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Manuel Leiva, el estudiante de 95 años que nunca quiere dejar de aprender

Manuel Leiva, ante la biblioteca de su casa en Montilla

Carmen Reina

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Manuel Leiva nació en Montilla (1926) y allí fue a la escuela entre 1932 y 1936. Por sus buenas notas, recuerda que tras concluir los estudios básicos le concedieron una beca para poder seguir estudiando cuando, en la época, “solo lo hacían los que podían, los demás niños enseguida se ponían a trabajar”. Pero esa buena noticia, con la que comenzó sus vacaciones de verano, se truncó a mediados de julio, cuando estalló la Guerra Civil y todo se volvió del revés. Ahí comenzó su vida laboral y, también, “ese pellizco de no haber podido estudiar más” que tuvo durante toda su vida. Pero, ahora, con 95 años a sus espaldas, Manuel es el estudiante que siempre quiso ser y que, como dice, nunca quiere dejar de aprender.

El actual es el cuarto curso que asiste a las clases del Centro Intergeneracional Francisco Santisteban de la Universidad de Córdoba (UCO). Cuenta -en una charla con Cordópolis-, que cuando una de sus hijas le habló de la existencia de este centro para mayores de 50 años a cargo de profesores de la Universidad, no se lo pensó dos veces: “Esta es la mía”, se dijo. Y desde 2018, Manuel es alumno fiel de las “lecciones magistrales” que se imparten en los dos cuatrimestres por curso académico en este servicio para la formación de personas que, cumplido el medio siglo de vida, quieren seguir aprendiendo.

Este particular estudiante montillano rememora que, ya de joven, le gustaba especialmente “la Historia y la Geografía, la Geopolítica. Conocer el mundo así, porque si te quedas en el pueblo, en un rincón y no sabes salir nada más que a la puerta de casa...”, reflexiona. Y, por eso, siempre “intentaba estudiar, leer libros aunque fuera de noche, para seguir aprendiendo”, en la época en que, primero se puso a trabajar en el taller de ebanistería y carpintería de su padre en Montilla -desde 1936, “una época dura, aprendiendo el oficio junto a mis hermanos”, hasta 1964-, y más tarde, ya de la mano de su mujer, estuvo al frente del primer comercio que llevó productos congelados a su municipio, a mediados de los años 60 del pasado siglo.

Su vida laboral no le apartó de su gusto por instruirse y aprender, aunque fuera de forma autodidacta. Y, junto a la Historia y a la Geografía, Manuel leía “sobre teatro, cine, todo lo que tenía que ver con el arte”. Pero, en especial, siempre ha sentido predilección por la música: “Me ha ayudado a vivir, al desarrollo del alma”, acompañándole toda la vida, hasta el punto de haber formado parte de la Coral Montillana de Antiguos Alumnos de Don Bosco, donde cantaba y ahora ya es coralista de honor.

Lecciones telemáticas durante la etapa dura de la pandemia

A sus 95 años, convertido ya en veterano estudiante oficialmente en el Centro Intergeneracional de la Universidad de Córdoba, este montillano sigue destilando pasión cuando cuenta a este periódico su trayectoria vital, buscando siempre la manera de conocer y aprender. Recuerda al dedillo las asignaturas y los nombres de los profesores de la UCO que le han dado clases en estos cuatro cursos, donde ha aprendido desde Filosofía a Geografía, pasando por Historia de España desde el siglo XV a la Transición, Músicas Antiguas de Andalucía y Populares, Enología, Lenguas y Pueblos Antiguos o Botánica, con “lecciones magistrales” -apunta-, de José Calvo Poyato, Carmen Galán o Juan Luis González, entre otros profesores de la UCO.

Manuel se muestra “entusiasmado” con la oportunidad de seguir aprendiendo y asistir a estas clases. Un aprendizaje que ni siquiera la pandemia de la Covid19 truncó. Recuerda que, cuando se decretó el estado de alarma, los primeros días se entretenía en casa con la lectura y escuchando música, hasta que se retomaron las clases del Centro Intergeneracional de manera telemática. Y allí estaba él, al otro lado de la pantalla, sin perder las ganas de adquirir nuevos conocimientos.

Ahora, de vuelta de nuevo físicamente a las clases, las comparte con 120 alumnos en Montilla, hasta donde se desplazan los profesores dos días en semana. Entre conocimientos de Botánica y Lenguas Antiguas anda enfrascado este cuatrimestre -“arameo y todo sobre esos primeros pueblos”, dice-, mientras mira ya al cuatrimestre que comenzará en marzo y en el que aprenderá Historia de la Pintura con nuevas charlas y lecciones de los profesores. “Yo los escucho y me quedo con todo lo que me gusta”. Porque, como reconoce a sus 95 años, “por mucho que uno sepa, siempre hay algo por aprender”.

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