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Un informe señala que aún con los altos precios del aceite hay agricultores que no cubren costes

Imagen de una planta de embotellado de aceite.

Alfonso Alba

9 de noviembre de 2023 11:16 h

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Por extraño que parezca, aún con unos precios del aceite de oliva históricos por alto hay agricultores a los que no le salen las cuentas. Este jueves, los técnicos de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) han actualizado el informe sobre costes de producción que elaboraron en 2020. El escenario que dibujan es complejo, pues el mundo del olivar no es homogéneo, y no es lo mismo la producción en seto que en una zona escarpada de Sierra Morena. Pero a grandes rasgos concluyen que en una doble campaña de baja producción los costes se han disparado, los márgenes de beneficio se han estrechado y en algunos casos hay agricultores a los que no les sale rentable la cosecha.

A grandes rasgos, el coste medio de producción se ha triplicado en tres años. Así, en 2020 era de 2,42 euros el kilo de media (en seto de regadío era de 1,49 euros el kilo y en montaña de 3,52 euros). Ahora, los costes medios de producción son de 6,22 euros el kilo. Aquí, la situación es muy diferente, de los 3,07 euros el kilo que cuesta producir en seto con regadío a los 10,03 euros que cuesta recoger un kilo de aceite de oliva en una zona de montaña, según el informe elaborado por el equipo de agrónomos de AEMO.

Aunque en origen se han llegado a pagar precios medios superiores a los ocho euros durante este verano, la media de lo que han cobrado los agricultores en la pasada campaña es de 5,85 euros el kilo de aceite de oliva. Es decir, casi 40 céntimos menos que la media de lo que ha costado producirlo. En este caso, los dos cultivos más perjudicados son los del olivar de montaña, donde el coste de producción es superior a los diez euros el kilo y el olivar de secano, con casi siete euros de media. Los márgenes sí que mejoran para el olivar de regadío, el intensivo de secano, el intensivo de regadío y, por supuesto, el de seto en regadío.

El informe de AEMO señala que en un escenario de baja producción los agricultores se tienen que gastar el mismo dinero para cosechar menos kilos de aceitunas. Hay que seguir fertilizando, labrando, podando y pagando a mano de obra. Pero es que además insisten en que en un escenario de alta inflación esos costes son muy superiores a los de 2020. En este caso señalan que los de personal se han incrementado en un 9%, los inputs agrarios (fertilizantes, fitosanitarios) en un 70% y la energía (electricidad y combustible) en un 40%.

A esto se une que la producción ha bajado a la mitad. Al año, España suele producir 1,5 millones de toneladas de aceite de oliva. El año pasado se cerró con 750.000 toneladas, una producción que va a ser muy similar en la campaña actual. “El consumo ha caído en un 40% y la producción en un 50%”, ha señalado el director de AEMO, José María Penco, que ha insistido en que la única manera de compensar el recorte de la cosecha en una economía de mercado ha sido “subiendo los precios”.

La lección del consumidor

Pero, señala, “el consumidor nos ha dado una lección”. Así, Penco ha sostenido con una gráfica que al principio “cuando los precios comenzaron a subir” se produjo una gran caída del consumo “especialmente en las rentas más bajas”, pero que poco a poco la curva se fue suavizando, “para nuestra sorpresa”. Lo que significa que para muchos consumidores “el aceite de oliva es algo muy valioso” y que han hecho un esfuerzo para seguir comprándolo a pesar de los precios tan altos. “Este verano se produjeron muchas más salidas de las que esperábamos”, sostuvo.

Para el futuro, AEMO prevé que la campaña actual, por la escasez de producción, siga siendo de precios muy altos, pero espera que cuando “recuperemos la producción normal” no bajen de nuevo a los que había antes de la pandemia, por debajo incluso de los dos euros. “Los consumidores le dan más valor a nuestro producto a veces que nosotros”, criticó.

En el caso de los olivares no rentables, Penco señaló que tarde o temprano se tendrán que ir adaptando o incluso abandonando, en el caso de los de alta montaña que no se vendan a precios que puedan compensar el coste de recolección y producción. Así, ya apuntó que el olivar en seto supone el 6% de la superficie en España, cuando hace 20 años no había nada cultivado, y el 11% de la producción. Y señala cómo el olivar en montaña está descendiendo de manera drástica, precisamente por su falta de rentabilidad.

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