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La sequía deja sin margen a los agricultores locales para suplir la falta de grano desde Ucrania

Espigas de trigo.

Alfonso Alba

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Ucrania es el granero de Europa y sus puertos están cerrados. Sus agricultores deberían estar preparando la cosecha de primavera y verano, y sus estibadores llenando de grano los barcos que acuden al Mar Negro a por el 60% del aceite de girasol, el 30% del maíz, el 17% del trigo o el 15% de las leguminosas que necesita España. Pero muchos de esos agricultores han huido de la invasión rusa y otros directamente se han unido a sus fuerzas armadas. Mientras, en el Mar Negro Rusia ha bloqueado comercialmente a Ucrania, que lucha para mantener el control de su gran ciudad portuaria, Odesa, de la que ni salen ni entran barcos desde que comenzó la guerra.

El bloqueo a Ucrania deja a España sin acceso a su granero. España, y su Valle del Guadalquivir, es un país agrícola, pero sus producciones son absolutamente insuficientes para mantener los insumos de una cadena alimentaria que ya, antes incluso de ver vaciarse sus graneros, ha comenzado a tensionarse. Aún quedan un par de meses para las cosechas más tempranas de grano y cereal en la Península, aún queda grano en los almacenes, pero los precios han comenzado a dispararse en previsión a lo que, de no mediar una inmediata e improbable solución en Ucrania, se convertirá en escasez. De media, el cereal es ya un 12% más caro que la semana anterior a la invasión rusa.

La sequía es y seguirá siendo el problema más importante para los agricultores y los ganaderos del sur de la Península, como repite el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Córdoba, Miguel Cobos. Pero la guerra en Ucrania es la puntilla. La sequía, además, convierte en imposible que los agricultores puedan paliar ya la falta de productos procedentes de Ucrania (y también de Rusia) necesarios para mantener la cadena agroalimentaria y que no se disparen los precios.

Córdoba es una provincia donde el problema se ve con todas sus consecuencias y en todas sus direcciones. Tras el olivar, la gran producción agrícola de Córdoba son los cereales, las leguminosas y el girasol. En el Norte de la provincia está también el 60% de toda la cabaña ganadera de vacuno de Andalucía. La sequía ha dejado sin pastos de invierno al ganado. Los ganaderos han tenido que adelantar el pienso para sus animales. Y el pienso que se fabrica en Córdoba (la cooperativa Covap posee uno de los grandes centros de producción de Andalucía) necesita de las proteínas vegetales que aporta el girasol, el maíz, la avena y la cebada.

En Córdoba se siembra girasol. También trigo e incluso maíz. Pero la sequía ya está provocando que los cereales de invierno vayan a sufrir una drástica reducción en su producción que harán imposible que puedan llegar a sustituir todo lo que se importa desde Ucrania.

Sin lluvia ni frío

Miguel Cobos explica gráficamente cómo ya es imposible que haya más cereal. “El cereal está sembrado. Las previsiones de cosecha son muy malas. Necesitábamos un otoño lluvioso, que dejara suficiente humedad el terreno, que la humedad no esté muy profunda. Y necesitábamos un invierno frío para el cereal”, señala. “Si por cada grano de cereal sale una sola planta las producciones son muy cortas”, explica. Con el frío, cada grano “echa hijos” y las plantas “se multiplican. De un tallo salen cuatro o cinco espigas al final”. Pero no ha hecho frío. El grano no ha tenido hijos y las espigas no están espesas en los campos, sino muy claras y débiles. Por mucho que llueva en primavera, no habrá granos suficientes para garantizar una buena producción.

Además, la mayor parte del cereal sembrado en Córdoba no se dedica ni a los piensos y ni siquiera a la harina. En Córdoba hay 40.000 hectáreas sembradas de trigo duro y 20.000 hectáreas de blando. El trigo duro es el que se dedica a la producción de pastas. El blando, a harina y piensos animales.

La otra proteína de origen vegetal que es vital para los piensos es el girasol. Hace una década se sembraban en la provincia de Córdoba 40.000 hectáreas de pipas. Este año se calcula que no habrá más de 20.000. El escaso precio que tenía el girasol llevó a muchos agricultores a transformar sus producciones y a sembrar otros cultivos más rentables. Además, este año se calcula que habrá entre 30.000 y 40.000 hectáreas más de avena y cebada, pero al igual que con el trigo se espera una producción históricamente baja a causa de la sequía.

La otra pata de la tormenta perfecta es el maíz. Con unos embalses vacíos y con apenas 1.000 litros por hectárea para regar, el maíz es en esta campaña otro cultivo inviable en la provincia de Córdoba. Cobos, desde UPA, hace un planteamiento alternativo: que aquellos agricultores que necesitan riego para el algodón o el maíz siembren en las próximas semanas girasol, un cultivo que no requiere tanta agua y que ahora mismo es muy necesario para el que a día de hoy es el eslabón más débil de la cadena agroalimentaria, la ganadería.

Córdoba tiene el 60% de todas las vacas de Andalucía. Las vacas son, además, el animal de granja que más come y que más pienso demanda. De momento, no hay escasez de grano ni de pienso en Córdoba. El alimento no se va a acabar ni ahora ni probablemente en verano. Su precio ya está subiendo, en movimientos que el sector estima como especulativos. Pero se sabe que sin cosechas habrá escasez.

Los animales tienen que seguir comiendo. Cobos recuerda que si las vacas reciben menos alimento también baja su rendimiento. Si comen menos producirán menos leche, pero no será de una manera proporcional. Una vaca mal alimentada producirá cada vez menos.

Fuentes del sector señalan que en la ganadería cordobesa cada año se cierran decenas de vaquerizas. Si hay escasez de alimento y un descenso de la producción auguran que se clausurarán más.

Cobos, no obstante, señala que el campo está acostumbrado a los malos años. “El agricultor tarda en retirarse. Siempre tiene la esperanza de que esto será situación transitoria, el año que viene lloverá, la guerra se acabará y se podrán llevar a cabo las cosechas y los flujos de producto de un país a otro sin problema. Todavía es pronto”, señala. “En otros negocios, el abandono es más rápido. Nosotros seguimos aguantando”, concluye.

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