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Diario del Confinamiento | Western

Western.

Juan José Fernández Palomo

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El Manco, así sin más nombre, es Clint Eastwood y el Coronel Mortimer es Lee Van Cleef. Y la muerte tenía un precio, ya lo saben.

He vuelto a ver la peli tras muchos años, en una versión restaurada (es de 1965, el celuloide se raya y se pone pocho), fantástica, solar, rodada cerca de Tabernas (Almería) como si fuera El Paso (Texas) y con el kárstico paisaje de la zona simulando cualquier paraje imaginado de Las Rocosas o lo que fuera de aquella América mitificada en las novelas por entregas o en esas baratas que se intercambiaban en los kioscos de los barrios.

Mi padre leía novelas de Marcial Lafuente Estefanía y, en un 19 de marzo le regalé una del Oeste de Karl May, porque yo había leído que era un grande del género. Mi padre lo agradeció, pero después de leerla, me dijo que en las de Estefanía, en la primera página, el sheriff ya se había cargado a cuatro forasteros y que en la de Karl May había 40 páginas de descripciones de paisaje sin disparar un solo tiro. Que así, no; me dijo.

El tiempo pasa y me entero de que, además, Karl May era alemán. Manda huevos.

Sí, el tiempo pasa y ves las pelis de manera diferente a cuando las vistes antes. En La muerte tenía un precio no sale un puñetero cactus. Y yo he comprados cactus cuando he pasado días de vacaciones en el Campo de Níjar que ahora me acompañan en mi confinamiento en la terraza.

En algunas secuencias de La muerte tenía un precio aparecen pequeños asentamientos, ni siquiera se pueden llamar poblados, blanquísimos de cal, de pequeñas ventanas, techos rectos y puertas de color añil, como en Marruecos. Como en algunas escenas de las primeras entregas de La Guerra de las Galaxias, otro western.

A las chicas no suelen gustarles las pelis del Oeste. Lo entiendo, no acostumbran a salir bien. Si es que salen, porque el género también tiene un punto paradójico que de tan homófobo raya en lo gay friendly más de una vez.

Lo dicho: no se ve igual la misma película una que otra vez.

El coronel Mortimer y El Manco se unen para dar caza a El Indio y su banda patibularia. Ambos son cazarrecompensas; pero cada uno tiene un motivo. Una metáfora muy extrapolable, miren, si no, una sesión de control al Gobierno en el Congreso.

Otra paradoja: Almería está hacia el Este, no al Oeste (bueno, depende de donde estés).

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