dónde sale la gente joven en verano?”, se preguntan mientras observan a tres chicas bajar la calle. El trío dobla la esquina en la calle Góngora y se detienen enfrente de la discoteca. Hablan con los seguratas… y continúan su camino.
Los precios prohibitivos del ocio nocturno y la escasa presencia de jóvenes durante el verano han provocado que se busquen nuevas alternativas para pasar las noches. Ya no hay botellones, ni plazas llenas, ni colas en las discotecas. La ciudad, en vez de despertarse cuando el calor afloja, parece apagarse.
Después de casi dos horas caminando por el centro, las dos chicas terminan en un bar, bebiéndose una Coca-Cola, lo único que pueden permitirse. Salieron con la idea de volver tarde a casa, pero la realidad es que a las tres ya están las dos durmiendo. “La expectativa siempre es volvernos a las cinco. La realidad es que a las dos ya estamos de vuelta en casa”, cuenta Marta entre risas.
Ella y su amiga Alba, cordobesas de poco más de veinte años, resumen así su experiencia nocturna en verano: “Salir en Córdoba es frustrante. A las dos o las tres ya estás de vuelta, si no te han echado antes”. Coinciden en que la vida nocturna tradicional está estancada. “No hay sitios para bailar. Solo hay bares y las discotecas están muertas”, señala Marta.
Una noche en Marbella
Las dos chicas siguen dando vueltas por el centro, ahora sin rumbo. Una broma rompe el silencio: “¿Y si nos vamos a Marbella?”. Lo dicen en tono de chiste, pero lo cierto es que la idea no parece tan descabellada. Desde que el Gobierno de España puso en marcha el programa Verano Joven, ahora mismo, ida y vuelta a Málaga en tren apenas supera los 20 euros.
Y muchos jóvenes ya lo están aprovechando. Es el caso de Paula, de 19 años, cuyos padres tienen un piso en Benalmádena. Cada fin de semana que puede, huye del calor de Córdoba. “Si no es en Benalmádena, es en el pueblo, pero hay muy pocos fines de semana que los paso en Córdoba porque no hay nada que hacer”, comenta.
El problema no es solo la falta de ambiente. También lo es el precio. “Es carísimo todo. Depende de al sitio al que vayas, se paga casi lo mismo que en Madrid, pero con una oferta mucho peor”, explica Marta. Alba añade que “lo lógico sería poder ver el ambiente antes de pagar una entrada, pero aquí pagas a ciegas y muchas veces no merece la pena”.
La privatización del ocio
Francisco, de 21 años, pone palabras a lo que muchas cuadrillas han hecho en los últimos años: “Cuando cumplimos los 18 salimos un poco, por la novedad. Pero al poco volvimos a lo de siempre: quedar en casa. Fuera no hay ambiente y nos salía mucho más barato ver unas pelis en el sótano de casa que salir fuera”. Hoy, su grupo se reúne en una piscina familiar por las noches.
Los últimos veranos, muchas de las noches de Marta y Alba han sido maratones de series y películas. Sin embargo, a esto le ven un problema claro: “No estamos independizadas, así que tampoco podemos montar una súper fiesta en casa”, explica Alba. Lo que más disfrutan ahora son planes tranquilos, como hacer maratón de alguna serie y después ir a ver el amanecer en el Puente Romano.
El Ayuntamiento propone una alternativa para los jóvenes. Durante la noche de los jueves de los meses de julio y agosto, el Quiosco del Paseo de la Victoria se llena de música para dar paso al programa de ocio Planneo al Fresco. Paula critica que estos conciertos “no llegan a sustituir al ocio nocturno como tal, sino que son simplemente un escaparate para artistas jóvenes”.
Aún así, los muchachos tienen ideas claras de lo que sí funcionaría. Marta propone “Casetas como en la feria, con barras, música, aire acondicionado…”. Alba añade “Y un festival que no solo traiga artistas, sino que permita hacer cosas para conocer gente”.
Contra el calor, manta y césped
Para muchos jóvenes cordobeses, el plan ideal en las noches de verano tiene tres componentes clave: una manta, una baraja de cartas y algo frío para beber. Miguel, de 21 años, lo tiene claro: “La alternativa al calor es salir después de cenar y buscar algo de césped donde estar a gusto”. Cuando puede, se reúne con su grupo de amigos en algún parque, donde se sientan con refrescos y juegos, escapando del bochorno y de los precios del ocio tradicional.
“El poco ocio nocturno que hay en Córdoba es caro y tampoco te asegura quitarte del calor”, relata Gonzalo, un joven de 24 años que también disfruta de las noches de verano entre mantas, cartas y unos bocadillos. Según él, las únicas opciones viables son casa con piscina, terrazas bien ventiladas o alquilar alguna casa rural, pero admite que no son planes accesibles para todo el mundo.
Lo que empezó como una solución improvisada al calor y a la falta de oferta nocturna se ha convertido en una tendencia cada vez más extendida. Parques de la ciudad como el de el Balcón del Guadalquivir se llenan por la noche no solo de jóvenes, sino de personas de todo tipo, buscando un respiro colectivo ante el calor sofocante del verano.
Una noche entre dados y aire acondicionado
No todo el ocio nocturno en Córdoba pasa por barras, pistas de baile y césped. Cada sábado, cuando la mayoría de los bares ya han cerrado, la Casa de la Juventud mantiene encendidas sus luces hasta las tres de la mañana. Allí, la Sala de Lectura se llena de gente joven que de 9 de la noche a 3 de la mañana juegan a juegos de mesa. Para Ángel, un joven de 23 años, los componentes de sus noches de verano son totalmente diferentes: juegos de mesa, aire acondicionado y partidas con desconocidos. “Yo no soy mucho de discotecas. Prefiero ambientes más tranquilos, más comodones”, cuenta.
Desde hace años, la Asociación Cultural Jugamos Tod@s organiza noches de verano de juegos de mesa, una excepción dentro del panorama juvenil de la ciudad. Cada sábado, la asociación lleva una colección de entre 10 y 15 juegos y sus voluntarios explican cómo jugar sin necesidad de pasar media hora delante de un manual. “Lo que más me gusta es que es completamente gratis. Vas, te sientas en una mesa, y echas unas partidas. No hay ningún tipo de presión”, dice Ángel.
Además del ahorro- “un buen juego de mesa puede costarte 70 u 80 euros, y algunos llegan a 120”-, Ángel destaca el valor social de este espacio: “Hay mucha gente que viene sola y acaba conociendo a gente jugando. No hay música, puedes hablar… Yo mismo he hecho amigos nuevos allí”.
Marta y Alba llegan a casa. Alba se queda a dormir en casa de Marta, como hacen siempre que vuelven juntas: una vive en un pueblo cercano y la otra en Córdoba, y durante el curso ni siquiera coinciden en la ciudad. Habían planeado esta quedada con tiempo e ilusión. Pero la noche se les escapó entre calles y bares vacíos. Lo que iba a ser una salida especial acabó siendo, una vez más, una vuelta temprana.
“Bueno, otra vez será”, dice Marta. Y apagan la luz.
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