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Córdoba, la ciudad de las primeras académicas: el nexo entre la doctora de Alcalá y Emilia Pardo Bazán

Emilia Pardo Bazán.

Alfonso Alba

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Enrique Romero de Torres es famoso por ser el hermano del pintor Julio Romero de Torres. También fue pintor e Hijo Predilecto de Córdoba, además de director del Museo de Bellas Artes. Hijo de Rafael Romero Barros, un hombre del renacimiento de finales del siglo XIX sin el cual sería imposible que hoy se visitase una Sinagoga en la Judería, Enrique es uno de esos intelectuales poco conocidos que fue tan importante en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.

Este martes por la tarde, la Real Academia de Córdoba acoge una jornada en la que celebrará que hace un siglo fue la única institución que le abrió las puertas a una intelectual tan importante como Emilia Pardo Bazán, que acababa de ser repudiada por la Real Academia de la Lengua Española. María del Mar Ibáñez, del Archivo Provincial de Córdoba, pronunciará una conferencia sobre el “desagravio” de Córdoba, en el que fue tan importante Enrique Romero de Torres, pero también que en la iglesia de Santa Marina de la ciudad esté enterrada la doctora de Alcalá, María Isidra Quintila de Guzmán, la primera mujer que un siglo antes sí que llegó a ser académica de la Lengua.

2021 está siendo el año Pardo Bazán. En mayo se cumplía un siglo se su muerte. Dentro de dos se cumplirán también 110 años desde el día en el que una academia le abrió sus puertas, en unos años en los que la presencia de la mujer en las altas esferas de la economía y la intelectualidad estaba absolutamente vedada para las mujeres. La condesa fue desagraviada en vida por otra institución, la entonces Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba quien la acogió entre sus filas en 1912.

Según detalla el propio Archivo Provincial de Córdoba, todo el proceso es bien conocido gracias al Archivo de la Familia Romero de Torres. Allí se conservan dos postales -una escena típicamente campesina desarrollada en Mondáriz y una vista desde una ventana de su pazo, que ella llama Torres de Meirás- y una carta firmadas por la escritora. Forman parte de la correspondencia de Enrique Romero de Torres.

Según un texto divulgado por el Archivo Provincial, en marzo de 1912 había reverdecido la cuestión académica en la que Pardo Bazán había sido descartada como académica, a pesar de cumplir ampliamente las condiciones. “Buscando el desagravio a tan dolorosa cuestión, Enrique Romero de Torres propuso a Doña Emilia como socio correspondiente de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. En carta fechada en 1949, Enrique escribe al Conde de Romanones quien había publicado un artículo titulado ¿Y por qué no? lamentando la exclusión de la mujer en la Real Academia. Enrique relata.

Soy tan de su parecer que ya en 1913 (sic), cuando la eximia escritora Condesa de Pardo Bazán pretendió ingresar por derecho propio en dicha Academia y esta le puso el veto … entonces yo, a pesar de mi modesta personalidad pero guiado por mi admiración … tuve el honor y el placer a un tiempo de presentarla … en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba… 

La clave estaba en que a su juicio había a donde agarrarse. “Existe el precedente de que a finales del siglo XVIII otorgó el título de académica honoraria a la noble dama doña María Isidra Quintina y de la Cerda”. La intelectual, que descansa en Córdoba, recibió la cátedra honoraria de la Universidad de Alcalá y su título de Académica Honoraria de la Real Academia Española. Entonces, ¿qué pasaba con la escritora gallega?

El texto del Archivo Provincial continúa que el 24 de noviembre de 1912 el Diario de Córdoba recoge la noticia del nombramiento por aclamación de académica correspondiente por Madrid “a la ilustre literata, honra de las letras patrias”. El mismo rotativo, en su edición del 13 de enero de 1913 en la que Ricardo de Montis hace balance del pasado año literario, el periodista evoca el asunto diciendo: “Es digno de mención el hecho de que, apartándose de la tradición seguida por la mayoría de estas corporaciones, abriera sus puertas a la mujer para la que hasta ahora, en España, han estado cerradas las de casi todas las academias e incluyera en las listas de académicos correspondientes el nombre de la ilustre escritora doña Emilia Pardo Bazán”.

A principios de 1913, Pardo Bazán se dirige a Enrique Romero de Torres para mostrarle su gratitud por la iniciativa. “Esta academia ha dado una lección a la otra”.

Pero, ¿quién es María Isidra?

El 2 de noviembre de 1784 ingresó en la Real Academia Española, como miembro numerario, una joven de 16 años de edad. Su nombre era María Isidra y era hija de los marqueses de Montealegre y condes de Oñate y Paredes. Fue nombrada por el conde de Floridablanca, ministro ilustrado de Carlos III, que quiso dar así un rango de modernidad a su gobierno. Conocida como Doctora Alcalá, donde vivía y ejerció, María Isidra era políglota y se sacó un doctorado en Filosofía y Letras en una época absolutamente dominada por los hombres. Tuvieron que pasar más de 130 años para que Pardo Bazán se convirtiese en académica... aunque fuese en Córdoba.

Pero María Isidra murió joven. Se casó con Rafael Antonio Alfonso de Sousa de Portugal, grande de España y marqués de Guadalcázar, con el que se marchó a vivir a Córdoba. En la ciudad tuvo cuatro hijos y murió con tan solo 36 años. Está enterrada en la iglesia de Santa Marina, donde hay incluso una lápida con su nombre.

Hoy, María Isidra da también nombre a un premio de Investigación que desde 1992 otorga el Ayuntamiento de Alcalá de Henares.

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