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De la Feria al juez: dos coches de policía reventados y dos tranquilizantes

Agentes de la Policía Nacional en la Feria.

Manuel J. Albert

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Tras pasar por Urgencias y 'dormir la mona' en el juzgado, el detenido fue puesto en libertad con cargos

La madrugada del viernes al sábado de Feria último se saldó en el parte de la Policía Nacional con dos reyertas y tres riñas, tras las que se practicó una detención. Pero tras este arresto se encuentra una historia que resume el nivel de estrés y violencia que muchas veces tienen que soportar los agentes de policía y profesionales sanitarios allí destinados. Una detención que terminó con el interior de dos coches de policía dañados a patadas, varios agentes golpeados, escupidos, insultados y amenazados, dos celadores de Urgencias atacados y un agresor, ciego de tranquilizantes, durmiendo la mona en el Juzgado.

Todo comenzó hacia las cinco de la mañana del sábado, cuando los agentes recibieron una llamada del 091 alertando de un tumulto en la caseta de La Carnavalesca, señalan fuentes cercanas al caso. Al llegar, encontraron a dos hombres -uno de ellos, A. A. M., sangrando por una mano- quienes, tras ser identificados, reconocieron mantener una riña verbal aunque no iban a presentarse denuncia. En todo caso, el herido se mostraba muy agitado y agarraba constantemente del brazo y del hombro a uno de los agentes.

Menos de una hora después, la Policía Nacional volvió a recibir una llamada de la misma caseta porque el hombre de la mano ensangrentada volvía a dar problemas. Cuando llegaron los agentes se encontraron a los protagonistas de la anterior discusión, de nuevo enzarzados, pero esta vez agrediéndose mutuamente. A. A. M. estaba completamente ido, señalan las fuentes, y desnudo de cintura para arriba. Al ver a los policías, ambos se dirigieron a la zona de río, donde el ensangrentado le gritaba al otro que comenzaran a pegarse “y sacar las navajas como los hombres”.

Allí, en la orilla del río, el más alterado de los dos protagonistas de la riña se abalanzó sobre dos agentes, propinándoles varios golpes. Un tercero consiguió reducirle, no sin sufrir el ataque de varios familiares del herido, quienes estaban allí congregados. Los otros dos agentes lograron reducir a una mujer, familiar del detenido, y al otro protagonista de la reyerta, también muy alterado.

En ese momento, los agentes decidieron llevar a A. A. M., quien seguía sangrando de la mano derecha, al puesto de la Cruz Roja en la Feria. Pero de camino en el coche patrulla, el detenido comenzó a propinar golpes al interior del vehículo llegando a desplazar la mampara central, los cinturones de seguridad y fracturando el asiento trasero. Y todo eso, trufado de insultos y amenazas de muerte a gritos contra los agentes y sus familiares.

Cuando llegaron al puesto médico, el tipo seguía desatado, al tiempo que -señalan las fuentes- se golpeaba la cabeza contra el suelo y las paredes. Ante tal estado de agresividad desatada, los médicos consideran que hay que llevarlo al hospital Reina Sofía, pero piden que no se haga en ambulancia, sino en otro coche patrulla por el miedo a que la destrozase. Y era un miedo fundado, porque en el trayecto el detenido volvió a emprenderla a trompicones, llegando a descolgar la puerta trasera derecha del vehículo patrulla.

Ya en el hospital, el detenido sigue atacando. Agrede a dos celadores y un médico le tiene que administrar hasta dos sedaciones, señalan las fuentes, por el gran estado de ansiedad en el que se encuentra. A la mañana siguiente, fue trasladado al juzgado donde, debido a su estado, no pudo declarar, quedando en libertad con cargos.

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