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La marabunta regresa al hormiguero

Rafael Gómez, en la sede de Unión Cordobesa, la noche electoral | TONI BLANCO

Manuel J. Albert

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Unión Cordobesa, el partido de Rafael Gómez, se estrella y pierde cuatro concejales, quedándose con un solo edil en el Pleno

La marabunta ha vuelto al hormiguero. Unión Cordobesa (Ucor), que irrumpió como un ciclón hace cuatro años en el Ayuntamiento, ha visto reducida su participación municipal a un solo concejal. Su líder y fundador, Rafael Gómez, se queda como único representante de un partido al que él mismo llamaba “la marabunta” y que en el anterior mandato llegó a sumar cinco ediles en Capitulares, convirtiéndose en el principal partido de la oposición. Los feudos irredentos de Ucor en las barriadas no han servido para paliar la debacle que algunos barruntaban. Las encuestas a pie de urna de Canal Sur ya barajaban que la formación se debatía entre la desaparición y esta exigua supervivencia.

“No pasa nada. La vida sigue. Los ciudadanos han votado lo que han votado y ya está”, dijo Gómez a las 22.55, con casi el 99% del escrutinio realizado. “Nosotros hemos cumplido con nuestros deberes y no tenemos que darle más importancia que la que tiene participar en unas elecciones municipales”, prosiguió ante un centenar de seguidores que se había acercado a la sede del partido.

Con 8.227 votos (obtuvo 24.805 en 2011), Unión Cordobesa se ha quedado en una sola vela. ¿Será el propio Rafael Gómez quien la aguante, otros cuatro años y esta vez solo, en el Pleno? “No preocuparos, ya os contaremos cómo seguimos en el Ayuntamiento”, ha zanjado antes de desaparecer entre los suyos, que le aplaudían y le gritaban: “¡No nos abandones, Rafael!”.

Tras un mandato de perfil municipal muy bajo, Gómez arrancó la carrera electoral tarde y lentamente. Y ni el sprint final de la campaña, con algunos mítines en sus barrios-feudo y una mayor presencia en carteles electorales, ha salvado a Ucor del desastre. El porrazo dejó a Sandokán -como se conoce popularmente al líder de Ucor en Córdoba- con el gesto cansado. Pero apenas perdió la sonrisa, aunque alguna de sus hijas dejó escapar una lágrima.

La tarde la había pasado Gómez con su grupo de colaboradores más cercanos en la sede de su partido. Pero por momentos, prefirió estar solo, sentado en silencio en un rincón. Especialmente, cuando las encuestas avanzaban el desastre final. “No, no voy a decir nada”, le indicaba a un periodista al principio de la tarde. Y mudo permaneció hasta el final del escrutinio.

A Ucor iba llegando un goteo de simpatizantes y familiares. Muy alejado a la invasión que se vivió en la celebración de 2011, con abundancia de espetos, bebida y conciertos incluidos. No. Este año solo dos televisiones retransmitiendo los resultados, algunos refrescos, unas pocas cervezas y muchos corrillos. Con niños incluidos revoloteando de aquí para allá.

Entrada ya la noche, Gómez salió fuera del despacho acristalado donde un buen número de colaboradores se enfrascaba en la pantalla de un ordenador y miraba y remiraba papeles. Gómez cogía del hombro a uno. Luego a otro. Y se los llevaba a hablar a una esquina. Todavía se barajaba la posibilidad de sacar un segundo edil. Pero no fue así.

Gómez es un hombre de distancias cortas y carreras rápidas. Se le nota en cómo habla y saluda, acercándose a su interlocutor. También lo ha demostrado en su trayectoria empresarial. Creó un emporio joyero e inmobiliario que en unos pocos años tocó el cielo y que la crisis se encargó de arrasar de forma meteórica casi hasta los cimientos.

La construcción en tiempo récord de sus cuatro hectáreas de naves ilegales en Córdoba -que son la sede de su partido y la causa de una multa pendiente de pago de 20 millones de euros con el Ayuntamiento, al que adeuda un total de 40, más otros 80 al erario público- son otro ejemplo de cómo hace Gómez las cosas. Y así nació Unión Cordobesa, en diciembre de 2010. En sus cinco primeros meses de vida alcanzó media decena de concejales y se convirtió en el principal partido de la oposición. Durante este mandato, Gómez también ha sido condenado por cohecho en el mayor caso de corrupción urbanística hasta la fecha: el caso Malaya.

La actividad como concejal de Rafael Gómez ha sido más que discreta. Como portavoz delegó rápidamente en su número dos y sus intervenciones en el Pleno -sonadas todas- han aportado más bien poco a la vida municipal. Además, Gómez ha estado más preocupado por las rencillas internas -dos ediles de su partido rompieron relaciones con él al año de mandato- que por los asuntos políticos.

Unión Cordobesa termina este mandato tal y como empezó. En tromba. Tocó el cielo tras nacer de la nada. Y su futuro se vuelve incierto. ¿Este batacazo le devolverá al vacío del que vino? Esa es la gran pregunta que flota ahora en el aire. Y sigue siendo una incógnita.

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