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Paseo por una ciudad de policías

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Manuel J. Albert

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Córdoba vive una jornada de estrecha vigilancia de las fuerzas de seguridad por la reunión de opositores sirios

Todas las ciudades se vuelven un poco locas con las reuniones importantes. Córdoba no ha sido una excepción. Las medidas de seguridad se reforzaron con los encuentros de la OCDE, la cumbre sobre Gibraltar o la visita del presidente de Turquía. Pero ninguna se parece al encuentro que hoy y mañana mantienen 150 representantes de la oposición siria moderada al régimen de Al-Assad.

Córdoba ha amanecido de azul policial. En tierra, bajo tierra y sobre la tierra. 400 efectivos desplegados en furgones, equipos de subsuelo y en un helicóptero. Un paseo por la ciudad dejaba patente que algo pasaba. El helicóptero de la policía no ha dejado de rondar casi toda la mañana, sobre todo cuando los visitantes sirios se han desplazado en un autobús escoltado por la policía por una ronda oeste especialmente vigilada -por cada puente bajo el que se pasaba podía verse a agentes de policía- y por la que circulaba con total prioridad. La travesía, una vez en las calles urbanas ha continuado con la prebenda de no respetar los semáforos en rojo a golpe de sirena de las dos motos de la Policía Local que escoltaba al convoy.

El autobús con los delegados sirios se desplazaba desde el hotel de La Arruzafa, sede de la reunión, a la Mezquita. Porque visita obligada para todo recién llegado de nuevas a Córdoba es asomarse a su mayor monumento; y más obligada lo es, si cabe, cuando el visitante es sirio. Porque siria es la cuna de la dinastía omeya que levantó la Mezquita aljama de Córdoba y catedral cristiana desde 1236. En sus inmediaciones, en la Puerta del Puente, una hilera de furgonetas de la Policía Nacional escoltaba el complejo arquitectónico. Y los uniformes seguían repitiéndose hasta los accesos del templo.

Y cuanto más angosto es un acceso, más se concentra la vigilancia. En las calles Comedias y Samuel de los Santos Gener -recorrido casi obligado para ir de la Mezquita a Casa Árabe, sede del encuentro de los sirios con el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo- cada tapa de alcantarilla o de agua o de luz lucía, una vez revisada, una pequeña pegatina con el escudo del Cuerpo Nacional de Policía.

Todas las ciudades se vuelven un poco locas con las reuniones importantes. Pero no siempre la gente se entera de que un acto de relevancia se celebra al lado de su casa. “¿Qué es lo que pasa que hay tanta gente aquí y tanto policía?”, le preguntaba uno a otro esta mañana en el Patio de los Naranjo. “No sé”, se encogía el otro de hombros.

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