Córdoba crea un catálogo con 299 bienes arquitectónicos protegidos fuera del Casco Histórico

La Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) de Córdoba llevará al próximo consejo rector la aprobación inicial del Catálogo de Bienes Protegidos de Córdoba, y que, a los que ya están incluidos en el Plan de Especial Protección del Casco Histórico (PEPCH) les suma 299 edificios que tienen un comprobado valor urbanístico y arquitectónico.

El presidente de la Gerencia, Salvador Fuentes, ha explicado este lunes los pormenores de este catálogo, que se empezó a concebir en el año 2000, y que identifica piezas de gran calado y elementos urbanísticos con personalidad histórica que estaba fuera del Casco Histórico.

Edificios como el Campus de Rabanales, el Puente Romano, el Arcángel San Rafael, San Cayetano, Puerta Nueva, la Facultad de Derecho, el edificio de Agrónomos, algunos panteones de los cementerios municipales y obras de grandes arquitectos como Rafael de la Hoz, Juan Cuenca, Arturo Ramírez o Amadeo Rodríguez, entre otros.

Según el presidente de Urbanismo, se tata de “un hito muy importante a nivel arquitectónico para la ciudad”. A partir de su aprobación inicial y su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) habrá dos meses de exposición al público para que opinen los expertos y los propietarios.

En total, 299 edificios entran en este nuevo catálogo, que establece cinco tipologías: 42 de elementos de protección integrada; 59 de protección estructural; 103 de protección global; 43 de protección ambiental y 53 de proyección documental.

Fuentes ha indicado que el objetivo de este catálogo es la protección de estos edificios pero compatibilizándolos con su utilidad. En este sentido, el arquitecto Pedro Caro ha destacado que este documento será de gran utilidad para los arquitectos que tengan que actuar a futuro en estos elementos, dado que les permitirá saber a qué atenerse y trabajar con “seguridad jurídica”. 

Por su parte, el arqueólogo Juan Murillo ha resaltado que este catálogo mantiene la metodología y sigue el trabajo inicial del urbanista Francisco Daroca y que cuadruplica el número de edificios catalogados de la ciudad. Además, según Murillo, “demuestra que el patrimonio de la ciudad no se acaba en el siglo XIX”.